Este honorable Hurón leyó en el tiempo récord de dos semanas tres novelas en formato electrónico, que impresas tienen el nada despreciable volumen de 750 páginas en promedio cada una. No se brincó ni una palabrita. Vaya, ni una triste coma. Se trata de las novelas del fallecido novelista sueco Stieg Larsson: Los hombres que no amaban a las mujeres; La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, y La reina en el palacio de las corrientes de aire.
Por lo poco que he leído acerca del autor, pretendía echarse una serie de unas siete novelas. La muerte le ganó y alcanzó a escribir tres. Creo que sólo vio publicada la primera, de la cual existe una adaptación cinematográfica que, según el testimonio del Sr. Sagaz (que no es tal) está rete buena. Al terminar de leer la tercera, me he convencido de que el destino actuó para bien de la obra (que no del autor), pues le puso punto final a la serie en un momento en el que todo termina equilibrada y elegantemente, sin cabos sueltos serios, con una saludable dosis de final abierto, y con todos los personajes conservando intacta la dignidad.
Además, tres es un buen número: se presta a la abundancia, pero no a la saciedad.
¿Qué puedo decir de las novelas? Son realmente buenas: lectura interesante, nada pesada; personajes redonditos, imperfectos y la mayor de las veces cagantes y adorables. Los malos son sórdidos y bien cabrones, y los héroes son mañosos y tan cabrones como los villanos, capaces de matar sin mojigaterías de ser necesario. El mundo que pintan es sórdido y deslucido, como el real, pero tiene su par de causas perdidas por las que vale la pena dar la lata. En fin, me han gustado mucho.
Se las recomiendo, raza. Las pueden bajar de la red en pdf, en traducción original. Les juro que ni sentirán el paso del tiempo.
He dicho.
miércoles, junio 02, 2010
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