miércoles, diciembre 14, 2011
¡Oh, Pasmaria, mis ojos se humedecen al contemplarte! :D
¡Ya caigo! Si a los noruegos les tocó el primer encontronazo con la criatura gacha de "The thing", ¡es porque fueron los primeros en conquistar el Polo Sur, o sea, la Antártida! Qué bonito es ser pasmarote :D
¡A buscar marcianos, dicen los zambianos!
Y bueno, no tengo idea de si el gentilicio de Zambia es zambianos, pero dada mi evidente ignorancia, lo consigno así y que me corrija quien mejor lo sepa. Acabo de encontrarme esta notita en internet (ya, pues, me di de narices con ella en Twitter) y se me ha hecho ternurita, ternurita, pa' novela de ciencia ficción de allá de los cincuenta. La neta es que la pudo escribir Ray Bradbury. Disfrútenla :)
Aquí el link, si la quiere leer en vivo y en directo :D
El año que Zambia quiso enviar un astronauta a la luna
El país africano desarrolló un disparatado programa espacial en los años sesenta
Cuando se habla de la carrera espacial, todo el mundo piensa en la lucha que mantuvieron los Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética por convertirse en la primera potencia capaz de llevar un hombre a la Luna. Sin embargo, no fueron los únicos países que durante la Guerra Fría se lanzaron a la conquista del espacio.
Según cuenta Guillermo Carvajal en “La brújula verde”, a comienzos de la década de los 60, Zambia también desarrolló su propio programa espacial. Su objetivo era enviar un cohete a la luna, tripulado por doce astronautas y dos gatos.
La iniciativa fue ideada y puesta en marcha en 1962 por Edward Makuka Nikoloso, un profesor de ciencias y activista político que fundó la Zambia National Academy of Science, Space Research and Philosophy.
Para poder llevar a cabo el proyecto, Nikoloso construyó un centro de entrenamiento cerca de la capital del país, Lusaka. En esas instalaciones, mientras los futuros astronautas recibían consignas tan disparatadas como no forzar la conversión al cristianismo de los habitantes marcianos, otros operarios se encargaban de construir artesanalmente la nave que debería llevarlos hasta el planeta rojo, que sería impulsada con un sistema derivado de la catapulta.
Como es lógico, el gobierno de Zambia no puso demasiado interés en esta alocada iniciativa, así que Nikoloso solicitó siete millones de libras a la UNESCO para afrontar los costes de su programa espacial. El dinero nunca llegó y el proyecto acabó siendo cuando abandonado cuando Matha Mwambwa, la primera mujer de raza negra que debía llegar a Marte, se quedó embarazada y abandonó el programa con sus gatitos. Pese a la evidente inviabilidad del proyecto, el profesor Nikoloso nunca reconoció que su idea era una utopía. Al contrario, llegó a escribir artículos de prensa en los que la defendía, a la vez que aseguraba que los rusos y americanos espiaban su trabajo y planeaban robarle a la chica astronauta con el objetivo de frustrar su proyecto.
Aquí el link, si la quiere leer en vivo y en directo :D
jueves, diciembre 08, 2011
"Leer no sirve para nada: es un vicio, una felicidad..."
Con esta flagrante frase, tomada de Que leen los que no leen, de Juan Domingo Argüelles, quien a su vez la tomó de Gabriel Zaid, doy título a esta entrada.
No pretendo ni por accidente ponerme filosófica: mis tres lectores saben que carezco de la sutil gracia de la paciencia, que a la menor provocación empiezo a soltar trancazos, bofetadas e improperios inventados para la ocasión por mi fértil y guarra imaginación. Sin embargo, ya que todo mundo lo hace, dedicaré esta entrada al querido y nunca bien ponderado Enrique Peña Nieto.
Que si el tipo es imbécil o analfabeta funcional no lo pondré en discusión: es evidente que de unos quince años para acá, la ignorancia se ha añadido a las multifacéticas taras de los políticos, no sólo mexicanos, sino del mundo entero. Tal como es mi costumbre, escribo para echar pestes, porque luego de dos, tres, cuatro días de atizarle al fulano, el asunto ya perdió gracia y se ha convertido en el caballito de batalla de toda persona que no se considera ni imbécil ni analfabeta funcional porque ha leído al menos los tres mentados libros que le cambiaron la vida que fueron el inicio de esta humillante aventurita para el político priísta. Es decir, ya nos olvidamos de lo esencial, de que Enriquito (deje usted que lea o no lea: da igual, a lo mejor el cuate es un ajedrecista bien chingón o pasa su tiempo pintando al óleo, placeres que, por ejemplo, me están absolutamente vedados) es un completo zope que no tiene ni idea de como afrontar un imprevisto, y mire usted que en una presidencia de la república eso de los imprevistos ha de saltar unas quince veces al día.
Dejando de lado el hecho de que Quique es un muchacho basto, inculto, grosero, cabeza dura, etcétera, nos enfrentamos, en primer lugar, al hecho de que este chico tuvo dos salidas decorosas para la impertinente pregunta del impenitente periodista, y no se le ocurrió tomar ninguna: a) "Mire usted, estimado periodista, fíjese que no leo, es que, ¿sabe usted? no lo acostumbro. En la escuela me enseñaron que leer es para estudiar, así que he leído sólo lo que me sirve para mi profesión, y los títulos de esos libros son tan áridos y aburridos, que la verdad ni los recuerdo"; b) "Mire usted, señor periodista, esa es una pregunta que considero muy personal, y por lo mismo me concedo el derecho a no responderla". ¡Y punto! Ultimadamente, ¿qué te importa, hijo de puta, lo que leo o no leo, si es asunto mío?
En segundo lugar, nos enfrentamos a las incontables e interminables andanadas de la gente culta, la gente que lee, la gente que moraliza y que dice que aquellos que no leen son unos pobres ignorantes que no merecen, ya no tomar parte en la vida social, sino siquiera vivir en ella. Lo que Quique hizo fue darnos chance de ponernos groseros: "Mejor lee, no des Pena, Nieto"; "No le regales tu voto a Peña Nieto, mejor regálale un libro". Y mi pregunta es, ¿para qué le regalo un libro, si no lo va a leer? Lo cual me lleva a una cuestión prístina y fundamental en la que nadie, en los últimos años, parece haber parado mientes: ¿y si esos bajos índices de lectura que tanto nos pasean las autoridades por delante de las narices, significan simple y llanamente que a la raza no le da la puta gana leer, qué?
Lo que olvidamos aquellos que leemos, es que leer es una de las muchas aficiones "cultas" que puede practicar una persona: también lo son ir al teatro, ir a un concierto, ir a un baile, ir al ballet, ir al cine, ir a un jolgorio, pintar, jugar ajedrez, esculpir, plantar jardines, y jugar a la matatena. Y sin embargo, de todas estas opciones de sano esparcimiento cultural, yo solo puedo decir honestamente que leo, escucho música y voy al cine. ¿No jugar ajedrez me hace ignorante? Tal vez. ¿No ir al teatro me convierte en una persona inculta? Chance. ¿No llorar de emoción cada vez que la primera bailarina ejecuta un pas de deux en "El lago de los cisnes" me convierte en una bruta? Quizás. Pero la verdad, me vale cuerno, porque al final, cada quien toma del mundo, e incluso de la cultura, aquello que le resulta más agradable, y ese es un derecho básico e incontrovertible, como respirar.
Así que la frase de Zaid me parece muy adecuada en estos momentos: ¿Para qué sirve leer? Para nada. Si no es un vicio, si no te da felicidad, si no te da una perspectiva del mundo (que no proporciona el libro, sino que vislumbra la propia persona a través del libro) no sirve para nada. No sirve ni para estudiar, vaya. Este infortunado incidente ha servido para que los "lectores profesionales", esos que nomás leen sin levantar la vista para de perdido ver transcurrir la vida mientras ellos se sienten elegidos por los dioses por estar leyendo la última novela de quien quiera que esté de moda, se sientan con el derecho (autoproclamado, y por lo tanto espurio) de despreciar al Quique, y de paso a los noventa millones de mexicanos que no leen, porque no son capaces de citar de memoria a Bourdieux, Lacan, Derrida, Saussure, etcétera, etcétera, etcétera. Pongámonos humildes: leer es maravilloso, es un regalo que nos da la vida, pero no es milagroso: como dice Argüelles (perdón por citar) en alguna parte de Qué leen los que no leen, el libro es un espejo, y una lente de aumento, que magnifica eso que trae dentro de sí misma cada persona. O si lo quiere usted con peras y manzanas:
Así que deje usted de partirle su madre a Enriquito (ya se encargará él mismo de partírsela solo, y esperemos que sin llegar a ser presidente): insistir en el punto ya es pedantería, cursilería y pura, pura vulgaridad. He dicho.
No pretendo ni por accidente ponerme filosófica: mis tres lectores saben que carezco de la sutil gracia de la paciencia, que a la menor provocación empiezo a soltar trancazos, bofetadas e improperios inventados para la ocasión por mi fértil y guarra imaginación. Sin embargo, ya que todo mundo lo hace, dedicaré esta entrada al querido y nunca bien ponderado Enrique Peña Nieto.
Que si el tipo es imbécil o analfabeta funcional no lo pondré en discusión: es evidente que de unos quince años para acá, la ignorancia se ha añadido a las multifacéticas taras de los políticos, no sólo mexicanos, sino del mundo entero. Tal como es mi costumbre, escribo para echar pestes, porque luego de dos, tres, cuatro días de atizarle al fulano, el asunto ya perdió gracia y se ha convertido en el caballito de batalla de toda persona que no se considera ni imbécil ni analfabeta funcional porque ha leído al menos los tres mentados libros que le cambiaron la vida que fueron el inicio de esta humillante aventurita para el político priísta. Es decir, ya nos olvidamos de lo esencial, de que Enriquito (deje usted que lea o no lea: da igual, a lo mejor el cuate es un ajedrecista bien chingón o pasa su tiempo pintando al óleo, placeres que, por ejemplo, me están absolutamente vedados) es un completo zope que no tiene ni idea de como afrontar un imprevisto, y mire usted que en una presidencia de la república eso de los imprevistos ha de saltar unas quince veces al día.
Dejando de lado el hecho de que Quique es un muchacho basto, inculto, grosero, cabeza dura, etcétera, nos enfrentamos, en primer lugar, al hecho de que este chico tuvo dos salidas decorosas para la impertinente pregunta del impenitente periodista, y no se le ocurrió tomar ninguna: a) "Mire usted, estimado periodista, fíjese que no leo, es que, ¿sabe usted? no lo acostumbro. En la escuela me enseñaron que leer es para estudiar, así que he leído sólo lo que me sirve para mi profesión, y los títulos de esos libros son tan áridos y aburridos, que la verdad ni los recuerdo"; b) "Mire usted, señor periodista, esa es una pregunta que considero muy personal, y por lo mismo me concedo el derecho a no responderla". ¡Y punto! Ultimadamente, ¿qué te importa, hijo de puta, lo que leo o no leo, si es asunto mío?
En segundo lugar, nos enfrentamos a las incontables e interminables andanadas de la gente culta, la gente que lee, la gente que moraliza y que dice que aquellos que no leen son unos pobres ignorantes que no merecen, ya no tomar parte en la vida social, sino siquiera vivir en ella. Lo que Quique hizo fue darnos chance de ponernos groseros: "Mejor lee, no des Pena, Nieto"; "No le regales tu voto a Peña Nieto, mejor regálale un libro". Y mi pregunta es, ¿para qué le regalo un libro, si no lo va a leer? Lo cual me lleva a una cuestión prístina y fundamental en la que nadie, en los últimos años, parece haber parado mientes: ¿y si esos bajos índices de lectura que tanto nos pasean las autoridades por delante de las narices, significan simple y llanamente que a la raza no le da la puta gana leer, qué?
Lo que olvidamos aquellos que leemos, es que leer es una de las muchas aficiones "cultas" que puede practicar una persona: también lo son ir al teatro, ir a un concierto, ir a un baile, ir al ballet, ir al cine, ir a un jolgorio, pintar, jugar ajedrez, esculpir, plantar jardines, y jugar a la matatena. Y sin embargo, de todas estas opciones de sano esparcimiento cultural, yo solo puedo decir honestamente que leo, escucho música y voy al cine. ¿No jugar ajedrez me hace ignorante? Tal vez. ¿No ir al teatro me convierte en una persona inculta? Chance. ¿No llorar de emoción cada vez que la primera bailarina ejecuta un pas de deux en "El lago de los cisnes" me convierte en una bruta? Quizás. Pero la verdad, me vale cuerno, porque al final, cada quien toma del mundo, e incluso de la cultura, aquello que le resulta más agradable, y ese es un derecho básico e incontrovertible, como respirar.
Así que la frase de Zaid me parece muy adecuada en estos momentos: ¿Para qué sirve leer? Para nada. Si no es un vicio, si no te da felicidad, si no te da una perspectiva del mundo (que no proporciona el libro, sino que vislumbra la propia persona a través del libro) no sirve para nada. No sirve ni para estudiar, vaya. Este infortunado incidente ha servido para que los "lectores profesionales", esos que nomás leen sin levantar la vista para de perdido ver transcurrir la vida mientras ellos se sienten elegidos por los dioses por estar leyendo la última novela de quien quiera que esté de moda, se sientan con el derecho (autoproclamado, y por lo tanto espurio) de despreciar al Quique, y de paso a los noventa millones de mexicanos que no leen, porque no son capaces de citar de memoria a Bourdieux, Lacan, Derrida, Saussure, etcétera, etcétera, etcétera. Pongámonos humildes: leer es maravilloso, es un regalo que nos da la vida, pero no es milagroso: como dice Argüelles (perdón por citar) en alguna parte de Qué leen los que no leen, el libro es un espejo, y una lente de aumento, que magnifica eso que trae dentro de sí misma cada persona. O si lo quiere usted con peras y manzanas:
... no por ser lector ávido el ser humano estará lejos de las bestias. Las autocomplacientes teorías que relacionan progreso político, social y económico con arte y cultura terminan por ser algunas de las chapucerías más patéticas de la soberbia intelectual. Creer que en el libro reside de suyo, siempre, el mejoramiento humano, es como ignorar que entre los creyentes religiosos, que presuntamente siempre tienden al bien, se incuban y se desarrollan muchos de los especímenes más infames y destructivos del género humano y la naturaleza. Todo fanatismo, incluso el de la cultura, por bienintencionado que sea, conduce siempre a conclusiones falsas.
Como todas las adicciones, la lectura no sólo no cura los males sino que los agrava. A los pretenciosos los vuelve más pretenciosos; a los ridículos, más ridículos; a los vanidosos, más vanidosos; y más frívolos a los frívolos, y más desdeñosos a los desdeñosos. Que es lo mismo que decir, con Lichtenberg, 'aquello tuvo el efecto que por lo general tienen los buenos libros. Hizo más tontos a los tontos; más listos a los listos, y los miles restantes quedaron ilesos'.
Más allá de optimismos excesivos, que son una forma de irresponsabilidad, entendemos que, como todo acto humano, la lectura y la escritura están permeadas por nuestra personalidad, por nuestros propios temores y resentimientos, y por nuestros sueños y desdichas. No hay que ser condescendientes con esto, ni hipócritas: somos lo que somos incluso si leemos.
Así que deje usted de partirle su madre a Enriquito (ya se encargará él mismo de partírsela solo, y esperemos que sin llegar a ser presidente): insistir en el punto ya es pedantería, cursilería y pura, pura vulgaridad. He dicho.
sábado, noviembre 12, 2011
Mal agüero
El 4 de noviembre de 2008, murió Juan Camilo Mouriño, en aquel entonces Secretario de gobernación de México.
Ayer, 11 de noviembre de 2011 (el dichoso 11/11/11 que trajo histérica a la raza todo el santo -vale, pinche- día) murió José Francisco Blake Mora, en vida Secretario de gobernación de México.
¿Compló? ¿Destino chingaquedito? ¿Humor negro divino?
Actualmente, Alfonso Lujambio, Secretario de educación pública de México, está gravemente enfermo de cáncer.
Los tres, altos funcionarios del querido y nunca bien ponderado Felipito Calderón.
Conspiraciones mis narices: Calderón trae mala suerte. ¡México, te exhorto a hacerte una limpia con sahumerios y toda la cosa!
(Perdonen mis dos lectores cualquier dedazo posible o contundente: estoy muerta de sueño y algo borracha -y no por la muerte de Blake Mora...).
Ayer, 11 de noviembre de 2011 (el dichoso 11/11/11 que trajo histérica a la raza todo el santo -vale, pinche- día) murió José Francisco Blake Mora, en vida Secretario de gobernación de México.
¿Compló? ¿Destino chingaquedito? ¿Humor negro divino?
Actualmente, Alfonso Lujambio, Secretario de educación pública de México, está gravemente enfermo de cáncer.
Los tres, altos funcionarios del querido y nunca bien ponderado Felipito Calderón.
Conspiraciones mis narices: Calderón trae mala suerte. ¡México, te exhorto a hacerte una limpia con sahumerios y toda la cosa!
(Perdonen mis dos lectores cualquier dedazo posible o contundente: estoy muerta de sueño y algo borracha -y no por la muerte de Blake Mora...).
viernes, noviembre 04, 2011
Atrofia imaginativa
Hace unos días, algunos de mis estudiantes hicieron una representación, accidentada y muy improvisada, de "Un hogar sólido", de Elena Garro. Pocos de los espectadores lo notaron, pero se les olvidó una parte de los diálogos, de manera que medio improvisaron al principio, hasta que la cosa se estabilizó. Yo, en su caso, habría quedado muy escamada con la experiencia y lo máprobable es que jamás me hubiera vuelto a acercar a una representación. Sin embargo, a ellos les gustó, y ahora están planeando montar una pastorela para dentro de un mes.
Son chicos extraordinarios. Escandalosos, como cualquier chico promedio de prepa, estos además son curiosos y receptivos. Les he dado las materias de humanidades y ciencias sociales, y en general les gusta participar, opinar, y sobre todo, leer. Leían de buena gana, o escuchaban a otros leer en voz alta, y les gustaba. La lectura les evocaba sabrá dios qué cosas en la cabeza. De manera que ahora son capaces de hallarle gusto al teatro.
Hoy tuve una sesión de cine muy frustrante con otro grupo. Veíamos "La niebla", de Carpenter, porque con ellos estoy viendo la tipología del cuento, y "La niebla" es un buen cuento de terror. Sólo asistieron dos: las chicas no obtuvieron permiso de los padres para quedarse, uno de los chicos (el que se duerme cada vez que leemos en clase) prefirió irse a jugar futbol americano. De los dos que se quedaron (casi como dice la canción) uno de ellos se retiró porque tenía hambre, y el otro porque no le gusta el cine. Es que es aburrido. Es que no le llama la atención. Tampoco los cuentos de terror. en general, ningún cuento, a menos que sea un manga japonés, de preferencia Evangelion o algo parecido, con personajes muy tristes y profundos, que reflejen lo trágica que es la existencia humana.
Es curioso como sufrimos de atrofia imaginativa en diversos grados, y no sólo las personas que están clavadas en la televisión, o los deportes, o las telenovelas. Este chico gusta de leer, pero en lugar de que la lectura le abra el mundo, él ha elegido cerrárselo. Cuando el medio nos atrofia es triste, pero que uno mismo decida mutilarse, cegarse, encerrarse en un cuartito pequeño, deprimente y a la medida de nuestra autocompasión, no sólo es triste, sino trágico. Y de paso, da mucha hueva.
Son chicos extraordinarios. Escandalosos, como cualquier chico promedio de prepa, estos además son curiosos y receptivos. Les he dado las materias de humanidades y ciencias sociales, y en general les gusta participar, opinar, y sobre todo, leer. Leían de buena gana, o escuchaban a otros leer en voz alta, y les gustaba. La lectura les evocaba sabrá dios qué cosas en la cabeza. De manera que ahora son capaces de hallarle gusto al teatro.
Hoy tuve una sesión de cine muy frustrante con otro grupo. Veíamos "La niebla", de Carpenter, porque con ellos estoy viendo la tipología del cuento, y "La niebla" es un buen cuento de terror. Sólo asistieron dos: las chicas no obtuvieron permiso de los padres para quedarse, uno de los chicos (el que se duerme cada vez que leemos en clase) prefirió irse a jugar futbol americano. De los dos que se quedaron (casi como dice la canción) uno de ellos se retiró porque tenía hambre, y el otro porque no le gusta el cine. Es que es aburrido. Es que no le llama la atención. Tampoco los cuentos de terror. en general, ningún cuento, a menos que sea un manga japonés, de preferencia Evangelion o algo parecido, con personajes muy tristes y profundos, que reflejen lo trágica que es la existencia humana.
Es curioso como sufrimos de atrofia imaginativa en diversos grados, y no sólo las personas que están clavadas en la televisión, o los deportes, o las telenovelas. Este chico gusta de leer, pero en lugar de que la lectura le abra el mundo, él ha elegido cerrárselo. Cuando el medio nos atrofia es triste, pero que uno mismo decida mutilarse, cegarse, encerrarse en un cuartito pequeño, deprimente y a la medida de nuestra autocompasión, no sólo es triste, sino trágico. Y de paso, da mucha hueva.
martes, julio 19, 2011
Supongo que es la edad...
Nunca he sido la alegría de la huerta, pero me parece que incluso las cosas de las que antes me burlaba con ganas, o que me valían queso, o que de plano me causaban conmiseración, ahora me resultan amargas a secas. No me hacen gracia. Así de simple.
Y no me gusta: una de las pocas felicidades del amarguetas es poder burlarse de las cosas que chafean. Me fastidia no tener ánimo de reírme.
Y no me gusta: una de las pocas felicidades del amarguetas es poder burlarse de las cosas que chafean. Me fastidia no tener ánimo de reírme.
lunes, julio 18, 2011
jueves, mayo 26, 2011
Oh, México barroco...
Es lugar común decir que México es barroco, ¿verdad? Tanto como decir que es bárbaro, mágico, trágico, y demás sandeces por el estilo. Ridículo, increíblemente ridículo sí que lo es, y acomodaticio, y cínico, y farsante, y muy falto de autoestima.
Pero bueno, empezar un post de esta manera es muy dramático y de mal gusto: muy retórico, muy académico y por lo tanto muy pose, la neta. Y lo único que quiero decir es algo que cualquier persona que tiene más de un mes de conocerme sabe nomás de mirarme: que estoy profundamente emputada con mi país. Pero entendámonos: no estoy enojada por la inseguridad, que siempre ha existido; ni por el gobierno inepto, que para nosotros es una tradición secular; ni por el narco, que forma parte de nuestro folclor. Me emputa que todos nos hagamos pendejos, y finjamos que no sabemos por qué pasa todo esto, y que nuestros intelectuales se quieran sentir inteligentes y parecer sensibles y se crean la mera onda porque hacen cosas trascendentes, que seguramente van a salvar a México (quiero saber cómo putas va a salvar a México un pinche poema del Sicilia que ahora está pidiendo por el alma de los matones que se empinaron a su hijo), o que ponen mensajes de luto lindos, minimalistas y profundos acerca de Leonora Carrington, cuya obra conocen de pasadita en las exposiciones que nuestros dignos museos organizan de cuando en cuando. Vamos, que en muchos casos ni sabían que la mujer seguía viva. Vivimos en un pinche país acomodaticio donde el sueño dorado de millones de mexicanos es llegar a burócrata (en un aula llena de niños que dentro de diez años va a llegar a mis manos en prepa y me va a decir que por fin entendieron como clasificar las palabras en agudas, graves y esdrújulas; o en un escritorio en cualquier universidad pública para escribir artículos llenos de obvidades y pendejadas acerca del último poeta latinoamericano que murió). Qué cagante que las instituciones culturales, que presuntamente tienen el potencial para perfilar a una nueva generación de mexicanos capaz de pensar en más opciones de vida además del narco, estén llenas de parásitos que se echan porras mutuamente diciéndose: aquí en mi institución sí trabajamos, si editamos la obra de nuestros escritores regionales, de nuestros artistas plásticos y cantantes folclóricos. Pero por encima de todo, me emputa que ayer haya ido a dar a mi trabajo un muchacho secuestrado, madreado, apaleado, y convencido de que lo perseguían para matarlo, recién fugado de una casa de arraigo que se encontraba a una cuadra de distancia de la escuela, y que la policía haya llegado para dejar ir como si nada al mandamás, que se fue bien orondo en su carrote del año, y a otro pobre pendejete secuestrado, madreado y con finta de narcomenudista para luego treparlos a él y al primer güey que se escapó a una granadera. De seguro que ya no sabrá nada más de ellos el mundo.
Y para rematar en polca, tenemos anarquistas trasnochados que no se dieron cuenta de que se les pasó la eṕoca como con cien años, y que vienen a empinarse cafeterías charchinas no para legitimar su lucha contra la opresión imperialista o contra el gobierno corrupto o contra la guerra contra el narco, sino para recordar a un pendejo de mierda que voló con todo y su rila y su pinche bomba casera por los aires porque nadie le dijo que la bomba se armaba al llegar, no al pedalear. De seguro que se ganó el Premio Darwin de ese año.
Y la reflexión de mis niños fue que les gustaría que ya se hiciera cargo de toda la situación el Cártel del Golfo, porque ellos nomás quieren trabajar, son personas de bien que no quieren matar a nadie que no se meta con ellos, y que con seguridad meterían en cintura tanto a los otros cárteles como a nuestro gobierno corrupto. Son mis niños que acuden regularmente a servicios religiosos, que reciben clases de valores, que se quedan los lunes al club de lectura, los martes y jueves al taller de italiano, y los miércoles y viernes al club de cine. Son los mismos que me preguntan que para qué sirve votar, si cualquier gobierno es lo mismo, y de todas formas los militares los cuidan, y lo que hay que hacer es dejar a los del Golfo jalar tranquilos, como ellos, que quieren conseguir una plaza de maestros en la SEP, para ser mexicanos de bien incapaces de meterse en problemas porque saben vivir perfectamente con el sistema.
Yo no sé vivir en este sistema. Puta, qué cansada estoy.
Pero bueno, empezar un post de esta manera es muy dramático y de mal gusto: muy retórico, muy académico y por lo tanto muy pose, la neta. Y lo único que quiero decir es algo que cualquier persona que tiene más de un mes de conocerme sabe nomás de mirarme: que estoy profundamente emputada con mi país. Pero entendámonos: no estoy enojada por la inseguridad, que siempre ha existido; ni por el gobierno inepto, que para nosotros es una tradición secular; ni por el narco, que forma parte de nuestro folclor. Me emputa que todos nos hagamos pendejos, y finjamos que no sabemos por qué pasa todo esto, y que nuestros intelectuales se quieran sentir inteligentes y parecer sensibles y se crean la mera onda porque hacen cosas trascendentes, que seguramente van a salvar a México (quiero saber cómo putas va a salvar a México un pinche poema del Sicilia que ahora está pidiendo por el alma de los matones que se empinaron a su hijo), o que ponen mensajes de luto lindos, minimalistas y profundos acerca de Leonora Carrington, cuya obra conocen de pasadita en las exposiciones que nuestros dignos museos organizan de cuando en cuando. Vamos, que en muchos casos ni sabían que la mujer seguía viva. Vivimos en un pinche país acomodaticio donde el sueño dorado de millones de mexicanos es llegar a burócrata (en un aula llena de niños que dentro de diez años va a llegar a mis manos en prepa y me va a decir que por fin entendieron como clasificar las palabras en agudas, graves y esdrújulas; o en un escritorio en cualquier universidad pública para escribir artículos llenos de obvidades y pendejadas acerca del último poeta latinoamericano que murió). Qué cagante que las instituciones culturales, que presuntamente tienen el potencial para perfilar a una nueva generación de mexicanos capaz de pensar en más opciones de vida además del narco, estén llenas de parásitos que se echan porras mutuamente diciéndose: aquí en mi institución sí trabajamos, si editamos la obra de nuestros escritores regionales, de nuestros artistas plásticos y cantantes folclóricos. Pero por encima de todo, me emputa que ayer haya ido a dar a mi trabajo un muchacho secuestrado, madreado, apaleado, y convencido de que lo perseguían para matarlo, recién fugado de una casa de arraigo que se encontraba a una cuadra de distancia de la escuela, y que la policía haya llegado para dejar ir como si nada al mandamás, que se fue bien orondo en su carrote del año, y a otro pobre pendejete secuestrado, madreado y con finta de narcomenudista para luego treparlos a él y al primer güey que se escapó a una granadera. De seguro que ya no sabrá nada más de ellos el mundo.
Y para rematar en polca, tenemos anarquistas trasnochados que no se dieron cuenta de que se les pasó la eṕoca como con cien años, y que vienen a empinarse cafeterías charchinas no para legitimar su lucha contra la opresión imperialista o contra el gobierno corrupto o contra la guerra contra el narco, sino para recordar a un pendejo de mierda que voló con todo y su rila y su pinche bomba casera por los aires porque nadie le dijo que la bomba se armaba al llegar, no al pedalear. De seguro que se ganó el Premio Darwin de ese año.
Y la reflexión de mis niños fue que les gustaría que ya se hiciera cargo de toda la situación el Cártel del Golfo, porque ellos nomás quieren trabajar, son personas de bien que no quieren matar a nadie que no se meta con ellos, y que con seguridad meterían en cintura tanto a los otros cárteles como a nuestro gobierno corrupto. Son mis niños que acuden regularmente a servicios religiosos, que reciben clases de valores, que se quedan los lunes al club de lectura, los martes y jueves al taller de italiano, y los miércoles y viernes al club de cine. Son los mismos que me preguntan que para qué sirve votar, si cualquier gobierno es lo mismo, y de todas formas los militares los cuidan, y lo que hay que hacer es dejar a los del Golfo jalar tranquilos, como ellos, que quieren conseguir una plaza de maestros en la SEP, para ser mexicanos de bien incapaces de meterse en problemas porque saben vivir perfectamente con el sistema.
Yo no sé vivir en este sistema. Puta, qué cansada estoy.
jueves, mayo 19, 2011
Man in black
Hoy asistí a una comida en honor al día del maestro en un restaurate de cierto prestigio en Apodaca. Mientras esperábamos la comida y nos poníamos cómodos platicando, vimos pasar muy discretamente a una chica con una camisa que llevaba bordado el logo del municipio de Apodaca. "Caca grande", pensé, "si viene a comer a un restaurante tan finolis. Y en eso hace su entrada triunfal, vestido todo de negro, el Caballero que es alcalde de Apodaca.
Entre que el señor y mi jefa se ponían a chorchar y veíamos, como no queriendo la cosa, que dos tremendos guaruras malencarados se quedaban haciendo escolta a la entrada del restaurante, los profes nos pusimos a alucinar con que no resultaba nada seguro estar cerca de un alcalde, siendo esta una época en que la vida de estos funcionarios públicos vale tan poco para el narco.
La comida prosiguió ya sin políticos en la mesa. Todo muy sabroso. Se levantó la chica con el logo de Apodaca y la sustituyó un cuate trajeado. Seguíamos alucinando con los peligros del narco cuando escuchamos un estallido y juro que todo mundo tuvo el impulso de meterse debajo de una mesa. "¿Qué fue?" "Nada, le tronó la llanta a un trailer". Sonrisas, risitas nerviosas, pedimos postres, café, y unos diez minutos después el Caballero se levanta con su cuate para irse. "Felicidades, maestros, síganla pasando bien, aprovecho para presentarles al futuro xxxxx (no está censurado, es que no entendí si alcalde o gobernador) de la ciudad. Tiene muchas virtudes, pero la principal, es que es amigo de Peña Nieto".
Y mientras estos güeyes andaban haciedo proselitismo, yo me tronchaba de la risa con la finta johnnycashesca wanna be del Caballero, porque andaba, como ya he dicho, de man in black, y de que la mayor virtud que puede presumir un aspirante a cargo público en nuestro país es ser compa de Peña Nieto. Una de mis compañeras decía, ya camino a casa, que lo mínimo que debía ofrecernos el futuro prohombre de la ciudad, es una foto con la Gaviota.
Y yo me quedé convencidísima de que el Caballero iba a cantar "Man in black" o "Walk the line". En fin, habría sido chistoso que sucediera.
Entre que el señor y mi jefa se ponían a chorchar y veíamos, como no queriendo la cosa, que dos tremendos guaruras malencarados se quedaban haciendo escolta a la entrada del restaurante, los profes nos pusimos a alucinar con que no resultaba nada seguro estar cerca de un alcalde, siendo esta una época en que la vida de estos funcionarios públicos vale tan poco para el narco.
La comida prosiguió ya sin políticos en la mesa. Todo muy sabroso. Se levantó la chica con el logo de Apodaca y la sustituyó un cuate trajeado. Seguíamos alucinando con los peligros del narco cuando escuchamos un estallido y juro que todo mundo tuvo el impulso de meterse debajo de una mesa. "¿Qué fue?" "Nada, le tronó la llanta a un trailer". Sonrisas, risitas nerviosas, pedimos postres, café, y unos diez minutos después el Caballero se levanta con su cuate para irse. "Felicidades, maestros, síganla pasando bien, aprovecho para presentarles al futuro xxxxx (no está censurado, es que no entendí si alcalde o gobernador) de la ciudad. Tiene muchas virtudes, pero la principal, es que es amigo de Peña Nieto".
Y mientras estos güeyes andaban haciedo proselitismo, yo me tronchaba de la risa con la finta johnnycashesca wanna be del Caballero, porque andaba, como ya he dicho, de man in black, y de que la mayor virtud que puede presumir un aspirante a cargo público en nuestro país es ser compa de Peña Nieto. Una de mis compañeras decía, ya camino a casa, que lo mínimo que debía ofrecernos el futuro prohombre de la ciudad, es una foto con la Gaviota.
Y yo me quedé convencidísima de que el Caballero iba a cantar "Man in black" o "Walk the line". En fin, habría sido chistoso que sucediera.
lunes, mayo 16, 2011
Auden
Mi experiencia personal me dice que la gente, si puede, te hará daño; si la dejas, te pisoteará; y que en general, si no deseas que te lastime, debes alejarla de tu vida y no esperar nada de ella. A veces se me olvida, porque las personas, de cuando en cuando, se portan decentemente. Pero ese comportamiento siempre es momentáneo. Cuando leí este poema de Auden, me pareció que, en cierta forma, le daba voz a mis pensamientos.
No habrá paz
Aunque el tiempo suave y despejado
sonríe de nuevo sobre el condado de tu estima
y sus colores regresan, la tormenta te ha cambiado:
no olvidarás, nunca,
la oscuridad que borra la esperanza, la tempestad
que profetiza tu perdición.
Debes vivir con tu conocimiento.
Muy atrás, más allá, fuera de ti hay otros,
en ausencias sin luna de los que nunca supiste,
quienes desde luego supieron de ti,
seres de género y número desconocidos:
y no les gustas.
¿Qué les has hecho?
¿Nada? Nada no es una respuesta:
llegarás a creer -¿cómo vas a evitarlo?-
que se lo hiciste, que les hiciste algo;
te encontrarás deseando poder hacerles reír,
ansiarás su amistad.
No habrá paz.
Contraataca, pues, con todo el valor que tengas
y todos los amagos canallas que conozcas,
con la tranquilidad de conciencia de que
su causa, si la tuvieron, no les importa ahora en absoluto;
odian simplemente por odiar.
1956
Versión de Eduardo Iriarte
"Canción de cuna y otros poemas"
Tomado de http://amediavoz.com/auden.htm#NO%20HABR%C3%81%20PAZ
No habrá paz
Aunque el tiempo suave y despejado
sonríe de nuevo sobre el condado de tu estima
y sus colores regresan, la tormenta te ha cambiado:
no olvidarás, nunca,
la oscuridad que borra la esperanza, la tempestad
que profetiza tu perdición.
Debes vivir con tu conocimiento.
Muy atrás, más allá, fuera de ti hay otros,
en ausencias sin luna de los que nunca supiste,
quienes desde luego supieron de ti,
seres de género y número desconocidos:
y no les gustas.
¿Qué les has hecho?
¿Nada? Nada no es una respuesta:
llegarás a creer -¿cómo vas a evitarlo?-
que se lo hiciste, que les hiciste algo;
te encontrarás deseando poder hacerles reír,
ansiarás su amistad.
No habrá paz.
Contraataca, pues, con todo el valor que tengas
y todos los amagos canallas que conozcas,
con la tranquilidad de conciencia de que
su causa, si la tuvieron, no les importa ahora en absoluto;
odian simplemente por odiar.
1956
Versión de Eduardo Iriarte
"Canción de cuna y otros poemas"
Tomado de http://amediavoz.com/auden.htm#NO%20HABR%C3%81%20PAZ
viernes, abril 29, 2011
Aquí está Dios: guárdalo
Ayer me contó Renato la última lucidez con la que le salió nuestra nena y que me refrenda la convicción de que se echa sus tertulias con el dios Pan.
Estaba la nena ocupada, como siempre, en elaborar uno de esos engendros que habitan su cabecita loca, consistente en un papel coloreado y pegoteado de otros tantos cachitos de papel. Lo dobla y lo entrega al papá diciendo: te tengo una oferta: aquí adentro está Dios, guárdalo.
El papá, sabio y temeroso de alguna maldición trasnochada y malentendida, guardó el susodicho paquetito. Y ahora ya saben por qué, en caso de que eleven infructuosamente sus súplicas desesperadas para que dios les resuelva algún entuerto, éste no les responde: es que lo tenemos guardado.
Estaba la nena ocupada, como siempre, en elaborar uno de esos engendros que habitan su cabecita loca, consistente en un papel coloreado y pegoteado de otros tantos cachitos de papel. Lo dobla y lo entrega al papá diciendo: te tengo una oferta: aquí adentro está Dios, guárdalo.
El papá, sabio y temeroso de alguna maldición trasnochada y malentendida, guardó el susodicho paquetito. Y ahora ya saben por qué, en caso de que eleven infructuosamente sus súplicas desesperadas para que dios les resuelva algún entuerto, éste no les responde: es que lo tenemos guardado.
jueves, marzo 24, 2011
La sal de la vida
Las pequeñas y banales delicias que en estos momentos le ponen sal a la vida del Hurón:
CSI Las Vegas
El mentalista
Big Bang Theory
House
Farmville (sí, y qué)
Tirar bola con Vicente mientras lo amamanto
Ver a Irene hacer su tarea
Ver a Irene toda contenta los sábados, cuando va a su curso de pintura
Caminar de regreso a casa, al salir del trabajo
Conversar de películas y cómics con mis alumnos y mis compañeros (los que saben algo de la vida, claro)
Pasarme un ratito por twitter oara enterarme de si el mundo finalmente ya se fue a la chingada
dar mis clases de historia universal. dios sabe que he disfrurado mucho las sesiones dedicadas a Segunda Guerra Mundial
Mi león de los fines de semana
Sí, puros placeres sencillos :)
CSI Las Vegas
El mentalista
Big Bang Theory
House
Farmville (sí, y qué)
Tirar bola con Vicente mientras lo amamanto
Ver a Irene hacer su tarea
Ver a Irene toda contenta los sábados, cuando va a su curso de pintura
Caminar de regreso a casa, al salir del trabajo
Conversar de películas y cómics con mis alumnos y mis compañeros (los que saben algo de la vida, claro)
Pasarme un ratito por twitter oara enterarme de si el mundo finalmente ya se fue a la chingada
dar mis clases de historia universal. dios sabe que he disfrurado mucho las sesiones dedicadas a Segunda Guerra Mundial
Mi león de los fines de semana
Sí, puros placeres sencillos :)
Ah, humanidad
Un amigo mío dice que es un error ser amable con la gente. En la época en que convivía diariamente con él, estuve muy conciente de ello, y no intentaba portarme bien con nadie. Pero la verdad, mi temperamento me inclina a tratar bien a todo mundo, aunque no lo merezca.
Lo cierto es que mi temperamento también me inclina a acumular las ofensas y a tomar nota de todas y cada una de ellas, hasta que la burbujita revienta y salpica mierda por todas partes. Defecto de carácter, lo sé, y me ha costado más de una mirada furibunda y silencios incómodos al entrar a una habitación. Sucede que cuando he hecho algo para merecer estos tratamientos, no alego nada. Pero cuando los recibo sin deberlos ni temerlos me pudre. Me pudre y me revienta.
Mi pregunta es (y de antemano sé la respuesta), ¿por qué la vecina es tan pinche imbécil que se atreve a tratarnos como bichos sarnosos? ¿Por qué siempre me toca una compañera maestra que da valores que a mitad de semestre empieza a mirarme torvo y a murmurar que soy una "librepensadora", como si eso fuera malo? ¿Por qué la gente se comporta como si fuera estúpida?
Y claro, se comporta así porque en efecto, es estúpida; y por supuesto, ser amable con los demás es un error. Un error garrafal.
Lo cierto es que mi temperamento también me inclina a acumular las ofensas y a tomar nota de todas y cada una de ellas, hasta que la burbujita revienta y salpica mierda por todas partes. Defecto de carácter, lo sé, y me ha costado más de una mirada furibunda y silencios incómodos al entrar a una habitación. Sucede que cuando he hecho algo para merecer estos tratamientos, no alego nada. Pero cuando los recibo sin deberlos ni temerlos me pudre. Me pudre y me revienta.
Mi pregunta es (y de antemano sé la respuesta), ¿por qué la vecina es tan pinche imbécil que se atreve a tratarnos como bichos sarnosos? ¿Por qué siempre me toca una compañera maestra que da valores que a mitad de semestre empieza a mirarme torvo y a murmurar que soy una "librepensadora", como si eso fuera malo? ¿Por qué la gente se comporta como si fuera estúpida?
Y claro, se comporta así porque en efecto, es estúpida; y por supuesto, ser amable con los demás es un error. Un error garrafal.
sábado, marzo 12, 2011
Durme, durme
Se ha muerto Rita Guerrero. La voz más bella de la música mexicana contemporánea. Al margen de Santa Sabina o Ensamble Galileo, esta mujer significa algo para muchos de nuestra generación. Para mí una hermosa velada de música medieval, hace unos cuantos años.
Aquí, "Durme, durme", de Ensamble Galileo.
Rita Guerrero: 1964-2011. Q.E.P.D.
Aquí, "Durme, durme", de Ensamble Galileo.
Rita Guerrero: 1964-2011. Q.E.P.D.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)