martes, noviembre 24, 2020

Arquetipos

Cuando mi monstrua estaba chiquita y mi tejón melero era un bultito con el que pasaba mis tardes jugando a hacer ruiditos, leí ¿Qué sucedió con el paladín encapotado? en versión electrónica.


En aquel entonces, conocía muy poco a Gaiman: apenas unos pocos números aislados de Sandman y un par de películas sobre sus obras: Mirrormask y Coraline. Aún no me había topado con American Gods


Esta tarde leí nuevamente ¿Qué sucedió con el paladín encapotado? y ahora me parece de una hermosura pasmosa. A la altura de American Gods, casi tan conmovedor como el interludio de la joven irlandesa expatriada al nuevo mundo, o como el capítulo en el que Sombra conoce a la más joven de las hermanas Zorya y ésta le regala la luna. Es un Batman arquetípico, un mito, que bien pudo caminar con Mr. Wednesday, Anansy y Mama-ji. Como el agujero en las cosas de Morrison. O la Gotham para siempre decadente de Miller. 


Nolan tiene que haber tomado a este Batman de modelo para su Dark Knight Rises. Ese Batman que no puede sino ser Batman, que sabe que tiene que serlo hasta morir. Porque, ¿qué otra cosa puede ser? 


Si te has convertido en un mito, ¿qué más puedes hacer, sino nacer y morir una y otra vez, hasta el fin de los tiempos?