La frase que intitula este post es exclusiva de nuestra Ludo en sus actividades de crítica cinematográfica, ¿se acuerdan? Todos recordarán sin duda las circunstancias en que Ludo llegó a nuestras vidas.
En una de las incontables tardes de ocio de nuestra estancia en la facultad llegó Mario Lecter (que no recuerdo si ya era o no el susodicho de Brenducha) con una gatucha diminuta, de menos de dos meses, buscándole hogar. Se la había arrancado al cabrón dueño original de la camada, quien iba a matarla, porque además de ser gata, era negra (nomás le falta ser judía para considerarla completamente marginal y minoritaria, diría el Sr. Oportuno). Así, Ludo vivió primero en la casa del Sr. Sagaz, en donde no consiguió la aprobación de la mater familiae y salió, en consecuencia, en busca de otro asilo. Con esto quiero decir que el Sr. Oportuno la adoptó.
Ludo se distinguió por sus incontables manías. Se le hacía bola al Sr. Oportuno en la almohada, por la mañana. Entraba a pedir el desayuno, y antes de salir al patio, se metía debajo de la cama para que su dueño se agachara y la invitara cortésmente a largarse. Fue la crítica de cine más sabia y concisa de la televisión ultra restringida en nuestro piloto Zaragoza 257. El Sr. Oportuno la considera una gran líder espiritual, maestra de ética y nefasta de poca. Nunca se ha negado a mostrar su rechazo por aquello o aquellos que le revientan la madre.
Ludo llegó anoche después de más de un mes de andar de vaga, muy débil. No tenía heridas, ni rasguños, ni rastros visibles de enfermedad. Nada más vejez y cansancio. Nos esperó a que le hiciéramos compañía, y sin demasiados aspavientos y sin demasiado dolor, esperamos, murió. Calculamos que nació a principios de abril de 1997. Así que tenía 10 años, que en edad de gato son un chingo, y fue bien chida de principio a fin. Sólo Orlando, mi primer gato, había tenido la puntada de buscar a su dueña para morirse. Me pregunto si Juli y Moro tendrán el mismo impulso cuando les toque. Como todo gato de familia, Ludo está, por supuesto, en el jardín, junto al rosal.
Ludo nació a principios de abril de 1997 y murió a mediados de abril de 2007. Era aries.
5 comentarios:
Que descanse en paz la Ludo. Sé que será extrañada, más por unos que por otros. Y que tendrá ese tipo de inmortalidad al que todos aspiramos: que se hable bien de nosotros una vez que hayamos partido.
Te llamo esta noche para ver cómo estás, Yasilla.
Ah caray... y yo que creía que los gatos aguantaban más años.
Yo si me acuerdo de esa vez que llegó Mario a la facultad. La traía en una caja de zapatos? ya no me acuerdo bien.
Y como olvidar aquellos comentarios como crítica de cine. Para la posteridad.
En ocasiones se me acercaba jeje y yo salía corriendo. Y nunca fue en mala onda, ya sabes. Si no, por rollos de salúd. En fin...
Q.P.D.
Por supuesto que era una maestra de moral, aunque me lo tomen a broma. Se apegaba con inusitado afecto a las cosas que le gustaban, como la mano de sus amos, el plato de croquetas, sus patios y azoteas favoritos o sus más de 20 hijos. Jamás servil y siempre independiente, rechazaba con indignación aquello con lo que no estaba de acuerdo, aunque eso la llevara a renunciar a su propio hogar, como cuando protestó por la presencia de otros gatos y ya nunca quiso volver a casa sino ocasionalmente. Nunca agredió a sus amos; hacia ellos sólo hubo cariño y agradecimiento. Parca en el comer y afecta a los placeres sencillos: los montones de hierba para echarse, el sol de la mañana, una breve caricia. Escrupulosa en la limpieza hasta el último día, pues se notaba que su pelo estaba lavado y peinado y que ese día no había dejado de acicalarse rigurosamente con saliva, como todos los días. Tan fiel a sus amos que los esperó hasta el último minuto, y en cuanto los tuvo cerca y los escuchó hablarle, se tendió de lado y unos segundos después se dejó morir.
Llegó llamándose Kali, así le había puesto Mario Lecter. Se lo cambiamos porque en aquel entonces ya había una Kali (que no era gata, sino el apodo de la tipa más bonita de la escuela). La voz con la que criticaba películas era del Sr. Sensato, pero a él nunca le ha vuelto a salir esa voz. "Peter Jackson, sí, lo conozco, es un buen hombre, buen cristiano". De pequeña cagaba colgada de las cortinas, con lo que dejaba un embarradero. Así que también es autora de la frase que los tipos de Acción Poética nunca quisieron poner en los muros: "Enséñame a cagar volando". Adios a Ludo.
Se nos estaba quedando fuera una manía de Ludo: detestaba los viajes, pero los detestaba con furor, como los tipos que tienen fobia a volar y arman un escándalo cuando se suben a un avión. Llevarla al veterinario o mudarla de casa era simplemente una pesadilla. Era una gata de pocos y constantes hábitos.
Algo más que recuerdo: que era pequeña y ligerita, se la cargaba fácil y era también fácil apretarla del estómago y hacerla pillar desafinado. Decíamos que ese pillido era su muy particular manera de abuchear las malas películas.
Me pregunto si Nicolás se acordará del monstruo Michila. Pero esto ya es algo muy particular y casi nadie lo vio.
Por cierto, ¿sabían que Ludo tenía un problema de la vista? Llegó muy golpeada una vez, hace años. Algún humano que se ensañó con ella, ¡con ella!, con la más mansa de las gatas. Sanó de todas sus heridas, menos de un derrame en el ojo, que le dejó para siempre una mancha gris en la córnea.
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