Así es como he estado estos días: total y absolutamente desconectada. Que si la planeación, que si la diagramación, que si le corres a las clases, que si le corres para volver, que si no has cobrado el cheque, que si hay que pagar el agua y se vence hoy, que si hay que comprarle unas chingadas telas a la Nena para su bailable en el kínder, que si la tarea de la maestría, que si ¡todo lo que llevamos tres emanas haciendo en la maestría no sirve, qué mierda!, que si hay que preparar clase para esta semana, que si habrá exámenes, que si hay que comprar salbutamol, que si hay fuga de gas...
Hubo encuentro de escritores la semana pasada, no me di cuenta, y por primera vez desde que recuerdo, el programa me interesaba. Vino Bef, a una mesa redonda sobre horror y monstruosidad, y no me di cuenta. No pude ver en el cine Arrástrame al infierno ni he podido sentarme a ver el chingo de películas que entre el Sagaz, el Sensato y el Conferetur me han prestado; tengo dos meses con los mismos dos libros, sin poder adelantar una pinche línea, y tengo un chingo de envíos retrasados de bookmooch.
Pero mi Nena, que es un amor con garras, se acerca a decir "No pasa nada mami", y efectivamente, no pasa nada. Increíblemente, ella ha sido la voz de la razón por estos días. No todo el tiempo, si ya saben que no canta mal las rancheras. Pero verla tranquila a ella en una situación tan chinche, en la que nos ve poco para luego ir todos a dormir, me hace pensar que las cosas no son tan agobiantes como me quiero hacer creer.
Les deseo a todos que la vida les sea leve. Y que puedan tener gardenias en un florero, en su mesa.
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