Y no me refiero al hogar de Supermán, sino a la de Lang.
Esta mañana, mientras dejaba a mi abuelo en la clínica para su consulta mensual y manejaba hacia la escuela, me di cuenta (siempre me doy cuenta, pero hoy me pesó) de que todos íbamos hacia Metrópolis: unos en coche, otros a pie y otros en metro. Pero todos hacia el mismo lugar y con la misma cara de autómata desvelado.
Y cuando entré al estacionamiento, me sentí como si entrara a las fauces de Moloch.
A lo mejor es que tengo mucha tarea. O que no dormí bien. O que entré a las fauces de Moloch.
No sé.
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