Y bueno. Se acabó (casi) el 2008, que ha sido uno de los años más atravesados que recuerdo de toda mi vida. Tuvo sus cosas buenas, sus cosas malas, sus cosas pinches y sus cosas peores. Pero no me quejo, que ha sido de mucho aprendizaje y dejó caer bendiciones y cosas bonitas por aquí y por allá.
A todos les deseo que el 2009 sea dichoso y próspero. Que su corazón quede colmado de bendiciones, que las penas sean pocas y livianas, que la crisis no sea tan bitchie como se rumora, y que estén tranquilos y contentos con los que aman. En fin, lo mejor para todos.
miércoles, diciembre 31, 2008
El regalo perfecto
Santa Clos llegó a la madriguera de los hurones con regalos varios: triciclos, carriolas, muñecas, rompecabezas. El favorito ha sido, sin embargo, el que ven ustedes arriba: la colección de caricaturas clásicas de la Pantera Rosa. No vimos otra cosa desde el 25 de diciembre y hasta hace un par de días. Gracias a Dios el felinete rosa no vino a Victoria, lo cual nos da un breve remanso de tranquilidad. A ver cómo nos toca al regreso. Lo bueno, es que los hurones adultos ya tenemos DVD en nuestro cuarto.
martes, diciembre 02, 2008
ffffffffffff
Y bueno. Uno se abstiene de votar por el PAN y por el PRI. Uno va por la vida deplorando holocaustos nazis y Apartheids. Uno sabe que no es monedita de oro, que no le va a caer bien a todo mundo y que eso no tiene que ser un problema. Se abstiene de arrancarle las patitas a las hormigas. Se detiene a mirar la luna de cuando en cuando, se ocupa de sus asuntos. Uno se digna a pensar que a lo mejor el mundo entero tiene razón: que la vainilla es deliciosa, que es uno el que está equivocado. Y como quiera, la gente chafea, o se desafana, o se pudre, o se va, o se muere, y así. El DVD sólo lee región 1 y no sabes suficiente inglés para no necesitar subtítulos. Y la güerca berrea y quiere que le compren otra niña. Que puto fastidio.
lunes, noviembre 03, 2008
El cuarto
El cuarto de los libros ya no es el cuarto de los libros: es el cuarto de la Hurona.
No hubo tiempo de inaugurarlo ni de hacer fiestón loco con motivo de la mudanza de la señorita Hurona, pero el caso es que oficialmente, la Nena ya tiene su cuarto. Sigue lleno de libros, pero la cama está cubierta con un flamante edredón de las princesas que los abuelos de Victoria le trajeron cuando estaba recién nacida, y tiene su mesita personal con un radio (que sí escucha), sus libros, una cajita con fotos y un portarretratos con sus apás. Además, tiene una sillita de plástico amarillo, casi todos sus juguetes, su oso gigante de los cariñositos que ella ha dado en llamar "Mono" y su inseparable Patón. Esta tarde tendrá el resto de sus juguetes con ella, con lo cual, su independencia será casi absoluta: sólo le falta un televisor y un reproductor de DVD para no tener que salir de su cuarto. Bueno, exagero: la verdad es que la niña también come y va al baño.
Y bueno, lo que era de esperarse: duerme como un hurón en su nueva camita. ¿Quién dijo miedo?
No hubo tiempo de inaugurarlo ni de hacer fiestón loco con motivo de la mudanza de la señorita Hurona, pero el caso es que oficialmente, la Nena ya tiene su cuarto. Sigue lleno de libros, pero la cama está cubierta con un flamante edredón de las princesas que los abuelos de Victoria le trajeron cuando estaba recién nacida, y tiene su mesita personal con un radio (que sí escucha), sus libros, una cajita con fotos y un portarretratos con sus apás. Además, tiene una sillita de plástico amarillo, casi todos sus juguetes, su oso gigante de los cariñositos que ella ha dado en llamar "Mono" y su inseparable Patón. Esta tarde tendrá el resto de sus juguetes con ella, con lo cual, su independencia será casi absoluta: sólo le falta un televisor y un reproductor de DVD para no tener que salir de su cuarto. Bueno, exagero: la verdad es que la niña también come y va al baño.
Y bueno, lo que era de esperarse: duerme como un hurón en su nueva camita. ¿Quién dijo miedo?
lunes, octubre 13, 2008
Hurona, Hurona...
Dos cosas muy chistosas y muy lindas de la Hurona.
Primera. Sábado por la noche. La Compañía de Luz y Fuerza es invitada a celebrar los quinceaños de la vecinita de al lado. Fiesta linda, pero guarrilla: algunos coches cerraron el paso de la calle por los dos lados y ahí mesmo, en plena calle, instalaron mesas, arreglos florales, música, pista de baile, etcétera. El Oportuno y el Magnánimo llegaron cerca de las diez de la noche, a recoger a la Hurona. Los invitan a unirse a la cena. La Hurona muy mona, en una mesita, cenando salchichas asadas. Y entonces, nomás que sus apás mordieron un taco de carnucha a las brasas, que dice: "Queyo bailar ahí" (señala la presunta pista de baile). Las bocinas lanzan a todo volumen una de esas rolas horrendas hip-hoposas a la mexican curious. La Hurona pide que mamá Hurón la saque a la pista y mamá Hurón se traga la dignidad y la saca a bailar. Y ocurre. Que se suelta a bailar el bicho este, con auténtico ritmo hip-hoposo.
Aún sigo sin entender de dónde le llegó a esta mensa el gene que le permite pescar los ritmos al vuelo. El Oportuno y yo nomás no bailamos nada. Digo, nos gusta la música, pero entre que nos da pena demostrar que bailamos de la chingada y que la neta no nos hace ilusión pararnos a pisarnos mutuamente los callos, el caso es que no somos nada bailadores. Y la Hurona parece trompito. Nomás empieza a contonearse y baila como güerca antrera de dieciséis años. Neta que no me lo explico.
Segundo. Esta noche. Qué digo, no hace ni media hora. La Hurona obsesiva, escuchando como de costumbre su videocasete con rolas y videos de Tom Petty. De repente empieza "You jamming me". Y que se suelta a cantar.
Ya sé: si no habla español, menos va a hablar inglés. Pero les juro que canta en inglés. Claro, sonoro, sin titubeos ni sonrojos. Ya quisiera yo la décima parte de esa seguridad y galanura con que canta la rola.
Esta güerca me da miedo. Es más friki que yo. Me siento como que incapaz de llenar sus expectativas. Como que estoy muy contenta y muy preocupada. ¿Cómo será su adolescencia?
PD: La tercera. A esta güey le encanta el Concierto 5 para piano y orquesta de Beethoven. Ahora ya no sólo pide a Cash y a Gitanos en el carro. También pide "pano".
Weird!!!
Primera. Sábado por la noche. La Compañía de Luz y Fuerza es invitada a celebrar los quinceaños de la vecinita de al lado. Fiesta linda, pero guarrilla: algunos coches cerraron el paso de la calle por los dos lados y ahí mesmo, en plena calle, instalaron mesas, arreglos florales, música, pista de baile, etcétera. El Oportuno y el Magnánimo llegaron cerca de las diez de la noche, a recoger a la Hurona. Los invitan a unirse a la cena. La Hurona muy mona, en una mesita, cenando salchichas asadas. Y entonces, nomás que sus apás mordieron un taco de carnucha a las brasas, que dice: "Queyo bailar ahí" (señala la presunta pista de baile). Las bocinas lanzan a todo volumen una de esas rolas horrendas hip-hoposas a la mexican curious. La Hurona pide que mamá Hurón la saque a la pista y mamá Hurón se traga la dignidad y la saca a bailar. Y ocurre. Que se suelta a bailar el bicho este, con auténtico ritmo hip-hoposo.
Aún sigo sin entender de dónde le llegó a esta mensa el gene que le permite pescar los ritmos al vuelo. El Oportuno y yo nomás no bailamos nada. Digo, nos gusta la música, pero entre que nos da pena demostrar que bailamos de la chingada y que la neta no nos hace ilusión pararnos a pisarnos mutuamente los callos, el caso es que no somos nada bailadores. Y la Hurona parece trompito. Nomás empieza a contonearse y baila como güerca antrera de dieciséis años. Neta que no me lo explico.
Segundo. Esta noche. Qué digo, no hace ni media hora. La Hurona obsesiva, escuchando como de costumbre su videocasete con rolas y videos de Tom Petty. De repente empieza "You jamming me". Y que se suelta a cantar.
Ya sé: si no habla español, menos va a hablar inglés. Pero les juro que canta en inglés. Claro, sonoro, sin titubeos ni sonrojos. Ya quisiera yo la décima parte de esa seguridad y galanura con que canta la rola.
Esta güerca me da miedo. Es más friki que yo. Me siento como que incapaz de llenar sus expectativas. Como que estoy muy contenta y muy preocupada. ¿Cómo será su adolescencia?
PD: La tercera. A esta güey le encanta el Concierto 5 para piano y orquesta de Beethoven. Ahora ya no sólo pide a Cash y a Gitanos en el carro. También pide "pano".
Weird!!!
sábado, octubre 11, 2008
Hurón en dulcería
El Hurón tiene cuatro o cinco nuevos blogs. Pueden verlos (si quieren, que no es obligación) en el perfil del Hurón. Sólo puede suceder una de dos cosas: o se da gusto, o se empacha. A ver qué pasa.
viernes, octubre 10, 2008
¡Monstruo bebé!
La pequeña Hurona se ha aficionado obscenamente a Hellboy. Eso no deja de alegrar a los felices padres de la pequeña freak. Lo que nos da pendiente es el personaje con el que se identifica.
Cada vez que Hellboy hace su primera aparición en la película, la Hurona empieza a gritar: "¡Monstruo bebé, monstruo bebé!" Nosotros siempre creemos que se siente identidficada con él, pero hoy descubrimos que no, que se identifica con los monstruos feos: Rasputín (saliendo del charco de sangre cuando Ilsa y Kroenen lo reviven), Sammael, Kroenen, y los mismísimos Ogdru Jahad.
Hace un par de horas, mientras la Hurona veía por enésima vez Hellboy, se emocionó toda cuando salió Rasputín. Empezó a gritar "¡Monstruo feo, monstruo feo!". Le preguntamos que cómo se llamaba ella, y con un grito que le salió del alma, dijo "Monstruo feo, mamá".
We got it. Queríamos una nena freak para la causa, y me cae que ha superado las expectativas.
miércoles, octubre 08, 2008
Don't come around here no more
Pues sí. La Huroncita se ha aficionado mucho a Tom Petty, casi tanto como a Johnny Cash o a Fanfare Ciocarlia. De todas las rolas, esta es una de las que más le gusta. A mí me encanta, porque el video está muy chido, chistoso y cruel (acaban tragándose a Alicia, jeje).
Para el que no tenga idea de qué onda con la rola, aquí les dejo la letra, e incluso intentaré dejarles la liga para el video, aunque no estoy segura de conseguirlo.
http://www.youtube.com/watch?v=b5H0wUo37RY
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Whatever you're lookin for
Hey don't come around here no more
I've given up stop
I've given up stop
I've given up stop
On waiting any longer
I've given up on
This love getting stronger
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Don't come around here no more
I don't feel you anymore
You darken my door
Whatever you're lookin for
Hey don't come around here no more
I've given up stop
I've given up stop
I've given up stop
You tangle my emotions
I've given up honey
Please admit it's over
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Stop walking down my street
don't come around here no more
Who do you expect to meet
Don't come around here no more
And whatever you're lookin for
Hey don't come around here no more, hey
Honey please don't come around here no more
Whatever you're lookin for
Para el que no tenga idea de qué onda con la rola, aquí les dejo la letra, e incluso intentaré dejarles la liga para el video, aunque no estoy segura de conseguirlo.
http://www.youtube.com/watch?v=b5H0wUo37RY
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Whatever you're lookin for
Hey don't come around here no more
I've given up stop
I've given up stop
I've given up stop
On waiting any longer
I've given up on
This love getting stronger
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Don't come around here no more
I don't feel you anymore
You darken my door
Whatever you're lookin for
Hey don't come around here no more
I've given up stop
I've given up stop
I've given up stop
You tangle my emotions
I've given up honey
Please admit it's over
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Don't come around here no more
Stop walking down my street
don't come around here no more
Who do you expect to meet
Don't come around here no more
And whatever you're lookin for
Hey don't come around here no more, hey
Honey please don't come around here no more
Whatever you're lookin for
jueves, octubre 02, 2008
Dijo el Señor a los hurones
"Huronead y multiplicaos, y llenad las tiendas de huroncitos, y llenen la tierra de huroneadores". Y vio el Señor que eran bellos.
martes, septiembre 30, 2008
En un día como hoy, hace 32 años...
...vio la luz de este mundo mi bienamado compinche, el sr. Oportuno. Entre sus muchos logros, está haber sido primer lugar de su generación en cada escuela que ha pisado, ser uno de los criadores de gatos con más oficio que he conocido en mi vida, tolerar a su padre (que es chido, pero muy cagante), cuidar de elfos y fuegos fatuos, combatir ferozmente hormigas y cochinillas blancas, engendrar huronas, barrer y trapear los fines de semana, escuchar con inigualable paciencia los proyectos no realizados de decenas de cuentos de fantasmas, y llevar casi doce años casado con un Hurón.
Además de eso, admira a Bucky B. Katt y a Satchel, colecciona tapas de garrafones de agua, le gusta entretenerse en el departamento de electrónica de las tiendas, ahorra todo el año para ir a la Feria del libro, y le ha comprado a su Hurón su colección completa de Batman Animated.
Te quiero, Oportuno. Muchos años más, ¿sale?
lunes, septiembre 08, 2008
Japi bírdei, D
Mi comadre de hace un chingo de años (ya no llevo la cuenta exacta), la D, acaba de cumplir años este 7 de septiembre. La familia Hurón la visitó a ella, al G y a la H el sábado, y la pasaron de poca madre.
(Esa D, los tamales y el pastel estuvieron muy chidos, pero estuvo más chido pasar el rato con ustedes, y discutir de lo chilero de la movie de Batman y ver una película chilera de Batman :D Esperamos que la hayas pasado chidillo, sí-sí).
jueves, septiembre 04, 2008
Ahi la lleva
martes, septiembre 02, 2008
Hurona moneando
martes, agosto 26, 2008
Felicidad
La felicidad es felicidad, no importa que la causa sea pequeña.
Hace unos dos meses el Pachuco y yo rescatamos nuestro jazmín más antiguo (lo tenemos desde que nos mudamos a nuestra actual casa) de un hormiguero que lo tenía asolado ya hacía tiempo. Lo trasplantamos del piso a una maceta, y aunque el proceso fue lento, se adaptó y ahora parece bastante contento. Tiene hojitas muy verdes y tiernitas, y entre las ramas viejas y nudosas asoman muchas nuevas. Es probable que pronto se anime a dar alguna flor. Pero no corre prisa, me doy por bien servida que se haya salvado de los bichos.
Hace cosa de dos semanas el Pachuco y yo notamos que en el sitio donde estaba antes el jazmín brotó un retoñito. Una raicita que se quedó por ahí y sobrevivió el calor y despertó con las lluvias. Aventó unas hojitas muy monas y la microplanta estaba muy bonita en el suelo, cuando las hormigas la atacaron y la dejaron pelona. Ayer me animé a trasplantarla también a una macetita de barro. Hoy llegué a casa y la vi viva aún. Ojalá que siga viva mañana.
Hurón feliz, feliz :D
lunes, agosto 25, 2008
Tío Faco
La Hurona anduvo muy engentada este sábado por la noche con los tíos Sagaz, Sensato y compañía. El Sr. Sagaz tiene el honor de ser llamado, desde entonces, "Tío Faco". Ni modo, ya intenté remediarlo, sin resultados halagüeños. Y bueno, ya se está animando muy tímidamente a llamar a Pearl "Tía".
A propósito, la última foto la tomó la Hurona. Tiene buen ojo :D
Saludos.
A propósito, la última foto la tomó la Hurona. Tiene buen ojo :D
Saludos.
jueves, julio 31, 2008
La era de las mutaciones
La ciencia-ficción ha muerto, ¡viva la ciencia-ficción! Con sus temas de actualidad y su modus operandi, en cambio, obligado por la crisis a mutar, el género menos enchufado de la narrativa española parece decidido a desoír las trompetas del apocalipsis. Para ello, sus autores exploran, clonan, rediseñan... Los optimistas incluso dan píldoras de ánimo: la reciente nominación de Zigzag (Plaza & Janés), de José Carlos Somoza, al prestigioso Premio John W. Campbell; la concesión del Ateneo de Sevilla a Félix J. Palma por El mapa del tiempo, cuyo regreso al futuro con H. G. Wells rezuma steampunk; la aparición de sellos (Omicrón, Quantum) o revistas (Historias Asombrosas)... Según el crítico Julián Díez, coordinador en Minotauro de la excelente Antología de la ciencia ficción española (1982-2002), "el género aún es una herramienta poderosa. Sus temas son más pertinentes que nunca, aunque anden camuflados en obras como La carretera, de McCarthy, o Nunca me abandones, de Ishiguro. La ucronía y la distopía siguen vivas, lo que decae es su versión cientifista".
Sin tradición ni lectores, es cierto, la ciencia-ficción purista suena hoy tan trasnochada como el Coronel Ignotus. Ningún autor de la generación de oro de los noventa -Rafa Marín, Javier Negrete, Elia Barceló, León Arsenal, Juan Miguel Aguilera, Rodolfo Martínez- la ha cultivado esta década (a excepción de Martínez en El sueño del Rey Rojo, en Gigamesh) y muchos, tras borrar del disco duro la space opera y el ciberpunk, han preferido saltar a la fantasía, la historia o el género juvenil, como el hiperdotado César Mallorquí. Gracias a ello, con todo, la ciencia-ficción se está enriqueciendo con fórmulas mestizas. Lo ilustra Marín, que tras su irrupción con la mítica Lágrimas de luz, de 1982, ha mutado en varias líneas hasta urdir Juglar (Minotauro), una cuidada fusión de cantar de gesta y ucronía. De igual calidad, éxitos como La locura de Dios (Ediciones B), donde Aguilera sitúa a Ramon Llull ante una civilización de prodigiosa tecnología, o El secreto del orfebre (Lengua de Trapo), donde Barceló convierte un amor de posguerra en un poético viaje temporal, evidencian que la experimentación podría llevar a la ciencia-ficción mestiza a años luz de la actual.
Negrete, también en plena mutación con su ciclo sobre Tramórea, lo deja claro: "En mi obra aún hay ciencia-ficción, pero ahora hago fantasía razonada y ucronía... El género puro está obsoleto, suena freak". Tras admitir que la etiqueta crea rechazo, el madrileño declara: "Me da igual si Michael Chabon escribe o no ciencia-ficción; lo parece, pero no lo leo por eso, sino porque es bueno". Más dura, la respetada Elia Barceló añade: "Aunque los nostálgicos protesten, hoy manda la fusión, la hibridación, la búsqueda libro a libro. Y si para eso hay que ir a editoriales generalistas, se hará, le guste o no al fandom [mundillo de los aficionados]". Igual lo ve Díez, quien cree imparable el salto al mainstream: "Si un autor de género ve que un generalista gana un respeto que a él, por publicar en sellos especializados, le está vetado, es normal que desee cambiar de aires".
Cual cyborgs con prótesis de género, mientras, los colonos siguen llegando: del reincidente Somoza a Ray Loriga, Suso de Toro, Rosa Montero, Eduardo Mendoza o, esta temporada, Iban Zaldua (Porvenir), Palma o José María Merino (Las puertas de lo posible), los narradores más desprejuiciados han aprendido a infiltrar la ciencia-ficción en editoriales antes reacias, aunque sea a costa de eufemismos como fantasía especulativa, narrativa futurista, utopía científica... De confirmarse la tendencia, con todo, ¿se acentuará la crisis en las colecciones de género? ¿Se alargará la sombra de la extinta Miraguano en sellos especializados como Parnaso, Equipo Sirius, Grupo AJEC o las asentadas Gigamesh, Nova o La Factoría? "Vivimos de la fantasía, nadie pasa su mejor momento", reconoce Luis G. Prado, editor de Alamut/Bibliópolis; "muchos sólo traducen o publican a autores menores del fandom para contentar a los incondicionales". Sabedor de que best sellers como su buque insignia Andrzej Sapkowski o George R. R. Martin en Gigamesh se restringen a la fantasía extranjera, Prado pide resurgir con un cambio: "Los fans tipo Star Wars no lo son todo, los editores serios quizá deberíamos buscar otra denominación para el resto de la fantasía científica, que sí que interesa al gran público".
Menos seguro, el editor de Minotauro, José López Jara, reorienta el análisis: "Ante este cambio de ciclo, los autores han de entender que hay una ciencia-ficción que sí gusta: la del thriller científico a lo Frank Schätzing, la de la ecología y los riesgos del avance tecnológico". Inquieto porque a la editorial llegan pocos originales así (el Premio Minotauro no ha laureado en seis años ni una obra de ciencia-ficción), López Jara admite que es difícil crear cantera, como intentó hacer su predecesor Francisco García Lorenzana, pero anuncia que en 2009 lanzará Aquamarin, una novela sobre chips de la española de origen bielorruso Vera Parkhutic. "Por ahí", dice, "el género todavía tiene futuro".
Mientras, el núcleo duro prefiere mimar al autor del fandom, surja de premios y eventos o de unas publicaciones cada día más online. "De ahí sale poco talento, pero es casi el único", cree el crítico Juanma Santiago, seguro de que promesas como Eduardo Vaquerizo, José Antonio Cotrina o David Mares se forjaron en tales foros. Aun así, advierte: "El fandom con cerebro desaparece, internet clona a los fans y ya hay más escapismo que espíritu admonitorio, así que el caldo de cultivo corre peligro".
Habrá que vigilar: de ser así, las mutaciones, como en todo entorno hostil, seguirán multiplicándose...
RICARD RUIZ GARZÓN, en http://www.elpais.com/articulo/semana/era/mutaciones/elpepuculbab/20080719elpbabese_5/Tes
Sin tradición ni lectores, es cierto, la ciencia-ficción purista suena hoy tan trasnochada como el Coronel Ignotus. Ningún autor de la generación de oro de los noventa -Rafa Marín, Javier Negrete, Elia Barceló, León Arsenal, Juan Miguel Aguilera, Rodolfo Martínez- la ha cultivado esta década (a excepción de Martínez en El sueño del Rey Rojo, en Gigamesh) y muchos, tras borrar del disco duro la space opera y el ciberpunk, han preferido saltar a la fantasía, la historia o el género juvenil, como el hiperdotado César Mallorquí. Gracias a ello, con todo, la ciencia-ficción se está enriqueciendo con fórmulas mestizas. Lo ilustra Marín, que tras su irrupción con la mítica Lágrimas de luz, de 1982, ha mutado en varias líneas hasta urdir Juglar (Minotauro), una cuidada fusión de cantar de gesta y ucronía. De igual calidad, éxitos como La locura de Dios (Ediciones B), donde Aguilera sitúa a Ramon Llull ante una civilización de prodigiosa tecnología, o El secreto del orfebre (Lengua de Trapo), donde Barceló convierte un amor de posguerra en un poético viaje temporal, evidencian que la experimentación podría llevar a la ciencia-ficción mestiza a años luz de la actual.
Negrete, también en plena mutación con su ciclo sobre Tramórea, lo deja claro: "En mi obra aún hay ciencia-ficción, pero ahora hago fantasía razonada y ucronía... El género puro está obsoleto, suena freak". Tras admitir que la etiqueta crea rechazo, el madrileño declara: "Me da igual si Michael Chabon escribe o no ciencia-ficción; lo parece, pero no lo leo por eso, sino porque es bueno". Más dura, la respetada Elia Barceló añade: "Aunque los nostálgicos protesten, hoy manda la fusión, la hibridación, la búsqueda libro a libro. Y si para eso hay que ir a editoriales generalistas, se hará, le guste o no al fandom [mundillo de los aficionados]". Igual lo ve Díez, quien cree imparable el salto al mainstream: "Si un autor de género ve que un generalista gana un respeto que a él, por publicar en sellos especializados, le está vetado, es normal que desee cambiar de aires".
Cual cyborgs con prótesis de género, mientras, los colonos siguen llegando: del reincidente Somoza a Ray Loriga, Suso de Toro, Rosa Montero, Eduardo Mendoza o, esta temporada, Iban Zaldua (Porvenir), Palma o José María Merino (Las puertas de lo posible), los narradores más desprejuiciados han aprendido a infiltrar la ciencia-ficción en editoriales antes reacias, aunque sea a costa de eufemismos como fantasía especulativa, narrativa futurista, utopía científica... De confirmarse la tendencia, con todo, ¿se acentuará la crisis en las colecciones de género? ¿Se alargará la sombra de la extinta Miraguano en sellos especializados como Parnaso, Equipo Sirius, Grupo AJEC o las asentadas Gigamesh, Nova o La Factoría? "Vivimos de la fantasía, nadie pasa su mejor momento", reconoce Luis G. Prado, editor de Alamut/Bibliópolis; "muchos sólo traducen o publican a autores menores del fandom para contentar a los incondicionales". Sabedor de que best sellers como su buque insignia Andrzej Sapkowski o George R. R. Martin en Gigamesh se restringen a la fantasía extranjera, Prado pide resurgir con un cambio: "Los fans tipo Star Wars no lo son todo, los editores serios quizá deberíamos buscar otra denominación para el resto de la fantasía científica, que sí que interesa al gran público".
Menos seguro, el editor de Minotauro, José López Jara, reorienta el análisis: "Ante este cambio de ciclo, los autores han de entender que hay una ciencia-ficción que sí gusta: la del thriller científico a lo Frank Schätzing, la de la ecología y los riesgos del avance tecnológico". Inquieto porque a la editorial llegan pocos originales así (el Premio Minotauro no ha laureado en seis años ni una obra de ciencia-ficción), López Jara admite que es difícil crear cantera, como intentó hacer su predecesor Francisco García Lorenzana, pero anuncia que en 2009 lanzará Aquamarin, una novela sobre chips de la española de origen bielorruso Vera Parkhutic. "Por ahí", dice, "el género todavía tiene futuro".
Mientras, el núcleo duro prefiere mimar al autor del fandom, surja de premios y eventos o de unas publicaciones cada día más online. "De ahí sale poco talento, pero es casi el único", cree el crítico Juanma Santiago, seguro de que promesas como Eduardo Vaquerizo, José Antonio Cotrina o David Mares se forjaron en tales foros. Aun así, advierte: "El fandom con cerebro desaparece, internet clona a los fans y ya hay más escapismo que espíritu admonitorio, así que el caldo de cultivo corre peligro".
Habrá que vigilar: de ser así, las mutaciones, como en todo entorno hostil, seguirán multiplicándose...
RICARD RUIZ GARZÓN, en http://www.elpais.com/articulo/semana/era/mutaciones/elpepuculbab/20080719elpbabese_5/Tes
lunes, julio 28, 2008
La ciencia ya no es ficción
La ciencia puede iluminar nuestro entendimiento, pero la literatura nos ofrece algo que la mayoría de las personas valoran más, porque les resulta más próximo: entretener sus días, divirtiéndoles una veces, conmoviéndoles otras. La ciencia-ficción reúne a ambas, en una combinación que, cierto es, no siempre es rigurosa desde el punto de vista científico, pero ¿importa esto, si de lo que se trata es de entretener, de desplegar imaginación?
Está claro, por ejemplo, que cuando en los Viajes de Gulliver (1726) Jonathan Swift describía una Isla Volante, Laputa, que se mantenía en el aire mediante un imán de tamaño descomunal que controlaban unos astrónomos, estaba haciendo ciencia-ficción, todo lo primitiva que se quiera, pero ciencia-ficción (como, por cierto, también lo fue un libro, Somnium, que escribió Kepler, publicado póstumamente en 1634, en el que explicaba y defendía el sistema heliocéntrico describiendo las observaciones que realizaba un hombre que había sido transportado a la Luna por demonios). Ahora bien, si valoramos los Viajes de Gulliver, si la consideramos una novela inmortal, es porque en ella Swift desplegó una tan ácida como maravillosamente imaginativa crítica. En los capítulos en que hablaba de los laputanos ("gentes tan sumidas en profundas especulaciones que no son capaces de hablar y de prestar atención a lo que otros dicen"), en realidad de lo que trataba era de los científicos; éstos eran su objetivo, desde el rey hasta los criados que "cortaban el pan en conos, cilindros, paralelogramos y otras figuras geométricas". Nos importa menos, y desde luego no ha dejado huella en la ciencia, el que incluyese entre los grandes temores de los laputanos el de si la Tierra, al acercarse continuamente al Sol, acabaría por ser atraída y tragada por él, o que la superficie solar quedara cubierta gradualmente por una costra producida por sus emanaciones que impidiera iluminar y calentar a la Tierra.
Y ya que nos ha aparecido la cuestión de la posible viabilidad futura de lo que autores de ciencia-ficción han imaginado, ¿ha sido frecuente que acertasen?
No es posible olvidar en este sentido la que muchos consideran como la primera obra de ciencia-ficción en sentido estricto: el Frankenstein (1818) de Mary Shelley. En una era como la presente, dominada en ciencia por disciplinas como la biología molecular, la ingeniería genética y la biotecnología, y por logros como clonaciones, células madre o animales y plantas transgénicas, el monstruo creado por el científico protagonista de la novela de Shelley nos resulta familiar y acaso posible. Más aún, el trasfondo ético-moral que subyace detrás de la novela es hoy más actual que nunca.
¡Y qué decir de Un mundo feliz (1932), de Aldous Huxley, con embriones producidos en masa; esto es, la reproducción humana convertida en un proceso industrial selectivo (además, los embriones eran tratados de manera que condujeran a diferentes tipos, de acuerdo con sus destinos futuros)! Shelley y Huxley vieron, con claridad o intuyéndolo, posibilidades que la era del ADN recombinante está alumbrando.
Cuando se habla de éxito en las predicciones de autores de obras de ciencia-ficción, es inevitable mencionar el nombre de Julio Verne. Cierto, en sus novelas aparecen, por ejemplo, submarinos movidos con energía eléctrica (el Nautilus de Veinte mil leguas de viaje submarino, 1869-1870) o telégrafos "fotográficos" (París en el siglo XX, obra póstuma) que podían enviar a distancia facsímiles de documentos. Ahora bien, lo que pocas veces se dice es que Verne no fue el primero que imaginó artilugios semejantes. En 1880, el ingeniero norteamericano Robert Fulton presentó a Napoleón un submarino que había construido, proponiéndole que lo utilizase contra los ingleses. El nombre que le puso fue ¡Nautilus! Y en 1859, Narcis Monturiol construyó el Ictíneo, que llegó a sumergirse en el puerto de Barcelona. En cuanto al telégrafo fotográfico que presagiaba el fax, como en la propia novela se reconoce fue un invento de un italiano, Giovanni Caselli (1815-1891): lo llamaba "pantetelégrafo". La imaginación de Verne estaba bien nutrida por conocimientos científicos. En realidad fue una mezcla de novelista y divulgador científico, aunque esa faceta de su obra haya quedado difuminada con el paso del tiempo.
H. G. Wells es otro de los hitos clásicos en la literatura de ciencia-ficción. Combinaba el horror gótico de Shelley con los viajes de Verne y la sátira de Swift, y vislumbró algo de lo que la ciencia haría en el futuro si no posible sí imaginable. Recordemos en este sentido La máquina del tiempo (1895) y La guerra de los mundos (1898), en la que predecía la posibilidad de bombas atómicas. Por cierto, el físico Leo Szilard leyó esta novela cuando en la década de 1930 estaba desarrollando la idea de una reacción nuclear en cadena. Tal vez aquella experiencia le sirviese cuando el propio Szilard probó suerte en el género con el propósito de utilizar la ciencia-ficción para defender sus llamamientos a favor de la paz mundial. Voice of the dolphins (1961) es su principal obra en este campo.
Como Szilard y Kepler, otros distinguidos científicos también han practicado esta difícil empresa literaria. Dos astrofísicos, Fred Hoyle, autor de, entre otras, La nube negra (1957), y Carl Sagan (Contacto) son mis favoritos en este apartado. El ejemplo de Contacto viene bien para recordar un elemento que ha figurado en legiones de novelas de ciencia-ficción, los viajes por el espacio en general, y en el tiempo en particular. Es verdad que tales periplos habían sido imaginados antes (no es difícil), pero sólo adquirieron un tinte de seriedad tras el advenimiento de la teoría de la relatividad general de Einstein y de la cosmología relativista. Agujeros de gusano y negros o universos paralelos son elementos que la ciencia relativista ha puesto a disposición de los autores de ciencia-ficción y no al revés.
Y es que es muy difícil predecir el futuro. Recordemos el caso del físico estadounidense Albert Michelson, premio Nobel de Física en 1907, quien en 1894 pronunció las siguientes palabras: "Parece probable que la mayoría de los grandes principios básicos hayan sido ya firmemente establecidos y que haya que buscar los futuros avances sobre todo aplicando de manera rigurosa estos principios... Las futuras verdades de la Ciencia Física se deberán buscar en la sexta cifra de los decimales". Un año después de que Michelson pronunciase estas rotundas, y equivocadas, palabras, en 1895, Röntgen descubría los rayos X y el año siguiente Becquerel la radiactividad. La historia de la ciencia no se puede leer desde el punto de vista de la ciencia-ficción. De hecho, no es infrecuente, especialmente a partir del último siglo y medio, que los descubrimientos científicos nos parezcan más ficción que realidad; la física cuántica, con sus ondas probabilistas en las que conviven ondas y partículas, constituye un buen ejemplo. El autor de ciencia-ficción puede, acaso, imaginar el futuro, pero algunos científicos lo vislumbrarán con mayor seguridad. Mi ejemplo preferido en este sentido es el de William Ayrton, un hoy olvidado catedrático de Física aplicada de ingeniería eléctrica de Londres. En una conferencia que pronunció en 1897, Ayrton pronunció estas proféticas palabras: "No hay duda de que llegará el día en el que probablemente tanto yo como ustedes habremos sido olvidados, en el que los cables de cobre, el hierro y la gutapercha que los recubre serán relegados al museo de antigüedades. Entonces, cuando una persona quiera telegrafiar a un amigo, incluso sin saber dónde pueda estar, llamará con una voz electromagnética que será escuchada por aquel que tenga el oído electromagnético, pero que permanecerá silenciosa para todos los demás. Dirá '¿dónde estás?' y la respuesta llegará audible a la persona con el oído electromagnético: 'Estoy en el fondo de una mina de carbón, o cruzando los Andes, o en el medio del Pacífico".
En la era de los teléfonos móviles, las anteriores palabras suenan familiares, ¿no?
JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ RON, en http://www.elpais.com/articulo/semana/ciencia/ficcion/elpepuculbab/20080719elpbabese_4/Tes/
Está claro, por ejemplo, que cuando en los Viajes de Gulliver (1726) Jonathan Swift describía una Isla Volante, Laputa, que se mantenía en el aire mediante un imán de tamaño descomunal que controlaban unos astrónomos, estaba haciendo ciencia-ficción, todo lo primitiva que se quiera, pero ciencia-ficción (como, por cierto, también lo fue un libro, Somnium, que escribió Kepler, publicado póstumamente en 1634, en el que explicaba y defendía el sistema heliocéntrico describiendo las observaciones que realizaba un hombre que había sido transportado a la Luna por demonios). Ahora bien, si valoramos los Viajes de Gulliver, si la consideramos una novela inmortal, es porque en ella Swift desplegó una tan ácida como maravillosamente imaginativa crítica. En los capítulos en que hablaba de los laputanos ("gentes tan sumidas en profundas especulaciones que no son capaces de hablar y de prestar atención a lo que otros dicen"), en realidad de lo que trataba era de los científicos; éstos eran su objetivo, desde el rey hasta los criados que "cortaban el pan en conos, cilindros, paralelogramos y otras figuras geométricas". Nos importa menos, y desde luego no ha dejado huella en la ciencia, el que incluyese entre los grandes temores de los laputanos el de si la Tierra, al acercarse continuamente al Sol, acabaría por ser atraída y tragada por él, o que la superficie solar quedara cubierta gradualmente por una costra producida por sus emanaciones que impidiera iluminar y calentar a la Tierra.
Y ya que nos ha aparecido la cuestión de la posible viabilidad futura de lo que autores de ciencia-ficción han imaginado, ¿ha sido frecuente que acertasen?
No es posible olvidar en este sentido la que muchos consideran como la primera obra de ciencia-ficción en sentido estricto: el Frankenstein (1818) de Mary Shelley. En una era como la presente, dominada en ciencia por disciplinas como la biología molecular, la ingeniería genética y la biotecnología, y por logros como clonaciones, células madre o animales y plantas transgénicas, el monstruo creado por el científico protagonista de la novela de Shelley nos resulta familiar y acaso posible. Más aún, el trasfondo ético-moral que subyace detrás de la novela es hoy más actual que nunca.
¡Y qué decir de Un mundo feliz (1932), de Aldous Huxley, con embriones producidos en masa; esto es, la reproducción humana convertida en un proceso industrial selectivo (además, los embriones eran tratados de manera que condujeran a diferentes tipos, de acuerdo con sus destinos futuros)! Shelley y Huxley vieron, con claridad o intuyéndolo, posibilidades que la era del ADN recombinante está alumbrando.
Cuando se habla de éxito en las predicciones de autores de obras de ciencia-ficción, es inevitable mencionar el nombre de Julio Verne. Cierto, en sus novelas aparecen, por ejemplo, submarinos movidos con energía eléctrica (el Nautilus de Veinte mil leguas de viaje submarino, 1869-1870) o telégrafos "fotográficos" (París en el siglo XX, obra póstuma) que podían enviar a distancia facsímiles de documentos. Ahora bien, lo que pocas veces se dice es que Verne no fue el primero que imaginó artilugios semejantes. En 1880, el ingeniero norteamericano Robert Fulton presentó a Napoleón un submarino que había construido, proponiéndole que lo utilizase contra los ingleses. El nombre que le puso fue ¡Nautilus! Y en 1859, Narcis Monturiol construyó el Ictíneo, que llegó a sumergirse en el puerto de Barcelona. En cuanto al telégrafo fotográfico que presagiaba el fax, como en la propia novela se reconoce fue un invento de un italiano, Giovanni Caselli (1815-1891): lo llamaba "pantetelégrafo". La imaginación de Verne estaba bien nutrida por conocimientos científicos. En realidad fue una mezcla de novelista y divulgador científico, aunque esa faceta de su obra haya quedado difuminada con el paso del tiempo.
H. G. Wells es otro de los hitos clásicos en la literatura de ciencia-ficción. Combinaba el horror gótico de Shelley con los viajes de Verne y la sátira de Swift, y vislumbró algo de lo que la ciencia haría en el futuro si no posible sí imaginable. Recordemos en este sentido La máquina del tiempo (1895) y La guerra de los mundos (1898), en la que predecía la posibilidad de bombas atómicas. Por cierto, el físico Leo Szilard leyó esta novela cuando en la década de 1930 estaba desarrollando la idea de una reacción nuclear en cadena. Tal vez aquella experiencia le sirviese cuando el propio Szilard probó suerte en el género con el propósito de utilizar la ciencia-ficción para defender sus llamamientos a favor de la paz mundial. Voice of the dolphins (1961) es su principal obra en este campo.
Como Szilard y Kepler, otros distinguidos científicos también han practicado esta difícil empresa literaria. Dos astrofísicos, Fred Hoyle, autor de, entre otras, La nube negra (1957), y Carl Sagan (Contacto) son mis favoritos en este apartado. El ejemplo de Contacto viene bien para recordar un elemento que ha figurado en legiones de novelas de ciencia-ficción, los viajes por el espacio en general, y en el tiempo en particular. Es verdad que tales periplos habían sido imaginados antes (no es difícil), pero sólo adquirieron un tinte de seriedad tras el advenimiento de la teoría de la relatividad general de Einstein y de la cosmología relativista. Agujeros de gusano y negros o universos paralelos son elementos que la ciencia relativista ha puesto a disposición de los autores de ciencia-ficción y no al revés.
Y es que es muy difícil predecir el futuro. Recordemos el caso del físico estadounidense Albert Michelson, premio Nobel de Física en 1907, quien en 1894 pronunció las siguientes palabras: "Parece probable que la mayoría de los grandes principios básicos hayan sido ya firmemente establecidos y que haya que buscar los futuros avances sobre todo aplicando de manera rigurosa estos principios... Las futuras verdades de la Ciencia Física se deberán buscar en la sexta cifra de los decimales". Un año después de que Michelson pronunciase estas rotundas, y equivocadas, palabras, en 1895, Röntgen descubría los rayos X y el año siguiente Becquerel la radiactividad. La historia de la ciencia no se puede leer desde el punto de vista de la ciencia-ficción. De hecho, no es infrecuente, especialmente a partir del último siglo y medio, que los descubrimientos científicos nos parezcan más ficción que realidad; la física cuántica, con sus ondas probabilistas en las que conviven ondas y partículas, constituye un buen ejemplo. El autor de ciencia-ficción puede, acaso, imaginar el futuro, pero algunos científicos lo vislumbrarán con mayor seguridad. Mi ejemplo preferido en este sentido es el de William Ayrton, un hoy olvidado catedrático de Física aplicada de ingeniería eléctrica de Londres. En una conferencia que pronunció en 1897, Ayrton pronunció estas proféticas palabras: "No hay duda de que llegará el día en el que probablemente tanto yo como ustedes habremos sido olvidados, en el que los cables de cobre, el hierro y la gutapercha que los recubre serán relegados al museo de antigüedades. Entonces, cuando una persona quiera telegrafiar a un amigo, incluso sin saber dónde pueda estar, llamará con una voz electromagnética que será escuchada por aquel que tenga el oído electromagnético, pero que permanecerá silenciosa para todos los demás. Dirá '¿dónde estás?' y la respuesta llegará audible a la persona con el oído electromagnético: 'Estoy en el fondo de una mina de carbón, o cruzando los Andes, o en el medio del Pacífico".
En la era de los teléfonos móviles, las anteriores palabras suenan familiares, ¿no?
JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ RON, en http://www.elpais.com/articulo/semana/ciencia/ficcion/elpepuculbab/20080719elpbabese_4/Tes/
sábado, julio 26, 2008
Curioso...
Una de las películas animadas favoritas del Hurón es El gigante de hierro (The Iron Giant), que ve sin falta cada ocasión que la ponen por televisión.
El Hurón acaba de descubrir que la película, diridida por Brad Bird (el cabroncete que hizo The Incredibles y Ratatouille), está basada en un libro infantil llamado The Iron Man, ilustrado por Andrew Davidson y escrito por un tal Ted Hughes. Resulta que se trata de ese Ted Hughes. Me resulta curioso. Muy, muy curioso. Definitivamente, son demasiadas pasmareces reunidas en torno a una sola película.
viernes, julio 25, 2008
Una galaxia que se apaga
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana... snif.
La ciencia-ficción está de capa caída, un manto más oscuro que el de Darth Vader parece haber caído sobre nuestro querido género, en el terreno literario. La muerte y el crepúsculo se han adueñado de los viejos grandes maestros: el risueño Arthur C. Clarke ha fallecido (adieu Rama), JG Ballard se enfrenta a su personal apocalipsis en forma de cáncer y Ray Bradbury, a punto de cumplir 88 años, estruja su melancolía soñando con que esparcirán sus cenizas en los desiertos de Marte. Ya no están con nosotros Stanislaw Lem, Zelazny, Heinlein, Asimov... Son unos ancianos Aldiss, Pohl, Harry Harrison. No se ve surgir nombres a la altura de aquellos grandes que desaparecen. Muchos buenos autores se pasan a la fantasía. Ursula K. Le Guin acaba de publicar en Estados Unidos Lavinia, ¡una relectura de la Eneida contada por una mujer! Pero es que además, y esto es lo peor, nadie parece leer ya ciencia-ficción. Las colecciones languidecen. Editoriales que se lanzaron a publicar sellos nuevos, confiadas en un boom como el de la historia militar, se replantean la decisión. Los aficionados de siempre aparecen como aquellos vagabundos solitarios de Fahrenheit 451 que deambulaban como fantasmas con los viejos libros memorizados buscando infructuosamente a alguien a quien traspasar el legado. ¿Alguien ha oído hablar de La Fundación? ¿Qué ha sido de los Heechees? ¿Queda vida en el superjoviano planeta Mesklin, aunque sea vida muy aplastada por la gravedad?
El futuro ya no es lo que era. Clarke, al que le gustaba hacer profecías científicas, había vaticinado alegremente para este julio de 2008 (véase Greetings, carbon-based bipeds, Harper Collins, 2000) que en su ochenta cumpleaños Kubrick recibiría un Oscar especial de Hollywood. Claro que también veía al príncipe Harry en 2013 en el espacio (de momento ha estado en Afganistán) y a él mismo en su centenario (16 de diciembre de 2017) alojado en el hotel espacial Hilton Orbiter... Pobrecillo, que los Superseñores de El fin de la infancia le tengan en su seno.
En fin, no sigamos poniéndonos nostálgicos. ¿Qué le pasa a la ciencia-ficción? ¿Está realmente mal la cosa?
Miquel Barceló, editor de la legendaria colección Nova, veterano fan del género, autor de una obra de referencia sobre éste (Ciencia-ficción, guía de lectura, Nova, 1990, de la que todos esperamos ansiosamente su anunciada puesta al día: ¡vamos Miquel!) y profesor en la Facultad de Informática de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), responde con un gesto elocuente: en la cafetería de la UPC, tan vacía en estos días veraniegos como un club de admiradores de Hal Clements -el más duro de la SF dura, muerto, por cierto, hélas, en 2003-, inclina el pulgar hacia abajo. "En la historia de la ciencia-ficción hay épocas de vacas gordas y de vacas flacas. Ésta es de flacas. Es algo cíclico. Pero ahora es más serio, mucho más serio, me temo".
Barceló, factótum del veterano premio UPC del género, hace una pausa dramática. La cafetera del bar aprovecha para emitir un ruido ominoso que recuerda los servomecanismos de los marcianos en La guerra de los mundos mientras se enciende una lucecita que sugiere el inquietante ojo escrutador de Hal (por cierto, ¿recuerdan la frase del supercomputador en 2001, una odisea del espacio?: "Tenemos un problema", ¡Clarke se adelantó dos años al leitmotiv del Apolo XIII!; parafraseémoslo: Ciencia-ficción, tenemos un problema). "La ciencia-ficción está yendo a menos. Es un hecho. En Estados Unidos hay un cambio de nombres y los nuevos no son conocidos, no logran un reconocimiento como antes. Aquí nadie se atreve a publicarlos. Las cifras de venta caen. En España, a la mitad. Ha habido un exceso de oferta en los últimos años que ha saturado el mercado, y a eso hay que añadir ahora una falta de demanda".
El especialista tiene una teoría sobre lo que está pasando -y que a él como editor le ha llevado a recortar su número de títulos-. Son varias las razones que llevan al declive del género en su faceta literaria. "El lector de ciencia-ficción típico es una persona interesada, en mayor o menor grado, en temas tecnológicos. Es una persona que pasa mucho tiempo en internet y ese tiempo ya no lo dedica a leer. Y está el audiovisual. El aficionado a la ciencia-ficción, al que siempre le han encantado las películas, encuentra un acceso ilimitado a ellas y a las series de televisión del género en la red, puede bajarse lo que quiera y verlo tranquilamente en casa. En referencia a la televisión, estamos hablando de muchas horas: las diez temporadas de Stargate SG 1, las cuatro de Stargate Atlantis, todos los capítulos de Battlestar Galactica, Star Trek
... ¿Cuánto tiempo significa eso de recorte de lectura?".
Lo paradójico es que bastante gente sigue interesada genéricamente en la ciencia-ficción, pero no en los libros, sino en otros soportes. Como en el cine. Aunque es difícil encontrar en los últimos tiempos alguna película que compita por el título de la mejor del género o que haya influido tanto como lo hizo en su día, por ejemplo, la Matrix de los Wachowski (1999: ¡hace ya nueve años!).
Otro fenómeno que perjudica a la ciencia-ficción, apunta Barceló, es que muchos de los temas clásicos del género forman parte hoy de nuestra vida cotidiana y ya no los percibimos como tales. La bioingeniería, por ejemplo, la inteligencia artificial o la continua revolución en las comunicaciones. Eso ya no nos parece ficción, sino pura ciencia. En general, la especulación parece haber perdido el sentido que tenía antes. El mañana se está comiendo el futuro. "La realidad deja obsoleta pronto cualquier predicción o hace ridículos los escenarios imaginados. Por eso una buena parte del género se dedica desde hace tiempo al futuro cercano, inmediato, más controlable, como hizo Gibson con Neuromante (Minotauro) y como ha hecho el ciberpunk. El futuro lejano interesa menos". Gibson predijo en 1984 el ciberespacio como una realidad virtual consensuada por los usuarios que accedían a él mentalmente a través de la interfaz cerebral con el ordenador. Es verdad que algunos lugares más allá de la pantalla en los que se meten hoy en día nuestros adolescentes no resultan menos complejos y siniestros que los escenarios de Neuromante, Conde Zero o Mona Lisa acelerada...
"Si nos fijamos en los autores clásicos que mejor continúan funcionando, dentro de la crisis", apunta el estudioso, "son los de la ciencia-ficción más cercana, los de los mundos interiores, personales, obsesivos, muchas veces mundos enajenados, insanos, autores de los que atrae, más que la ciencia, la complejidad psicológica, muy interesante para la gente de hoy. Escritores como Philip K. Dick o Ballard. Significativamente, son autores que, como en el caso de Ballard, han ido saliéndose del género o creándose un lector propio".
Ballard, no lo olvidemos, capaz de revelar lo abismal que puede ser una piscina, vacía, es el hombre que ha dicho que el único planeta realmente extraño es la Tierra -no en balde pasó la II Guerra Mundial en el campo de prisioneros japonés de Lunghua con compatriotas que se negaban a desprenderse de sus palos de cricket-, y que es el espacio interior, no el exterior, el que ha de explorarse (Guía del usuario para el nuevo milenio, ensayos y reseñas, Minotauro, 2002).
"Hay un cambio cultural: creo que podríamos vaticinar la muerte de la ciencia-ficción por disolución en el contexto", continúa Barceló. Como decíamos, el mañana está tan cerca que se come la ciencia-ficción. Quién hubiera dicho que el cambio climático, por ejemplo, que ha inspirado sensacionales novelas como El mundo sumergido (1962) o La sequía (1964) -ambas en Minotauro-, por no salir de Ballard, se convertiría en un tema esencial de la actualidad inmediata.
Un síntoma de esa disolución de la ciencia-ficción es cómo la literatura generalista está apropiándose de obras que hace unos años se hubieran publicado en colecciones del género y con esa etiqueta. "La literatura digamos convencional se ha permeabilizado a los contenidos de ciencia-ficción de una manera que parecía impensable. Se han roto muchas barreras. Pasó con Criptonomicón (Ediciones B, tres volúmenes), de Neal Stephenson, publicitado como libro para hackers y muy vendido. Se intenta con Spin (Omicron, 2008), de Robert Charles Wilson (sobre un escudo misterioso instalado por unos alienígenas en torno a la Tierra), presentado como matrimonio entre la ciencia-ficción hard y la novela literaria y que ganó el Premio Hugo en 2006". Otro caso es el de Greg Bear (1951), uno de los grandes nombres actuales, un tipo tan del género que hasta se casó con la hija de Poul Anderson. Bear, autor, de Eon (Ultramar, 1988) -alucinante revisión del tema clásico del asteroide o mundo hueco- y uno de los continuadores de la saga de La Fundación asimoviana (Fundación y caos, Nova, 1999), se pasó en su último libro, Quantico (Harper Collins, 2005, en España lo publicará Ediciones B, fuera de la colección especializada Nova), al technothriller, con mezcla de biotecnología y política. Del antes citado Stephenson se ha publicado Interfaz (Nova, 2007), una novela del mismo estilo escrita a medias por el autor con su tío, un profesor de Ciencias Políticas, y que trata sobre un presidente de Estados Unidos al que le implantan un chip en el cerebro. Richard Morgan (autor de Carbono alterado, Minotauro), ha ganado el Arthur C. Clarke a la mejor novela de ciencia-ficción publicada en el Reino Unido en 2007 por Black Man, un thriller, de nuevo, sobre genética. "El technothriller está por todas partes", señala Barceló mirando alrededor con aire alerta como si estuviéramos en El día de los trífidos.
Una clara evidencia de la mencionada permeabilidad de fronteras es que le hayan dado el Nebula, otro de los grandes galardones del género, a El sindicato de policía yiddish, nada menos, de alguien a quien la gente relaciona tan poco con la ciencia-ficción como Michel Chabon. Es cierto que la novela es una distopía -una utopía negativa- en la que Israel ha quedado colapsado en 1948 y los judíos europeos han debido establecerse en Alaska, que ya es tema. En España la ha publicado Mondadori. En buena manera, como ha señalado muy ingeniosamente un colega, la ciencia-ficción está siguiendo los pasos de la narrativa erótica, que ha desbordado el género estricto salpicándolo todo, y perdón por la imagen. La ciencia-ficción, podría decirse, está perdiendo su identidad genérica.
Encontramos, pues, ciencia-ficción por todas partes: en los numerosos thrillers biotecnológicos que han proliferado en las colecciones de best sellers, por ejemplo. "Pero la buena ciencia-ficción", considera Barceló, "en última instancia pierde en esos formatos. Domingo Santos, el gran padre teórico del género entre nosotros, decía que la ciencia-ficción no puede ser editada en España por editoriales grandes porque tiene un clarísimo tope de mercado y eso hace impacientarse, frustrarse y desanimarse a las empresas que buscan muchos beneficios. En este país han funcionado tradicionalmente las pequeñas editoriales, de las que ahora son ejemplo Bibliópolis, La Factoría de Ideas, Gigamesh..., que publican quizá dos mil ejemplares por norma de cada título y cuidan más sus programaciones". Un problema grave para la salud de la literatura de ciencia-ficción es que el lector típico del género, que era muy coleccionista, muy seguidor de las colecciones y solía comprarse todos los títulos de sus favoritas, ha dejado de serlo. "Antes vivíamos mucho de ese lector que compraba todo lo que publicabas, que quería estar al día, seguir contigo las vicisitudes del género. Ese lector casi ha desaparecido".
Para más inri, diríase que la ciencia-ficción ha perdido punch social, parte de lo que era su función en nuestra sociedad. "La ciencia-ficción clásica hablaba de un futuro lejano. Hoy parece no tener sentido la gran especulación. Las cosas cambian demasiado deprisa. Los sueños de un futuro lejano pierden rápidamente verosimilitud. La realidad lo deja casi todo obsoleto en veinte años".
La ciencia-ficción escrita, por otro lado, parece haberse alejado, a diferencia de la fantasía, del lector que busca más la evasión, un lector al que quizá no le apetece tanto meterse en novelas que requieren una honda formación científica. "Es cierto que Asimov y Clarke, de los que ahora muchos fans de la ciencia-ficción echan pestes, escribían tan sencillito que llegaban a todo el mundo. Recuerdo haber leído algo sobre un estudio literario acerca de los tropos y metáforas en la obra de Asimov y que concluía que no los hay".
Otro elemento distorsionador es que en la actualidad la narrativa para jóvenes se ha convertido en un género con carta de naturaleza propia, mientras que antes, a falta de esos productos específicos (el paradigma sería Harry Potter), si exceptuamos la inefable Enid Blyton y sus epifenómenos, la ciencia-ficción (como la gran narrativa de aventuras) era una iniciación a la lectura para muchos jóvenes, que luego permanecían en él. O sea, que no se crea público de futuro. Curiosamente, algunos clásicos de la ciencia-ficción de los setenta que se prestan a ello están siendo reeditados para el público joven, presentados como género fantástico en un sentido amplio. Es el caso de la hermosa saga de los dragoneros de Pern, de Anne MacCaffrey -historia ambientada en una lejana colonia de la Tierra en la que los humanos han aprendido a operar simbióticamente con criaturas telepáticas semejantes a dragones en lucha contra una amenaza alienígena-, cuya trilogía original editó Acervo en 1977 y acaba de reeditar ahora Roca editorial, ¡en la estela del fenómeno Eragorn!
Hoy en día la iniciación en la ciencia-ficción es mucho más difícil. Paradójicamente, los jóvenes tecnológicamente más punteros de la historia se están perdiendo un género literario que parece hecho para ellos.
Llegados a este punto, ¿podemos dar algunas notas de optimismo? Bueno, la ciencia-ficción interesa en cine, en parte gracias a que a Willie Smith le gusta el género. En ensayo encontramos que el Premio Anagrama de la categoría lo ha ganado este año Descenso literario a los infiernos demográficos, de Andreu Domingo, un libro sobre las distopías, con muchísimas referencias a la ciencia-ficción. Las convenciones, foros y encuentros del género siguen reuniendo a mucha gente -en Valencia uno sobre la La guerra de las galaxias logró un éxito al traer al actor Garrick Hagon, intérprete de uno de los pilotos colegas de Luke Skywalker, Biggs Darklighter (Rojo Tres), caído en el ataque a la Estrella de la Muerte-. Una de las grandes exposiciones de la temporada y que se inaugura el próximo día 22 en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) está dedicada a Ballard. Y, sin duda, se están publicando, pese a todo, buenos títulos del género. Quien firma estas líneas, sin ir más lejos, ha leído recientemente un par de novelas muy sugerentes, La vieja guardia, de John Scalzi (Minotauro), con unas entrañables tropas del espacio de la tercera edad, y Camuflaje, del viejo amigo Joe Haldeman (Omicrón), que sin ser nada del otro mundo (!) te devuelve el entretenimiento de aquellos viejos clásicos con los que aprendimos a amar el género (trata sobre dos extraterrestres capaces de modificar su aspecto enfrentados en la Tierra).
Y la crisis, y esto es un consuelo, no afecta a la fantasía, un género hermano que funciona de lo lindo. Que se lo digan a Bibliópolis, que triunfa con el polaco Sapkowski y su brujo cazador de monstruos, Geralt de Rivia. O a Alejo Cuervo, editor de Gigamesh, que pasea estos días bajo palio por España al gran Georges R. R. Martin (autor, por cierto, de una de las novelas más conmovedoras jamás escritas de la ciencia-ficción, Muerte de la luz, historia de un amor imposible en un planeta condenado, reeditada por Gigamesh, que reedita también la bellísima novela de vampiros y amistad Sueño del Fevre). Martin ha conseguido unas ventas y una popularidad extraordinarias en España con su larga serie de Fantasía Canción de hielo y fuego.
La ciencia-ficción, para acabar, sigue siendo, pese a todo, como recalca Barceló, el género mejor para explicar el presente con especulaciones sobre nuestro futuro. Sólo la ciencia-ficción nos permite imaginar las consecuencias indeseables del presente. Es nuestra mejor herramienta y no deberíamos perderla.
JACINTO ANTÓN, en http://www.elpais.com/articulo/semana/galaxia/apaga/elpepuculbab/20080719elpbabese_3/Tes
La ciencia-ficción está de capa caída, un manto más oscuro que el de Darth Vader parece haber caído sobre nuestro querido género, en el terreno literario. La muerte y el crepúsculo se han adueñado de los viejos grandes maestros: el risueño Arthur C. Clarke ha fallecido (adieu Rama), JG Ballard se enfrenta a su personal apocalipsis en forma de cáncer y Ray Bradbury, a punto de cumplir 88 años, estruja su melancolía soñando con que esparcirán sus cenizas en los desiertos de Marte. Ya no están con nosotros Stanislaw Lem, Zelazny, Heinlein, Asimov... Son unos ancianos Aldiss, Pohl, Harry Harrison. No se ve surgir nombres a la altura de aquellos grandes que desaparecen. Muchos buenos autores se pasan a la fantasía. Ursula K. Le Guin acaba de publicar en Estados Unidos Lavinia, ¡una relectura de la Eneida contada por una mujer! Pero es que además, y esto es lo peor, nadie parece leer ya ciencia-ficción. Las colecciones languidecen. Editoriales que se lanzaron a publicar sellos nuevos, confiadas en un boom como el de la historia militar, se replantean la decisión. Los aficionados de siempre aparecen como aquellos vagabundos solitarios de Fahrenheit 451 que deambulaban como fantasmas con los viejos libros memorizados buscando infructuosamente a alguien a quien traspasar el legado. ¿Alguien ha oído hablar de La Fundación? ¿Qué ha sido de los Heechees? ¿Queda vida en el superjoviano planeta Mesklin, aunque sea vida muy aplastada por la gravedad?
El futuro ya no es lo que era. Clarke, al que le gustaba hacer profecías científicas, había vaticinado alegremente para este julio de 2008 (véase Greetings, carbon-based bipeds, Harper Collins, 2000) que en su ochenta cumpleaños Kubrick recibiría un Oscar especial de Hollywood. Claro que también veía al príncipe Harry en 2013 en el espacio (de momento ha estado en Afganistán) y a él mismo en su centenario (16 de diciembre de 2017) alojado en el hotel espacial Hilton Orbiter... Pobrecillo, que los Superseñores de El fin de la infancia le tengan en su seno.
En fin, no sigamos poniéndonos nostálgicos. ¿Qué le pasa a la ciencia-ficción? ¿Está realmente mal la cosa?
Miquel Barceló, editor de la legendaria colección Nova, veterano fan del género, autor de una obra de referencia sobre éste (Ciencia-ficción, guía de lectura, Nova, 1990, de la que todos esperamos ansiosamente su anunciada puesta al día: ¡vamos Miquel!) y profesor en la Facultad de Informática de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), responde con un gesto elocuente: en la cafetería de la UPC, tan vacía en estos días veraniegos como un club de admiradores de Hal Clements -el más duro de la SF dura, muerto, por cierto, hélas, en 2003-, inclina el pulgar hacia abajo. "En la historia de la ciencia-ficción hay épocas de vacas gordas y de vacas flacas. Ésta es de flacas. Es algo cíclico. Pero ahora es más serio, mucho más serio, me temo".
Barceló, factótum del veterano premio UPC del género, hace una pausa dramática. La cafetera del bar aprovecha para emitir un ruido ominoso que recuerda los servomecanismos de los marcianos en La guerra de los mundos mientras se enciende una lucecita que sugiere el inquietante ojo escrutador de Hal (por cierto, ¿recuerdan la frase del supercomputador en 2001, una odisea del espacio?: "Tenemos un problema", ¡Clarke se adelantó dos años al leitmotiv del Apolo XIII!; parafraseémoslo: Ciencia-ficción, tenemos un problema). "La ciencia-ficción está yendo a menos. Es un hecho. En Estados Unidos hay un cambio de nombres y los nuevos no son conocidos, no logran un reconocimiento como antes. Aquí nadie se atreve a publicarlos. Las cifras de venta caen. En España, a la mitad. Ha habido un exceso de oferta en los últimos años que ha saturado el mercado, y a eso hay que añadir ahora una falta de demanda".
El especialista tiene una teoría sobre lo que está pasando -y que a él como editor le ha llevado a recortar su número de títulos-. Son varias las razones que llevan al declive del género en su faceta literaria. "El lector de ciencia-ficción típico es una persona interesada, en mayor o menor grado, en temas tecnológicos. Es una persona que pasa mucho tiempo en internet y ese tiempo ya no lo dedica a leer. Y está el audiovisual. El aficionado a la ciencia-ficción, al que siempre le han encantado las películas, encuentra un acceso ilimitado a ellas y a las series de televisión del género en la red, puede bajarse lo que quiera y verlo tranquilamente en casa. En referencia a la televisión, estamos hablando de muchas horas: las diez temporadas de Stargate SG 1, las cuatro de Stargate Atlantis, todos los capítulos de Battlestar Galactica, Star Trek
... ¿Cuánto tiempo significa eso de recorte de lectura?".
Lo paradójico es que bastante gente sigue interesada genéricamente en la ciencia-ficción, pero no en los libros, sino en otros soportes. Como en el cine. Aunque es difícil encontrar en los últimos tiempos alguna película que compita por el título de la mejor del género o que haya influido tanto como lo hizo en su día, por ejemplo, la Matrix de los Wachowski (1999: ¡hace ya nueve años!).
Otro fenómeno que perjudica a la ciencia-ficción, apunta Barceló, es que muchos de los temas clásicos del género forman parte hoy de nuestra vida cotidiana y ya no los percibimos como tales. La bioingeniería, por ejemplo, la inteligencia artificial o la continua revolución en las comunicaciones. Eso ya no nos parece ficción, sino pura ciencia. En general, la especulación parece haber perdido el sentido que tenía antes. El mañana se está comiendo el futuro. "La realidad deja obsoleta pronto cualquier predicción o hace ridículos los escenarios imaginados. Por eso una buena parte del género se dedica desde hace tiempo al futuro cercano, inmediato, más controlable, como hizo Gibson con Neuromante (Minotauro) y como ha hecho el ciberpunk. El futuro lejano interesa menos". Gibson predijo en 1984 el ciberespacio como una realidad virtual consensuada por los usuarios que accedían a él mentalmente a través de la interfaz cerebral con el ordenador. Es verdad que algunos lugares más allá de la pantalla en los que se meten hoy en día nuestros adolescentes no resultan menos complejos y siniestros que los escenarios de Neuromante, Conde Zero o Mona Lisa acelerada...
"Si nos fijamos en los autores clásicos que mejor continúan funcionando, dentro de la crisis", apunta el estudioso, "son los de la ciencia-ficción más cercana, los de los mundos interiores, personales, obsesivos, muchas veces mundos enajenados, insanos, autores de los que atrae, más que la ciencia, la complejidad psicológica, muy interesante para la gente de hoy. Escritores como Philip K. Dick o Ballard. Significativamente, son autores que, como en el caso de Ballard, han ido saliéndose del género o creándose un lector propio".
Ballard, no lo olvidemos, capaz de revelar lo abismal que puede ser una piscina, vacía, es el hombre que ha dicho que el único planeta realmente extraño es la Tierra -no en balde pasó la II Guerra Mundial en el campo de prisioneros japonés de Lunghua con compatriotas que se negaban a desprenderse de sus palos de cricket-, y que es el espacio interior, no el exterior, el que ha de explorarse (Guía del usuario para el nuevo milenio, ensayos y reseñas, Minotauro, 2002).
"Hay un cambio cultural: creo que podríamos vaticinar la muerte de la ciencia-ficción por disolución en el contexto", continúa Barceló. Como decíamos, el mañana está tan cerca que se come la ciencia-ficción. Quién hubiera dicho que el cambio climático, por ejemplo, que ha inspirado sensacionales novelas como El mundo sumergido (1962) o La sequía (1964) -ambas en Minotauro-, por no salir de Ballard, se convertiría en un tema esencial de la actualidad inmediata.
Un síntoma de esa disolución de la ciencia-ficción es cómo la literatura generalista está apropiándose de obras que hace unos años se hubieran publicado en colecciones del género y con esa etiqueta. "La literatura digamos convencional se ha permeabilizado a los contenidos de ciencia-ficción de una manera que parecía impensable. Se han roto muchas barreras. Pasó con Criptonomicón (Ediciones B, tres volúmenes), de Neal Stephenson, publicitado como libro para hackers y muy vendido. Se intenta con Spin (Omicron, 2008), de Robert Charles Wilson (sobre un escudo misterioso instalado por unos alienígenas en torno a la Tierra), presentado como matrimonio entre la ciencia-ficción hard y la novela literaria y que ganó el Premio Hugo en 2006". Otro caso es el de Greg Bear (1951), uno de los grandes nombres actuales, un tipo tan del género que hasta se casó con la hija de Poul Anderson. Bear, autor, de Eon (Ultramar, 1988) -alucinante revisión del tema clásico del asteroide o mundo hueco- y uno de los continuadores de la saga de La Fundación asimoviana (Fundación y caos, Nova, 1999), se pasó en su último libro, Quantico (Harper Collins, 2005, en España lo publicará Ediciones B, fuera de la colección especializada Nova), al technothriller, con mezcla de biotecnología y política. Del antes citado Stephenson se ha publicado Interfaz (Nova, 2007), una novela del mismo estilo escrita a medias por el autor con su tío, un profesor de Ciencias Políticas, y que trata sobre un presidente de Estados Unidos al que le implantan un chip en el cerebro. Richard Morgan (autor de Carbono alterado, Minotauro), ha ganado el Arthur C. Clarke a la mejor novela de ciencia-ficción publicada en el Reino Unido en 2007 por Black Man, un thriller, de nuevo, sobre genética. "El technothriller está por todas partes", señala Barceló mirando alrededor con aire alerta como si estuviéramos en El día de los trífidos.
Una clara evidencia de la mencionada permeabilidad de fronteras es que le hayan dado el Nebula, otro de los grandes galardones del género, a El sindicato de policía yiddish, nada menos, de alguien a quien la gente relaciona tan poco con la ciencia-ficción como Michel Chabon. Es cierto que la novela es una distopía -una utopía negativa- en la que Israel ha quedado colapsado en 1948 y los judíos europeos han debido establecerse en Alaska, que ya es tema. En España la ha publicado Mondadori. En buena manera, como ha señalado muy ingeniosamente un colega, la ciencia-ficción está siguiendo los pasos de la narrativa erótica, que ha desbordado el género estricto salpicándolo todo, y perdón por la imagen. La ciencia-ficción, podría decirse, está perdiendo su identidad genérica.
Encontramos, pues, ciencia-ficción por todas partes: en los numerosos thrillers biotecnológicos que han proliferado en las colecciones de best sellers, por ejemplo. "Pero la buena ciencia-ficción", considera Barceló, "en última instancia pierde en esos formatos. Domingo Santos, el gran padre teórico del género entre nosotros, decía que la ciencia-ficción no puede ser editada en España por editoriales grandes porque tiene un clarísimo tope de mercado y eso hace impacientarse, frustrarse y desanimarse a las empresas que buscan muchos beneficios. En este país han funcionado tradicionalmente las pequeñas editoriales, de las que ahora son ejemplo Bibliópolis, La Factoría de Ideas, Gigamesh..., que publican quizá dos mil ejemplares por norma de cada título y cuidan más sus programaciones". Un problema grave para la salud de la literatura de ciencia-ficción es que el lector típico del género, que era muy coleccionista, muy seguidor de las colecciones y solía comprarse todos los títulos de sus favoritas, ha dejado de serlo. "Antes vivíamos mucho de ese lector que compraba todo lo que publicabas, que quería estar al día, seguir contigo las vicisitudes del género. Ese lector casi ha desaparecido".
Para más inri, diríase que la ciencia-ficción ha perdido punch social, parte de lo que era su función en nuestra sociedad. "La ciencia-ficción clásica hablaba de un futuro lejano. Hoy parece no tener sentido la gran especulación. Las cosas cambian demasiado deprisa. Los sueños de un futuro lejano pierden rápidamente verosimilitud. La realidad lo deja casi todo obsoleto en veinte años".
La ciencia-ficción escrita, por otro lado, parece haberse alejado, a diferencia de la fantasía, del lector que busca más la evasión, un lector al que quizá no le apetece tanto meterse en novelas que requieren una honda formación científica. "Es cierto que Asimov y Clarke, de los que ahora muchos fans de la ciencia-ficción echan pestes, escribían tan sencillito que llegaban a todo el mundo. Recuerdo haber leído algo sobre un estudio literario acerca de los tropos y metáforas en la obra de Asimov y que concluía que no los hay".
Otro elemento distorsionador es que en la actualidad la narrativa para jóvenes se ha convertido en un género con carta de naturaleza propia, mientras que antes, a falta de esos productos específicos (el paradigma sería Harry Potter), si exceptuamos la inefable Enid Blyton y sus epifenómenos, la ciencia-ficción (como la gran narrativa de aventuras) era una iniciación a la lectura para muchos jóvenes, que luego permanecían en él. O sea, que no se crea público de futuro. Curiosamente, algunos clásicos de la ciencia-ficción de los setenta que se prestan a ello están siendo reeditados para el público joven, presentados como género fantástico en un sentido amplio. Es el caso de la hermosa saga de los dragoneros de Pern, de Anne MacCaffrey -historia ambientada en una lejana colonia de la Tierra en la que los humanos han aprendido a operar simbióticamente con criaturas telepáticas semejantes a dragones en lucha contra una amenaza alienígena-, cuya trilogía original editó Acervo en 1977 y acaba de reeditar ahora Roca editorial, ¡en la estela del fenómeno Eragorn!
Hoy en día la iniciación en la ciencia-ficción es mucho más difícil. Paradójicamente, los jóvenes tecnológicamente más punteros de la historia se están perdiendo un género literario que parece hecho para ellos.
Llegados a este punto, ¿podemos dar algunas notas de optimismo? Bueno, la ciencia-ficción interesa en cine, en parte gracias a que a Willie Smith le gusta el género. En ensayo encontramos que el Premio Anagrama de la categoría lo ha ganado este año Descenso literario a los infiernos demográficos, de Andreu Domingo, un libro sobre las distopías, con muchísimas referencias a la ciencia-ficción. Las convenciones, foros y encuentros del género siguen reuniendo a mucha gente -en Valencia uno sobre la La guerra de las galaxias logró un éxito al traer al actor Garrick Hagon, intérprete de uno de los pilotos colegas de Luke Skywalker, Biggs Darklighter (Rojo Tres), caído en el ataque a la Estrella de la Muerte-. Una de las grandes exposiciones de la temporada y que se inaugura el próximo día 22 en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) está dedicada a Ballard. Y, sin duda, se están publicando, pese a todo, buenos títulos del género. Quien firma estas líneas, sin ir más lejos, ha leído recientemente un par de novelas muy sugerentes, La vieja guardia, de John Scalzi (Minotauro), con unas entrañables tropas del espacio de la tercera edad, y Camuflaje, del viejo amigo Joe Haldeman (Omicrón), que sin ser nada del otro mundo (!) te devuelve el entretenimiento de aquellos viejos clásicos con los que aprendimos a amar el género (trata sobre dos extraterrestres capaces de modificar su aspecto enfrentados en la Tierra).
Y la crisis, y esto es un consuelo, no afecta a la fantasía, un género hermano que funciona de lo lindo. Que se lo digan a Bibliópolis, que triunfa con el polaco Sapkowski y su brujo cazador de monstruos, Geralt de Rivia. O a Alejo Cuervo, editor de Gigamesh, que pasea estos días bajo palio por España al gran Georges R. R. Martin (autor, por cierto, de una de las novelas más conmovedoras jamás escritas de la ciencia-ficción, Muerte de la luz, historia de un amor imposible en un planeta condenado, reeditada por Gigamesh, que reedita también la bellísima novela de vampiros y amistad Sueño del Fevre). Martin ha conseguido unas ventas y una popularidad extraordinarias en España con su larga serie de Fantasía Canción de hielo y fuego.
La ciencia-ficción, para acabar, sigue siendo, pese a todo, como recalca Barceló, el género mejor para explicar el presente con especulaciones sobre nuestro futuro. Sólo la ciencia-ficción nos permite imaginar las consecuencias indeseables del presente. Es nuestra mejor herramienta y no deberíamos perderla.
JACINTO ANTÓN, en http://www.elpais.com/articulo/semana/galaxia/apaga/elpepuculbab/20080719elpbabese_3/Tes
jueves, julio 24, 2008
En peligro de extinción
Por estos días les pondré algunos artículos aparecidos en Babelia acerca de la inminente muerte de la ciencia ficción como género literario. Están bonitos e interesantes, o sea, pasmarotes. Espero que los disfruten tanto como yo los disfruté y que los conmine a leer alguno de los clásicos de este género que en palabras de estos doctos pasmarotes está desapareciendo como las ballenas y la capa de ozono.
Como siempre, yo recomiendo Crónicas marcianas y Fahrenheit 451.
Como siempre, yo recomiendo Crónicas marcianas y Fahrenheit 451.
Un proyecto que tal vez les interese
Hola. Estaba huroneando por el blog de Alberto Chimal y me encontré esta convocatoria que tal vez les resulte interesante. Chéquenla.
miércoles, julio 23, 2008
Lo que trajo el verano
Bueno, pues a petición del David, aquí va un post sobre películas.
El año pasado, el Oportuno y el Magnánimo fueron al cine en tres ocasiones. La razón: la cartelera estuvo muy árida. Vimos 300, vimos Zodiac, y alguna otra cosa que no puedo recordar (así habrá estado).
Este año ha sido infinitamente mejor: El orfanato, Sweeney Todd, There will be blood, No country for old men, Eastern promises, Persepolis, The happening, Hellboy: the golden army, y The Dark Knight. Todas ellas, en mayor o menor grado, merecen un post. Pero son las últimas dos las que se lo llevan: el Oportuno y el Magnánimo llevan esperando cuatro años por la de Hellboy y tres por la de Batman. Y hay que decirlo claramente, son las dos películas que han ansiado ver durante este año.
Cuando la familia Pachuco-Hurón vio Hellboy por primera vez se quedó fascinada. Durante estos años les ha parecido una de las mejores adaptaciones de cómic al cine, si no es que la mejor. Los personajes son adorables, la historia está bien chida, los efectos bien empleados, tiene mucho sentido del humor, y al terminar de verla siempre se han sentido muy contentos y bastante en paz con el mundo. Por esa razón se convirtió en una de sus películas de fondo favoritas: cuando quieren tontear y no tienen ganas de oir música, leer, y no hay nada chido en la tele, la dejan correr en el DVD. La han visto tantas veces, que aunque no le presten atención saben en qué punto va la película nada más con oirla.
Hellboy 2 y The Dark Kinght pintan para lo mismo. Hellboy es una fantasía desatada y desfachatada: absolutamente hermosa, con cada detalle en su lugar, muy emotiva y muy graciosa. The Dark Knight es una película de acción apegada a un cánon clásico (por decirlo de alguna manera): secuencias de persecución impresionantes, efectos chingones, personajes metidos en conflictos sentimentales y éticos cabrones, y por sobre todo, narra una historia perfectamente delimitada. El Oportuno salió del cine alabando todas estas virtudes y declarando que la película le recordaba a la maravillosa Die Hard, lo cual es mucho decir en estos tiempos en los que el género de acción se encuentra reducido a persecuciones pendejas, personajes caricaturescos y explosiones nomás porque sí. Y eso sin hablar de las reminiscencias de The killing joke con que cuenta la película.
En fin, se trata de películas que, a pesar estar basadas en cómics, se convierten en criaturas distintas, autónomas. Así, es posible identificar al Hellboy de del Toro con el de Mignola, y al Batman de Nolan con el de los cómics, y aún así decir que son diferentes. Y que esa diferencia enriquece a los personajes, los hace más interesantes y más perdurables.
Y bueno. El Magnánimo ya está esperando Hellboy 3. Aunque tendrá que esperar otros cuatro años para verla, si le va bien.
El año pasado, el Oportuno y el Magnánimo fueron al cine en tres ocasiones. La razón: la cartelera estuvo muy árida. Vimos 300, vimos Zodiac, y alguna otra cosa que no puedo recordar (así habrá estado).
Este año ha sido infinitamente mejor: El orfanato, Sweeney Todd, There will be blood, No country for old men, Eastern promises, Persepolis, The happening, Hellboy: the golden army, y The Dark Knight. Todas ellas, en mayor o menor grado, merecen un post. Pero son las últimas dos las que se lo llevan: el Oportuno y el Magnánimo llevan esperando cuatro años por la de Hellboy y tres por la de Batman. Y hay que decirlo claramente, son las dos películas que han ansiado ver durante este año.
Cuando la familia Pachuco-Hurón vio Hellboy por primera vez se quedó fascinada. Durante estos años les ha parecido una de las mejores adaptaciones de cómic al cine, si no es que la mejor. Los personajes son adorables, la historia está bien chida, los efectos bien empleados, tiene mucho sentido del humor, y al terminar de verla siempre se han sentido muy contentos y bastante en paz con el mundo. Por esa razón se convirtió en una de sus películas de fondo favoritas: cuando quieren tontear y no tienen ganas de oir música, leer, y no hay nada chido en la tele, la dejan correr en el DVD. La han visto tantas veces, que aunque no le presten atención saben en qué punto va la película nada más con oirla.
Hellboy 2 y The Dark Kinght pintan para lo mismo. Hellboy es una fantasía desatada y desfachatada: absolutamente hermosa, con cada detalle en su lugar, muy emotiva y muy graciosa. The Dark Knight es una película de acción apegada a un cánon clásico (por decirlo de alguna manera): secuencias de persecución impresionantes, efectos chingones, personajes metidos en conflictos sentimentales y éticos cabrones, y por sobre todo, narra una historia perfectamente delimitada. El Oportuno salió del cine alabando todas estas virtudes y declarando que la película le recordaba a la maravillosa Die Hard, lo cual es mucho decir en estos tiempos en los que el género de acción se encuentra reducido a persecuciones pendejas, personajes caricaturescos y explosiones nomás porque sí. Y eso sin hablar de las reminiscencias de The killing joke con que cuenta la película.
En fin, se trata de películas que, a pesar estar basadas en cómics, se convierten en criaturas distintas, autónomas. Así, es posible identificar al Hellboy de del Toro con el de Mignola, y al Batman de Nolan con el de los cómics, y aún así decir que son diferentes. Y que esa diferencia enriquece a los personajes, los hace más interesantes y más perdurables.
Y bueno. El Magnánimo ya está esperando Hellboy 3. Aunque tendrá que esperar otros cuatro años para verla, si le va bien.
sábado, julio 05, 2008
Endogamia, o por qué desconfiar de los alcaldes panistas
Endogamia, término aplicado a ciertas costumbres que se practican en algunas sociedades, por las cuales un miembro de una comunidad, tribu, clan o unidad social contrae matrimonio con otra persona del mismo grupo social. En algunas sociedades, los miembros tienen prohibido casarse con personas que pertenezcan a una unidad social diferente.
Las prácticas endogámicas son muy comunes en aquellas sociedades en las que la organización es de tipo estratificado; suelen fundamentarse en las castas (como ocurre entre los hindúes en la India), en la descendencia genealógica (entre la realeza europea), en la ocupación (en el caso de los masai de África oriental), en los grupos de edad (entre los aborígenes australianos) o en el nivel económico y social (como en el caso de las diferentes clases sociales en muchos países). La versión más restrictiva de la endogamia fue la que practicaron ciertos gobernantes del antiguo Egipto o del Imperio inca, de quienes se esperaba que mantuvieran la pureza de la sangre real casándose sólo con sus hermanas.
Los expertos discrepan en cuanto a las ventajas de la endogamia como elemento de preservación de linajes supuestamente superiores o aristocráticos. Algunos mantienen que la endogamia favorece la degeneración de la rama genética; otros, por el contrario, sostienen que son los defectos hereditarios introducidos por los matrimonios externos al grupo los que originan tal deterioro. El término endogamia también puede hacer referencia a la costumbre de contraer matrimonio en el seno de una religión o comunidad.
Bueno, no voy a argumentar nada más. No sé ni me interesa si los militantes del PRI o el PRD practican la endogamia. Lo que sé es que ni uno ni otro partido han presentado como candidatos a individuos con evidentes síntomas de retardo mental (bueno, sus candidatos suelen ser completos imbéciles, pero no por causas genéticas, ¿ya?). Yo no sé si los políticos panistas en Monterrey y en León son fruto de alguna retorcida práctica endogámica, pero es posible que sepan tocar el banjo, y eso no lo pondrán en sus currículos. ¿O sí?
jueves, julio 03, 2008
Petición
Raza: suplico de la manera más atenta y amable que vayais pronto a ver The happening, para que pueda comentar a gusto la película sin hacerles el mal de revelarles información valiosa. Ya sé que podría decirles de qué se trata, en qué termina, quiénes son los güeyes de la historia, quiénes los más pendejos, etcétera. Va con mi perfil, pues hace tiempo que quiero hacer una página de spoilers. Pero como a mí ya me hicieron ese mal con Sexto sentido, esperaré a que vayan al cine.
He dicho. Nomás no se tarden mucho en verla :D
He dicho. Nomás no se tarden mucho en verla :D
jueves, junio 26, 2008
El club de las secretarias ilustres
He aquí un nuevo club que el Pachuco y yo hemos ideado. Aquí ponemos a las primeras integrantes, pero se vale que propongan candidatas :)
Eva Braun: secretaria (y amante y esposa) de Hitler.
María Kodama: secretaria (y esposa) de Borges.
Edith Stein: secretaria (filósofa, judía, monja, y santa) de Edmund Husserl.
Amparo Dávila: secretaria (poeta y escritora de cuentos fantásticos) de Alfonso Reyes (quien la llevó al psiquiatra debido a que la chamaca tenía continuas y muy feas pesadillas. Además, veía muertos caminar por su pueblo).
Eva Braun: secretaria (y amante y esposa) de Hitler.
María Kodama: secretaria (y esposa) de Borges.
Edith Stein: secretaria (filósofa, judía, monja, y santa) de Edmund Husserl.
Amparo Dávila: secretaria (poeta y escritora de cuentos fantásticos) de Alfonso Reyes (quien la llevó al psiquiatra debido a que la chamaca tenía continuas y muy feas pesadillas. Además, veía muertos caminar por su pueblo).
martes, junio 10, 2008
Habitantes: cada vez más
Me he estado acuerde y acuerde de Chesterton y Ortodoxia, especialmente de lo que dice al principio del libro: que se sentía como el inglés que salió en su avioncito a descubrir nuevas tierras, y llegó a una isla de la que creyó ser el primer habitante y descubridor. Luego resultó que la islita era Inglaterra.
Hubo un momento en que estaba convencida de que Pasmaria tenía sólo cuatro habitantes regulares: el Sagaz, el Sensato, el Oportuno y yo. La Hurona es ciudadana por nacimiento, como esos pochitos que son ciudadanos gringos por haber nacido en gringolandia. Sin embargo, a menos que alucine, creo que cada vez veo más residentes en Pasmaria. No tengo problema con ello, pero se podría filtrar algún indeseable, como un bushito pas... guatón de la lucha antiterrorismo, un calderoncito grupie de la iglesia, o un loret-de-mola fanático de desenmascarar fraudes en Cannes.
Pero no hay pedo. Ya estoy pensando en las cuestiones legales para otorgar visa y permiso de residencia. Todo con el afán de conservar el espíritu de nuestra querida república bananera. Incluso ya estoy pensando en su himno nacional, podría ser algo así entre huronil, mexicanoso y bíblico: "¡Oh, Pasmaria! ¡Tus hijos flotan! Mas si osare un extraño enemigo profanar con sus plantas tu suelo, piensa ¡oh, patria! que el Gran Arquitecto un pasmarote en cada hijo te dio. ¡Pierda mi diestra su fuerza, mi lengua se pegue al paladar, si de ti no me acordare! Sí-sí."
Dejo la convocatoria abierta para quien quiera inventar, ¡perdón! diseñar la bandera, el escudo nacional, la flora, la fauna y demás pequeñeses.
Hubo un momento en que estaba convencida de que Pasmaria tenía sólo cuatro habitantes regulares: el Sagaz, el Sensato, el Oportuno y yo. La Hurona es ciudadana por nacimiento, como esos pochitos que son ciudadanos gringos por haber nacido en gringolandia. Sin embargo, a menos que alucine, creo que cada vez veo más residentes en Pasmaria. No tengo problema con ello, pero se podría filtrar algún indeseable, como un bushito pas... guatón de la lucha antiterrorismo, un calderoncito grupie de la iglesia, o un loret-de-mola fanático de desenmascarar fraudes en Cannes.
Pero no hay pedo. Ya estoy pensando en las cuestiones legales para otorgar visa y permiso de residencia. Todo con el afán de conservar el espíritu de nuestra querida república bananera. Incluso ya estoy pensando en su himno nacional, podría ser algo así entre huronil, mexicanoso y bíblico: "¡Oh, Pasmaria! ¡Tus hijos flotan! Mas si osare un extraño enemigo profanar con sus plantas tu suelo, piensa ¡oh, patria! que el Gran Arquitecto un pasmarote en cada hijo te dio. ¡Pierda mi diestra su fuerza, mi lengua se pegue al paladar, si de ti no me acordare! Sí-sí."
Dejo la convocatoria abierta para quien quiera inventar, ¡perdón! diseñar la bandera, el escudo nacional, la flora, la fauna y demás pequeñeses.
domingo, junio 08, 2008
Cenizas y Octubre
Este cuento, "Reunión de familia", lo leí por primera vez en De las cenizas volverás, y lo acabo de encontrar nuevamente en El país de octubre. Si lo que dice Bradbury es cierto, proviene originalmente de Dark Carnival, su primer libro. Transcribo el final, que me conmueve mucho:
"La familia desapareció en el sótano y escaleras arriba. Y Timothy, cabizbajo, cruzó el vestíbulo abrumado de crespones. Pasando junto a un espejo se miró la pálida mortalidad de la cara, fría y temblorosa.
-Timothy -dijo mamá. Se acercó a Timothy y le tocó la cara-. Hijo -continuó-, te queremos. No lo olvides. Todos te queremos. No importa que seas distinto, no importa si un día nos dejas. -Mamá le besó la mejilla.- Y si mueres un día, cuidaremos de que tus huesos descansen en paz, te lo aseguro. Iré a visitarte en las Vísperas de Todos los Santos y te llevaré al sitio más seguro.
La casa estaba en silencio. A lo lejos el viento pasó por encima de una loma llevando una última carga de murciélagos oscuros, resonando, revoloteando.
Timothy subió los escalones, uno por uno, llorando todo el tiempo."
"La familia desapareció en el sótano y escaleras arriba. Y Timothy, cabizbajo, cruzó el vestíbulo abrumado de crespones. Pasando junto a un espejo se miró la pálida mortalidad de la cara, fría y temblorosa.
-Timothy -dijo mamá. Se acercó a Timothy y le tocó la cara-. Hijo -continuó-, te queremos. No lo olvides. Todos te queremos. No importa que seas distinto, no importa si un día nos dejas. -Mamá le besó la mejilla.- Y si mueres un día, cuidaremos de que tus huesos descansen en paz, te lo aseguro. Iré a visitarte en las Vísperas de Todos los Santos y te llevaré al sitio más seguro.
La casa estaba en silencio. A lo lejos el viento pasó por encima de una loma llevando una última carga de murciélagos oscuros, resonando, revoloteando.
Timothy subió los escalones, uno por uno, llorando todo el tiempo."
miércoles, junio 04, 2008
Glosa de Pasmaria
Gary Oldman, nacido un 21 de marzo (aries por lo tanto), es, como bien dice el Sr. Sagaz, Beethoven y Drácula. Pero también es James Gordon, Poncio Pilato, Sirius Black, el doctor Smith, el reverendo Arthur Dimmesdale, Lee Harvey Oswald y Sid Vicious. El suyo es uno de los currículos más lucidos que conozco.
Van algunos otros:
Christian Bale:
Jim, en El imperio del Sol
El muchacho de la hostería, en Enrique V
Jim Hawkins, en una versión para la tv de La isla del tesoro
Laurie, en Mujercitas
Demetrio, en Sueño de una noche de verano
Jesús de Nazareth, en una película para tv llamada María, madre de Jesús
Batman, en Batman Begins
Un alter ego de Bob Dylan en I'm not there
Se dice que será el próximo John Connor. No me hace ilusión una nueva película de Terminator, pero le tengo más fe a este nuevo John que al anterior.
Sean Connery:
El verdadero James Bond. Sí-sí
Allan Quatermain, en La liga extraordinaria
El rey Arturo, en El primer caballero
Ricardo corazón de león, en la versión más charra que existe de Robin Hood
William de Baskerville, en El nombre de la rosa
Agamenón, en Bandidos del tiempo
Robin Hood, en Robin y Marian
Gérard Depardieu:
Vidocq, en Vidocq
Jean Valjean, en Los miserables
Balzac, en Honoré de Balzac
Vatel, en Vatel
Porthos, en El homvre de la máscara de hierro
Óbelix, en Asterix
Edmundo Dantés, en El conde de Montecristo
Cristóbal Colón, en 1492
Cyrano de Bergerac, en Cyrano de Bergerac
Auguste Rodin, en Camile Claudel
Isabelle Adjani:
Mina Harker, en Nosferatu
Camile Claudel, en Camile Claudel
Margarita de Valois, en La reina Margot
Emily Brontë, en Las hermanas Brontë
Meryl Streep:
Karen Blixen, en África mía
y la tipa loca de La casa de los espíritus
Uma Thurman:
Fantine, en Los miserables
Hiedra venenosa, en la terrible Batman y Robin
Lady Marian, en una versión decente de Robin Hood
June Miller, en Henry y June
Cécile de Volanges, en Las relaciones peligrosas
Venus, en El Barón Munchausen
Juliette Binoche:
Cathy/Catherine, en Cumbres borrascosas
George Sand, en Les enfants du siécle
Liam Neeson:
Aslan, o sea, Diosito en Las crónicas de Narnia
Ras-al-ghul, en Batman begins
Jean Valjean, en Los miserables
Rob Roy, en Rob Roy
Ethan Frome, en Ethan Frome
Oskar Schindler, en La lista de Schindler
Darkman, en Darkman
Qui-Gon Jinn, en el espantoso Episodio 1
Gawain, en Excálibur
Anthony Hopkins:
Hannibal Lecter, en casi todas las de Hannibal Lecter
Hrothgar, en Beowulf
Tito Andrónico, en la teatrera Titus
El Zorro, en La máscara del Zorro
Pablo Picasso, en Sobreviviendo a Picasso
Nixon, en Richard Nixon
C.S. Lewis, en Shadowlands
Van Helsing, en Drácula
Charlton Heston:
Ben-Hur, en Ben-Hur
Moisés, en Los diez mandamientos
Long John Silver, en La isla del tesoro
Lincoln, en una serie sobre la Guerra de secesión
Robert Neville, en El hombre omega
Marco Antonio, en Antonio y Cleopatra
Taylor, de El planeta de los simios
Keanu Reeves:
John Constantine, en Constantine
Siddharta, en El pequeño Buda
Don Juan, en Tanto para nada
Jonathan Harker, en Drácula
Danceny, en Las relaciones peligrosas
Tilda Swinton:
Gabriel, en Constantine
Orlando, en Orlando
La Bruja blanca, en Las crónicas de Narnia
Y basta por hoy.
Van algunos otros:
Christian Bale:
Jim, en El imperio del Sol
El muchacho de la hostería, en Enrique V
Jim Hawkins, en una versión para la tv de La isla del tesoro
Laurie, en Mujercitas
Demetrio, en Sueño de una noche de verano
Jesús de Nazareth, en una película para tv llamada María, madre de Jesús
Batman, en Batman Begins
Un alter ego de Bob Dylan en I'm not there
Se dice que será el próximo John Connor. No me hace ilusión una nueva película de Terminator, pero le tengo más fe a este nuevo John que al anterior.
Sean Connery:
El verdadero James Bond. Sí-sí
Allan Quatermain, en La liga extraordinaria
El rey Arturo, en El primer caballero
Ricardo corazón de león, en la versión más charra que existe de Robin Hood
William de Baskerville, en El nombre de la rosa
Agamenón, en Bandidos del tiempo
Robin Hood, en Robin y Marian
Gérard Depardieu:
Vidocq, en Vidocq
Jean Valjean, en Los miserables
Balzac, en Honoré de Balzac
Vatel, en Vatel
Porthos, en El homvre de la máscara de hierro
Óbelix, en Asterix
Edmundo Dantés, en El conde de Montecristo
Cristóbal Colón, en 1492
Cyrano de Bergerac, en Cyrano de Bergerac
Auguste Rodin, en Camile Claudel
Isabelle Adjani:
Mina Harker, en Nosferatu
Camile Claudel, en Camile Claudel
Margarita de Valois, en La reina Margot
Emily Brontë, en Las hermanas Brontë
Meryl Streep:
Karen Blixen, en África mía
y la tipa loca de La casa de los espíritus
Uma Thurman:
Fantine, en Los miserables
Hiedra venenosa, en la terrible Batman y Robin
Lady Marian, en una versión decente de Robin Hood
June Miller, en Henry y June
Cécile de Volanges, en Las relaciones peligrosas
Venus, en El Barón Munchausen
Juliette Binoche:
Cathy/Catherine, en Cumbres borrascosas
George Sand, en Les enfants du siécle
Liam Neeson:
Aslan, o sea, Diosito en Las crónicas de Narnia
Ras-al-ghul, en Batman begins
Jean Valjean, en Los miserables
Rob Roy, en Rob Roy
Ethan Frome, en Ethan Frome
Oskar Schindler, en La lista de Schindler
Darkman, en Darkman
Qui-Gon Jinn, en el espantoso Episodio 1
Gawain, en Excálibur
Anthony Hopkins:
Hannibal Lecter, en casi todas las de Hannibal Lecter
Hrothgar, en Beowulf
Tito Andrónico, en la teatrera Titus
El Zorro, en La máscara del Zorro
Pablo Picasso, en Sobreviviendo a Picasso
Nixon, en Richard Nixon
C.S. Lewis, en Shadowlands
Van Helsing, en Drácula
Charlton Heston:
Ben-Hur, en Ben-Hur
Moisés, en Los diez mandamientos
Long John Silver, en La isla del tesoro
Lincoln, en una serie sobre la Guerra de secesión
Robert Neville, en El hombre omega
Marco Antonio, en Antonio y Cleopatra
Taylor, de El planeta de los simios
Keanu Reeves:
John Constantine, en Constantine
Siddharta, en El pequeño Buda
Don Juan, en Tanto para nada
Jonathan Harker, en Drácula
Danceny, en Las relaciones peligrosas
Tilda Swinton:
Gabriel, en Constantine
Orlando, en Orlando
La Bruja blanca, en Las crónicas de Narnia
Y basta por hoy.
viernes, mayo 30, 2008
El club
Hace años, cuando el Hurón y el Pachuco se fueron a vivir juntos en la misma madriguera, recibían la visita regular de los señores Sagaz y Sensato. Eran tiempos idílicos en los que nos valía madre desvelarnos, pendejear y llegar tarde al jale. Uno de nuestro temas recurrentes de conversación era el Club.
El Club fue uno de nuestros bizantinismos más frecuentes. En cierta forma, aún lo es. No nos ponemos de acuerdo para abordar el tema, pero la verdad es que cada uno de nosotros añade gente por su cuenta. El Club es un selecto grupo de actores-actrices que tiene en su haber interpretaciones de personajes históricos, literarios o comiqueros, lo cual los hace distinguirse de cualquier actorzuelo-actricilla de medio pelo. Mi último añadido es Eric Bana, que tiene el siguiente currículum:
Hulk (en The incredible Hulk)
Héctor (en Troya)
Enrique VIII (en The other Boleyn Girl)
Como me parece indigno de mi parte no proporcionarles la adecuada información, aquí van otros miembros notables del Club.
Richard Harris:
Marco Aurelio, en Gladiador
Dumbledore, en Harry Potter y la piedra filosofal / la cámara de los secretos
El abate Faria, en El conde de Montecristo
Abraham, en Abraham (serie de TV)
El rey Arturo, en Camelot
Gulliver, en Los viajes de Gulliver
Caín, en La Biblia
Johnny Depp:
Willy Wonka, en Charlie y la fábrica de chocolate
Sweney Todd, en Sweney Todd: el barbero demoniaco de Fleet Street
J.M. Barrie, en Neverland
Frederick Abberline, en Desde el infierno
Ichabod Crane, en Sleepy Hollow
Corso, en La última puerta
Ed Wood, en Ed Wood
Ian McKellen:
Magneto, en la serie de películas de X Men
Gandalf, en El señor de los anillos
Lear, en El rey Lear (próximamente)
Nicolás II, en Rasputín
Ricardo III, en Ricardo III
Reinhardt Lane, en La sombra
Yago, en Otelo
Hitler, Countdown to War
Ron Perlman:
Conan de Cimmeria, en Conan, Red nails
El protagonista (Larson) de En las montañas de la locura, si es que alguna vez llega a filmarla Guillermo del Toro
Hellboy, en la primera y segunda parte
En las series animadas de Batman, Superman y Liga de la justicia: Killer Croc, Bane, Clayface, Orion, Hades.
Dusharo, en Crimen y castigo
Boltar, en Prince Valiant
El que dice las leyes, en La isla del dr. Moreau
Salvatore, en El nombre de la rosa
Y nomás porque son lucideses: Vincent, en La bella y la bestia; y Amoukar, el cavernicola gigantón, en La guerra del fuego.
Bruce Willis:
Hartigan, en Sin City
John McLane, en Duro de matar
Joaquin Phoenix:
Johnny Cash, en Walk the line
Cómodo, en Gladiador
Gabriel Byrne:
D'Artagnan, en El hombre de la máscara de hierro
Satanás, en End of Days
El señor Bauer, en Mujercitas
Mussolini, en Mussolini (TV)
Cristóbal colón, en Cristóbal Colón (TV)
Uther Pendragón, en Excálibur
Kenneth Branagh:
Hamlet, en Hamlet
Yago, en Otelo
Victor Frankenstein, en Frankenstein
Patrick Stewart:
Charles Xavier, en X Men
Nemo, en la Isla misteriosa
Scrooge, en Cuento de Navidad
Ahab, en Moby Dick (TV, supongo)
Ricardo Corazón de león en Las locas locas aventuras de Robin Hood
Gurney, en Dune
Hugh Jackman:
Wolverine, en X Men
Van Helsing, en Van Helsing
Keira Knightley:
Ginebra, en Rey Arturo
Elizabeth, en Orgullo y prejuicio
Emma Thompson:
Elinor, en Sensatez y sentimientos
Beatriz, en Tanto para nada
Natalie Portman:
Ana Bolena, en The other Boleyn Girl
Evey, en V de venganza
Bruno Ganz:
Hitler, en La caída
Antoine de Saint-Exupéry, en Saint-Ex
Jonathan Harker, en Nosferatu
Viggo Mortensen:
Strider/Aragorn, en El señor de los anillos
Alatriste, en Alatriste
Lucifer, en Soldados de Dios
Tom Stall, en Una historia violenta
Frank Hopkins, en Hidalgo
... y dicen por ahí que será Edgar Allan Poe en una bio-pic acerca de Poe. Nada más.
Si ustedes recuerdan a alguien que debería estar aquí (porque no están todos los que son, ajá), nomás me hacen la observación. Y como yo creo que ya se dan una idea de cómo está el abarrote, pues ahi le paro. Tan-tan.
El Club fue uno de nuestros bizantinismos más frecuentes. En cierta forma, aún lo es. No nos ponemos de acuerdo para abordar el tema, pero la verdad es que cada uno de nosotros añade gente por su cuenta. El Club es un selecto grupo de actores-actrices que tiene en su haber interpretaciones de personajes históricos, literarios o comiqueros, lo cual los hace distinguirse de cualquier actorzuelo-actricilla de medio pelo. Mi último añadido es Eric Bana, que tiene el siguiente currículum:
Hulk (en The incredible Hulk)
Héctor (en Troya)
Enrique VIII (en The other Boleyn Girl)
Como me parece indigno de mi parte no proporcionarles la adecuada información, aquí van otros miembros notables del Club.
Richard Harris:
Marco Aurelio, en Gladiador
Dumbledore, en Harry Potter y la piedra filosofal / la cámara de los secretos
El abate Faria, en El conde de Montecristo
Abraham, en Abraham (serie de TV)
El rey Arturo, en Camelot
Gulliver, en Los viajes de Gulliver
Caín, en La Biblia
Johnny Depp:
Willy Wonka, en Charlie y la fábrica de chocolate
Sweney Todd, en Sweney Todd: el barbero demoniaco de Fleet Street
J.M. Barrie, en Neverland
Frederick Abberline, en Desde el infierno
Ichabod Crane, en Sleepy Hollow
Corso, en La última puerta
Ed Wood, en Ed Wood
Ian McKellen:
Magneto, en la serie de películas de X Men
Gandalf, en El señor de los anillos
Lear, en El rey Lear (próximamente)
Nicolás II, en Rasputín
Ricardo III, en Ricardo III
Reinhardt Lane, en La sombra
Yago, en Otelo
Hitler, Countdown to War
Ron Perlman:
Conan de Cimmeria, en Conan, Red nails
El protagonista (Larson) de En las montañas de la locura, si es que alguna vez llega a filmarla Guillermo del Toro
Hellboy, en la primera y segunda parte
En las series animadas de Batman, Superman y Liga de la justicia: Killer Croc, Bane, Clayface, Orion, Hades.
Dusharo, en Crimen y castigo
Boltar, en Prince Valiant
El que dice las leyes, en La isla del dr. Moreau
Salvatore, en El nombre de la rosa
Y nomás porque son lucideses: Vincent, en La bella y la bestia; y Amoukar, el cavernicola gigantón, en La guerra del fuego.
Bruce Willis:
Hartigan, en Sin City
John McLane, en Duro de matar
Joaquin Phoenix:
Johnny Cash, en Walk the line
Cómodo, en Gladiador
Gabriel Byrne:
D'Artagnan, en El hombre de la máscara de hierro
Satanás, en End of Days
El señor Bauer, en Mujercitas
Mussolini, en Mussolini (TV)
Cristóbal colón, en Cristóbal Colón (TV)
Uther Pendragón, en Excálibur
Kenneth Branagh:
Hamlet, en Hamlet
Yago, en Otelo
Victor Frankenstein, en Frankenstein
Patrick Stewart:
Charles Xavier, en X Men
Nemo, en la Isla misteriosa
Scrooge, en Cuento de Navidad
Ahab, en Moby Dick (TV, supongo)
Ricardo Corazón de león en Las locas locas aventuras de Robin Hood
Gurney, en Dune
Hugh Jackman:
Wolverine, en X Men
Van Helsing, en Van Helsing
Keira Knightley:
Ginebra, en Rey Arturo
Elizabeth, en Orgullo y prejuicio
Emma Thompson:
Elinor, en Sensatez y sentimientos
Beatriz, en Tanto para nada
Natalie Portman:
Ana Bolena, en The other Boleyn Girl
Evey, en V de venganza
Bruno Ganz:
Hitler, en La caída
Antoine de Saint-Exupéry, en Saint-Ex
Jonathan Harker, en Nosferatu
Viggo Mortensen:
Strider/Aragorn, en El señor de los anillos
Alatriste, en Alatriste
Lucifer, en Soldados de Dios
Tom Stall, en Una historia violenta
Frank Hopkins, en Hidalgo
... y dicen por ahí que será Edgar Allan Poe en una bio-pic acerca de Poe. Nada más.
Si ustedes recuerdan a alguien que debería estar aquí (porque no están todos los que son, ajá), nomás me hacen la observación. Y como yo creo que ya se dan una idea de cómo está el abarrote, pues ahi le paro. Tan-tan.
jueves, mayo 29, 2008
Rocky y Gokú
Domingo a las 10 de la mañana. El Oportuno y el Magnánimo se acababan de levantar. El Taco bien jetón, gracias a Dios, y nosotros desayunando tranquilos, sin berridos, gritos, ni manazos. Prendemos la tele y ¡toma! que ponen Rocky 2 en el canal 6. No, pos chido, que a toda madre, ahora resulta que Rocky es película dominguera-mañanera. ¡Qué mal pedo! Pero bueno, es lo más decente que han pasado un domingo por la mañana en semanas. Vale, déjala de fondo.
En lo que el Oportuno y el Magnánimo hacían cumplir el destino de su desayuno, la película avanza. Aburrida, aburrida, no estaba. Nomás que no nos da por ver películas de boxeadores, así que se nos hacía lenta. Rocky y Apolo Creel están en un hospital después de la mutua madriza que se pusieron en Rocky 1, y están convalecientes. Rocky anda de rol por la sala y por no dejar pasa a darle la vuelta a Apolo. Abre la puerta y dice con voz como de retardado mental (que no es más que pura dramatización, como sabrán el inequívoco acento de menso que tiene Silvester Stallone se debe a que en algún momento sufrió de parálisis facial; por eso no habla bien y sonríe que da miedo): "Apolo, ¿peleaste lo mejor que pudiste?" y el negrote responde fastidiadón: "Sí, lo mejor que pude." "¡Gracias!", responde el otro güey, y se va caminando muy tranquilo a su cama.
El Magnánimo, que le daba tremendas mordidas a su taco de queso, dice sin levantar la vista: "Uta, éstos dos ya parecen Gokú y Vegeta: ¡Insecto, somos de la familia guerrera de los saiya-jin, y me debes una pelea, y debes pelear lo mejor que puedas!". Y responde el Oportuno: "Ahora resulta que el Toriyama es pasmarote de Rocky y no nadamás de Supermán, como decía." Y seguimos desayunando muy a gusto.
El punto es que uno ya no sabe de donde va a venir la pasmareada. Al rato va a resultar que el Toriyama también leía la Biblia y el Quijote, y que sacó cosas de allí para Dragon Ball. El caso es que hacía mucho que no pensaba en Dragon Ball, y el domingo me tocó recordarlo de pronto, y con reminiscencias que no por lógicas son menos raras.
jueves, mayo 08, 2008
Mono, mi amon
Así es como Irene solía llamar al Moro, uno de nuestros dos gatos. En realidad, lo que quería decir con esto era "Moro, mi amor".
Me cae que nadie en el mundo le ha profesado un amor tan auténtico y macanudo al micho en cuestión. En su juventud fue un gato horrendo: negro, flacucho, con los pelos como de cepillo, esmirriado, y blanco consuetudinario de todos los gatos macarras del barrio. Luego de su castración (Erick, su veterinario, casi nos suplicó que lo dejáramos operarlo, porque se lo llevábamos mal herido al menos una vez por semana; hasta nos hizo precio), se convirtió en un tremendo gatote gordo y de aspecto temible, y entonces fue él el azote de los gatos de la cuadra. No había quién se acercara a la casa con semejante micho en el porche. Y como tenía el hocico larguirucho, las orejas puntiagudas, la cola larga y demasiado delgada, y de cuando en cuando le aparecían signos de calvicie, tenía finta de gato de bruja.
El invierno pasado le cayó mal a Moro. Empezó a perder mucho peso, y el pelo se le cayó de la cabeza y el cuello. Cuando el Oportuno y el Magnánimo le ponían cara de lástima y de rechazo, Irene se le acercaba con los bracitos abiertos y le gritaba "Mono, mi amon". Y el gatucho corría, porque le tenía bastante miedo a los cariños algo violentos de Irene, pero no se alejaba demasiado.
El pasado martes 29 de abril llegamos a casa y encontramos a Moro muerto. Parecía tener muchas horas así. Irene llegó dormida, así que no tuvo que verlo. El Oportuno y yo le cavamos con dificultades (es que ya no tenemos pala) una fosa en el jardín, junto a la de Ludo. Después de eso, me ha parecido que Irene lo busca al llegar a casa, pero no pregunta por él puesto que no lo ve. Además, aún tiene a Patón, su gato negro de peluche. A él le dice "Ven, mi amon, ven".
Moro, que en realidad se llamaba Ludovico el Moro, nació el 27 de diciembre de 2002. Tenía cinco años. Cuando nació, Juli, su mamá, aún no cumplía un año. Se quedó con nosotros porque nadie quería llevarse un gato negro. Fue uno de los gatos más cariñosos que hemos tenido, y era tan fiel, que más parecía perro que gato.
Me cae que nadie en el mundo le ha profesado un amor tan auténtico y macanudo al micho en cuestión. En su juventud fue un gato horrendo: negro, flacucho, con los pelos como de cepillo, esmirriado, y blanco consuetudinario de todos los gatos macarras del barrio. Luego de su castración (Erick, su veterinario, casi nos suplicó que lo dejáramos operarlo, porque se lo llevábamos mal herido al menos una vez por semana; hasta nos hizo precio), se convirtió en un tremendo gatote gordo y de aspecto temible, y entonces fue él el azote de los gatos de la cuadra. No había quién se acercara a la casa con semejante micho en el porche. Y como tenía el hocico larguirucho, las orejas puntiagudas, la cola larga y demasiado delgada, y de cuando en cuando le aparecían signos de calvicie, tenía finta de gato de bruja.
El invierno pasado le cayó mal a Moro. Empezó a perder mucho peso, y el pelo se le cayó de la cabeza y el cuello. Cuando el Oportuno y el Magnánimo le ponían cara de lástima y de rechazo, Irene se le acercaba con los bracitos abiertos y le gritaba "Mono, mi amon". Y el gatucho corría, porque le tenía bastante miedo a los cariños algo violentos de Irene, pero no se alejaba demasiado.
El pasado martes 29 de abril llegamos a casa y encontramos a Moro muerto. Parecía tener muchas horas así. Irene llegó dormida, así que no tuvo que verlo. El Oportuno y yo le cavamos con dificultades (es que ya no tenemos pala) una fosa en el jardín, junto a la de Ludo. Después de eso, me ha parecido que Irene lo busca al llegar a casa, pero no pregunta por él puesto que no lo ve. Además, aún tiene a Patón, su gato negro de peluche. A él le dice "Ven, mi amon, ven".
Moro, que en realidad se llamaba Ludovico el Moro, nació el 27 de diciembre de 2002. Tenía cinco años. Cuando nació, Juli, su mamá, aún no cumplía un año. Se quedó con nosotros porque nadie quería llevarse un gato negro. Fue uno de los gatos más cariñosos que hemos tenido, y era tan fiel, que más parecía perro que gato.
domingo, abril 13, 2008
Huronadas
"Nacido macho y soltero a temprana edad en Mississippi. Dejó la escuela al cabo de cinco años en el séptimo grado. Consiguió empleo en el banco del Abuelo y aprendió el valor medicinal de su licor. El abuelo creyó que lo había hecho el conserje. Éste fue tratado severamente. Vino la guerra. Le gustó el uniforme británico. Se alistó a la comisión R.F.C., como piloto. Se estrelló. Costó 2000 libras esterlinas al gobierno británico. Continuó como piloto. Se estrelló. Costó 2000 libra esterlinas al gobierno británico. Desistió. Costó 84,30 dólares al gobierno británico. Dijo el Rey: "Bien hecho". Regresó a Mississippi. La familia le consiguió un empleo: administrador de correos. Dimitido por acuerdo mutuo por parte de dos inspectores; acusado de arrojar todo el correo recibido a la basura. Nunca se comprobó cómo dispuso del correo saliente. Los inspectores se llevaron un chasco. Cobró 700 dólares. Marchó a Europa. Conoció a un hombre llamado Sherwood Anderson. Dijo: ¿Por qué no escribir novelas? A lo mejor no tengo que trabajar". Lo consiguió. Soldier's Pay. Lo consiguió. Mosquitoes. Lo consiguió. Sound and Fury. Lo consiguió. Sanctuary, que aparecerá el próximo año. Actualmente vuela de nuevo. 32 años de edad. Posee una máquina de escribir que maneja él mismo."
William Faulkner. Cartas escogidas.
"No hay peor sistema de alumbrado que el de la llamada Luz Interior;no hay religión más horrenda que la idolatría del dios interior. Conocer a alguien es conocer su modo de obrar. Que Juan adore al dios interior sólo significa que Juan adora a Juan. Más valdría que Juan adorase al sol, o a la luna, o a cualquiera cosa que no sea la Luz Interior; más le valdría adorar gatos y cocodrilos, si tiene la suerte de enconstrarse con ellos, antes que adorar al dios interior."
G.K. Chesterton. Ortodoxia.
... y se encontró de pie ante un escaparte de la Quinta Avenida. Era el de una tienda de numismática y estaba ocçbservando detenidamente un dólar de oro, preguintándose si podría permitirse añadirlo a su colección. "¿Qué colección?", se preguntó desconcertado. "So yo no colecciono monedas. ¿Qué hago aquí? ¿Y cuántas horas llevo mirando escaparates cuando debería estar en mi despacho supervisando... supervisando...?" No podía recordar lo que supervisaba. Era un negocio de algún tipo, que tenía que ver con gente dotada de algunas habilidades particulares. Cerró los ojos, tratando de concentrarse. "No, tuve que dejarlo el ñao pasado por culpa de un infarto", recordó. "Pero estaba allí, en mi despacho, hace unos pocos segundos, hablando de un nuevo proyecto con un grupo de gente". Cerró los ojos. "Ya no está", pensó confundido. "Lo que yo levanté ya no está". Abrió los ojos y se vio de nuevo en su despacho. Ante él estaban G.G. Ashwood, Joe Chip y una muchacha morena, intensamente atractiva, cuyo nombre no recordaba. Por razones que no alcanzaba a comprender, le sorprendió que no hubiera nadie más presente.
-Señor Runciter-dijo Joe Chip-, le presento a Patricia Conley.
-Encantada de conocerle al fin, señor Runciter-dijo la muchacha. Soltó una carcajada y sus ojos lanzaron un destello exultante. Runciter no sabía por qué.
"Le ha hecho algo", comprendió Joe Chip. -Pat-dijo en voz alta, lanzando en derredor una mirada de interrogación-, no pondría la mano en el fuego pero creo que aquí las cosas son diferentes-. El despacho ofrecía el aspecto de siempre: la alfombra demasiado estridente, los objetos artísticos heterogéneos de siempre, las mismas pinturas originales y sin ningún mérito... Tampoco Glen Runciter había cambiado: desordenado su cabello gris, meditativo el rostro, le devolvió la mirada. También él parecía perplejo. Cerca de la ventana, G.G.Ashwood se encongió de hombros con indiferencia. Era evidente que no veía nada anormal.
-Nada ha cambiado-dijo Pat.
-Todo ha cambiado-repudo Joe-. Debes haber retrocedido en el tiempo y nos has puesto en otro rumbo. No puedo demostrarlo ni precisar la naturaleza de los cambios, pero...
-Nada de peleas conyugales en horas de oficina-dijo Runciter frunciendo el ceño.
-¿Peleas conyugales?-preguntó Joe, desconcertado. Vio entonces el anillo que llevaba Pat en el dedo; era de plata labrada y jade, y recordó haberle ayudado a elegirlo. "Fue dos días antes de casarnos", pensó. "De eso hace cerca de un año. Entonces pasaba muchos apuros monetarios, pero ahora las cosas han cambiado: Pat, con su sueldo y su espíritu ahorrativo, las ha arreglado para siempre".
Philip K. Dick. Ubik.
"Thunder on the mountain, fires on the moon
There's a ruckus in the alley and the sun will be here soon
Today's the day, gonna grab my trombone and blow
Well, there's hot stuff here and it's everywhere I go"
Bob Dylan. "Thunder on the mountain", Modern times.
William Faulkner. Cartas escogidas.
"No hay peor sistema de alumbrado que el de la llamada Luz Interior;no hay religión más horrenda que la idolatría del dios interior. Conocer a alguien es conocer su modo de obrar. Que Juan adore al dios interior sólo significa que Juan adora a Juan. Más valdría que Juan adorase al sol, o a la luna, o a cualquiera cosa que no sea la Luz Interior; más le valdría adorar gatos y cocodrilos, si tiene la suerte de enconstrarse con ellos, antes que adorar al dios interior."
G.K. Chesterton. Ortodoxia.
... y se encontró de pie ante un escaparte de la Quinta Avenida. Era el de una tienda de numismática y estaba ocçbservando detenidamente un dólar de oro, preguintándose si podría permitirse añadirlo a su colección. "¿Qué colección?", se preguntó desconcertado. "So yo no colecciono monedas. ¿Qué hago aquí? ¿Y cuántas horas llevo mirando escaparates cuando debería estar en mi despacho supervisando... supervisando...?" No podía recordar lo que supervisaba. Era un negocio de algún tipo, que tenía que ver con gente dotada de algunas habilidades particulares. Cerró los ojos, tratando de concentrarse. "No, tuve que dejarlo el ñao pasado por culpa de un infarto", recordó. "Pero estaba allí, en mi despacho, hace unos pocos segundos, hablando de un nuevo proyecto con un grupo de gente". Cerró los ojos. "Ya no está", pensó confundido. "Lo que yo levanté ya no está". Abrió los ojos y se vio de nuevo en su despacho. Ante él estaban G.G. Ashwood, Joe Chip y una muchacha morena, intensamente atractiva, cuyo nombre no recordaba. Por razones que no alcanzaba a comprender, le sorprendió que no hubiera nadie más presente.
-Señor Runciter-dijo Joe Chip-, le presento a Patricia Conley.
-Encantada de conocerle al fin, señor Runciter-dijo la muchacha. Soltó una carcajada y sus ojos lanzaron un destello exultante. Runciter no sabía por qué.
"Le ha hecho algo", comprendió Joe Chip. -Pat-dijo en voz alta, lanzando en derredor una mirada de interrogación-, no pondría la mano en el fuego pero creo que aquí las cosas son diferentes-. El despacho ofrecía el aspecto de siempre: la alfombra demasiado estridente, los objetos artísticos heterogéneos de siempre, las mismas pinturas originales y sin ningún mérito... Tampoco Glen Runciter había cambiado: desordenado su cabello gris, meditativo el rostro, le devolvió la mirada. También él parecía perplejo. Cerca de la ventana, G.G.Ashwood se encongió de hombros con indiferencia. Era evidente que no veía nada anormal.
-Nada ha cambiado-dijo Pat.
-Todo ha cambiado-repudo Joe-. Debes haber retrocedido en el tiempo y nos has puesto en otro rumbo. No puedo demostrarlo ni precisar la naturaleza de los cambios, pero...
-Nada de peleas conyugales en horas de oficina-dijo Runciter frunciendo el ceño.
-¿Peleas conyugales?-preguntó Joe, desconcertado. Vio entonces el anillo que llevaba Pat en el dedo; era de plata labrada y jade, y recordó haberle ayudado a elegirlo. "Fue dos días antes de casarnos", pensó. "De eso hace cerca de un año. Entonces pasaba muchos apuros monetarios, pero ahora las cosas han cambiado: Pat, con su sueldo y su espíritu ahorrativo, las ha arreglado para siempre".
Philip K. Dick. Ubik.
"Thunder on the mountain, fires on the moon
There's a ruckus in the alley and the sun will be here soon
Today's the day, gonna grab my trombone and blow
Well, there's hot stuff here and it's everywhere I go"
Bob Dylan. "Thunder on the mountain", Modern times.
martes, marzo 04, 2008
Últimas nuevas (ya no tan nuevas)
1. Viernes 29 de febrero: concierto de Bob Dylan. Había de venir en febrero 29 (jajajaja). O sea, el viejito que anda rasguñando ya los setenta años se trepó a un escenario de una de las ciudades más mochas de México, y con sus cinco músicos matones y una producción de lo más sobria, dio uno de los conciertos más bellos, consistentes, elegantes y memorables que jamás haya tenido este rancho bicicletero. Concluimos que a la Hurona le habría encantado. Ojalá un día tenga la oportunidad de verlo, pero dada la edad del cuate, no confiamos en ello.
¿Mencioné acaso que el concierto fue bello, consistente, elegante y memorable?
2. El sábado 1 de marzo la señorita Hurona cumplió dos años. Le hicimos una mini fiesta con merienda, pastel, piñata y bolsitas. La pasó chido con la raza, especialmente con Helena y Grecia, sus dos comadres de base, y conoció a una nueva compinche, Natalia, que promete ser tan lacra como la cumpleañera. Todo terminó chido, excepto por el hecho de que se enfrió la mensa y ahora trae una infección en la garganta. Además, la señorita Grecia le pasó su infección de los ojos a dos asistentes: Helena y la consabida Hurona.
¿Cambió eso en algo en humor de la Hurona? Pues no sabemos qué pensar. Como siempre anda necia y moliendo, no vemos mucha diferencia entre su estado actual y el que normalmente presenta. Aún así, esperamos salir pronto del apuro.
3. Lázaro volvió al hospital por tercera ocasión en lo que va del año. ¿Quién? ¿Lázaro? Ah, sí. El presunto padre del Hurón. Pues sí. Otra vez al hospital, por güey. El ñor jura que ahora sí se cuidó la operación, que ahora sí descansó, que ahora sí tomó sus medicinas y ahora sí se abstuvo de sus amadas chelas. Pero claro, se le olvidó abstenerse de azúcar y carbohidratos, lo cual es delicado para un diabético. ¡Ah, que don Lázaro, se le olvidó que es diabético! ¿Qué cosas, no?
4. El signo de los tiempos. ¿Cómo sabes que la juventud se te está largando a la chingada? ¿Cuando pasas de los treinta? ¿Cuándo los niños en la tienda te llaman "señora" aunque no te veas (según tú) tan dada al catre? ¿Cuándo todas tus hermanas muestran algún achaque raro a pesar de no haber llegado a los treinta? ¿Cuándo traes el pelo canoso? No. La juventud se te va a la chingada cuando te diagnostican insuficiencia venosa (aka, várices).
¿Hurón mortificado? No exactamente. Hurón con güeva. Mucha, mucha güeva. ¿Luchar contra la edad? ¿Pintarse el pelo (bueno, eso tal vez sí)? ¿Aplicarse un facial? ¿Caminatas terapéuticas? ¿Y con una Hurona moliendo? ¿Y con episodio doble de Doctor House?
Lo bueno, es que uso pantalón y falda larga. Nadie notará las várices.
He dicho.
¿Mencioné acaso que el concierto fue bello, consistente, elegante y memorable?
2. El sábado 1 de marzo la señorita Hurona cumplió dos años. Le hicimos una mini fiesta con merienda, pastel, piñata y bolsitas. La pasó chido con la raza, especialmente con Helena y Grecia, sus dos comadres de base, y conoció a una nueva compinche, Natalia, que promete ser tan lacra como la cumpleañera. Todo terminó chido, excepto por el hecho de que se enfrió la mensa y ahora trae una infección en la garganta. Además, la señorita Grecia le pasó su infección de los ojos a dos asistentes: Helena y la consabida Hurona.
¿Cambió eso en algo en humor de la Hurona? Pues no sabemos qué pensar. Como siempre anda necia y moliendo, no vemos mucha diferencia entre su estado actual y el que normalmente presenta. Aún así, esperamos salir pronto del apuro.
3. Lázaro volvió al hospital por tercera ocasión en lo que va del año. ¿Quién? ¿Lázaro? Ah, sí. El presunto padre del Hurón. Pues sí. Otra vez al hospital, por güey. El ñor jura que ahora sí se cuidó la operación, que ahora sí descansó, que ahora sí tomó sus medicinas y ahora sí se abstuvo de sus amadas chelas. Pero claro, se le olvidó abstenerse de azúcar y carbohidratos, lo cual es delicado para un diabético. ¡Ah, que don Lázaro, se le olvidó que es diabético! ¿Qué cosas, no?
4. El signo de los tiempos. ¿Cómo sabes que la juventud se te está largando a la chingada? ¿Cuando pasas de los treinta? ¿Cuándo los niños en la tienda te llaman "señora" aunque no te veas (según tú) tan dada al catre? ¿Cuándo todas tus hermanas muestran algún achaque raro a pesar de no haber llegado a los treinta? ¿Cuándo traes el pelo canoso? No. La juventud se te va a la chingada cuando te diagnostican insuficiencia venosa (aka, várices).
¿Hurón mortificado? No exactamente. Hurón con güeva. Mucha, mucha güeva. ¿Luchar contra la edad? ¿Pintarse el pelo (bueno, eso tal vez sí)? ¿Aplicarse un facial? ¿Caminatas terapéuticas? ¿Y con una Hurona moliendo? ¿Y con episodio doble de Doctor House?
Lo bueno, es que uso pantalón y falda larga. Nadie notará las várices.
He dicho.
viernes, febrero 29, 2008
Bob Dylan dará el día de hoy su concierto en Monterrey. Debo decir que es quizá uno de los pocos músicos (si no es que el único) que me interesa ver en vivo. Ya sé que se va a portar lacra, que no le va a dar gusto al público y que acabará recetándole alguna guarrada, pero estoy muy contenta y muy entusiasmada con la idea de verlo. Me pregunto si en vivo su voz se escuchará peor que en sus grabaciones. En estos días les platico :D
Aquí les dejo una nota que me gustó. Espero que la disfruten.
Dylan, la leyenda
Sergio Sarmiento
"El que no está ocupado en nacer, está ocupado en morir".
Bob Dylan
Bob Dylan no es un cantante común y corriente. Desde la década de 1960 su fama ha trascendido la calidad de su voz, la sencillez armónica y melódica de sus composiciones, la complejidad de sus letras e incluso las pocas ventas de sus discos. Dylan es simplemente una leyenda de la música contemporánea. Y como leyenda puede darse lujos que los artistas normales no podrían siquiera considerar.
Esta semana Dylan ofreció dos conciertos en la Ciudad de México como inicio de una gira por Latinoamérica. Los conciertos fueron muy similares a los que este artista de 66 años ofrece usualmente por el mundo. Quienes buscaban corear las familiares canciones que se convirtieron en himnos de juventud y rebeldía en los años 60 se sintieron decepcionados. Dylan hace todo lo posible por evitar esa reacción fácil del público. Quienes querían conocer a la leyenda, sin embargo, se sintieron fascinados por este singular personaje.
Dylan cantó pocas canciones de los viejos tiempos que permitieran corear a los nueve mil asistentes al Auditorio Nacional. Las piezas conocidas que interpretó fueron farfulladas, más que cantadas, de manera ininteligible ante un micrófono saturado por la cercanía de su boca. El acento sureño que durante décadas ha impostado -en realidad él nació en Duluth, Minnesota- hacía todavía más difícil entenderlo. Con "Rainy Day Women 12 & 35" ("Mujeres de un día lluvioso 12 y 35"), "It Ain't Me, Babe" ("No soy yo, nena") y "Watching the River Flow" ("Mirando el río que fluye"), cantadas al principio de manera apresurada y esquiva, Dylan dejó en claro que no dejaría que el público coreara.
Me da la impresión de que a Dylan simplemente no le gusta que la gente cante con él. Esto explicaría la manera en que interpreta sus obras. Aun así fue impresionante ver cómo miles de fanáticos mexicanos que no hablan el inglés como lengua materna hicieron todo el esfuerzo posible para acompañar al cantante en la letra brillante y compleja de "Like a Rolling Stone" ("Como una piedra que rueda"), la única canción que interpretó de forma que permitió algo parecido a un coro.
Al final del concierto Dylan entonó "Blowin' in the Wind" ("La respuesta está en el viento"), su canción más famosa. Ésta fue originalmente un símbolo del pacifismo idealista de los años 60, pero con el desgaste de la reiteración acabó por volverse un lugar común: casi música de ascensor. Lo interesante es que casi ninguno de los asistentes se dio cuenta en un principio de que Dylan estaba cantando esta pieza. La melodía era irreconocible y las palabras incomprensibles. Sólo cuando llegó el coro y farfulló "The answer my friend..." ("La respuesta, mi amigo...") rompió el público en aplausos.
Un cantautor famoso corre siempre el riesgo de caer en el tópico con alguna obra temprana muy repetida. Esto le pasa a Joan Manuel Serrat con "Cantares" o a Luis Eduardo Aute con "Rosas en el mar". Sólo con mucha creatividad pueden éstos interpretar esas piezas reclamadas por el público con algún dejo de novedad. Muchos músicos mediocres, de hecho, han quedado encasillados y han dado conciertos toda su vida sólo para concluir con "esa canción" que los hizo famosos originalmente.
Dylan no corre ese riesgo: no sólo porque sus obras son demasiado brillantes, sino porque él mismo se niega a seguir el cartabón. Quizá por eso sus piezas populares las transforma hasta volverlas irreconocibles. Dylan no quiere ser un simple producto para los vendedores de nostalgia.
La mayor parte del concierto Dylan interpretó melodías virtualmente desconocidas para el público. Incluso "Things Have Changed" ("Las cosas han cambiado"), que escribió para la película "Wonder Boys" y con la que ganó el Óscar, no fue reconocida por la mayoría de los asistentes al Auditorio.
Desde un punto de vista musical, empero, las mejores interpretaciones de la noche fueron esas canciones poco conocidas, muchas de su nuevo disco "Modern Times", en que mezcló ritmos de rock'n roll, blues y country respaldado por un magnífico trabajo de Tony Garnier en el bajo y de un grupo pequeño y sencillo, pero sólido. Dylan sólo usó la guitarra, su tradicional instrumento, en las primeras piezas del concierto. El resto del tiempo empleó un teclado electrónico.
Al contrario de otros músicos, a Dylan le gustan las giras. La actual se llama "The Never Ending Tour", la Gira sin Fin. A pesar de su rechazo al público de la nostalgia, el contacto con las multitudes que lo idolatran le proporciona una inyección de adrenalina.
Dylan puede darse el lujo de hacer lo que quiera. Poco importa si canta bien o mal, para el público o para sí mismo: los auditorios del mundo se seguirán llenando a su paso porque es una leyenda. Su Gira sin Fin no tiene por qué terminar mientras el cuerpo aguante.
Aquí les dejo una nota que me gustó. Espero que la disfruten.
Dylan, la leyenda
Sergio Sarmiento
"El que no está ocupado en nacer, está ocupado en morir".
Bob Dylan
Bob Dylan no es un cantante común y corriente. Desde la década de 1960 su fama ha trascendido la calidad de su voz, la sencillez armónica y melódica de sus composiciones, la complejidad de sus letras e incluso las pocas ventas de sus discos. Dylan es simplemente una leyenda de la música contemporánea. Y como leyenda puede darse lujos que los artistas normales no podrían siquiera considerar.
Esta semana Dylan ofreció dos conciertos en la Ciudad de México como inicio de una gira por Latinoamérica. Los conciertos fueron muy similares a los que este artista de 66 años ofrece usualmente por el mundo. Quienes buscaban corear las familiares canciones que se convirtieron en himnos de juventud y rebeldía en los años 60 se sintieron decepcionados. Dylan hace todo lo posible por evitar esa reacción fácil del público. Quienes querían conocer a la leyenda, sin embargo, se sintieron fascinados por este singular personaje.
Dylan cantó pocas canciones de los viejos tiempos que permitieran corear a los nueve mil asistentes al Auditorio Nacional. Las piezas conocidas que interpretó fueron farfulladas, más que cantadas, de manera ininteligible ante un micrófono saturado por la cercanía de su boca. El acento sureño que durante décadas ha impostado -en realidad él nació en Duluth, Minnesota- hacía todavía más difícil entenderlo. Con "Rainy Day Women 12 & 35" ("Mujeres de un día lluvioso 12 y 35"), "It Ain't Me, Babe" ("No soy yo, nena") y "Watching the River Flow" ("Mirando el río que fluye"), cantadas al principio de manera apresurada y esquiva, Dylan dejó en claro que no dejaría que el público coreara.
Me da la impresión de que a Dylan simplemente no le gusta que la gente cante con él. Esto explicaría la manera en que interpreta sus obras. Aun así fue impresionante ver cómo miles de fanáticos mexicanos que no hablan el inglés como lengua materna hicieron todo el esfuerzo posible para acompañar al cantante en la letra brillante y compleja de "Like a Rolling Stone" ("Como una piedra que rueda"), la única canción que interpretó de forma que permitió algo parecido a un coro.
Al final del concierto Dylan entonó "Blowin' in the Wind" ("La respuesta está en el viento"), su canción más famosa. Ésta fue originalmente un símbolo del pacifismo idealista de los años 60, pero con el desgaste de la reiteración acabó por volverse un lugar común: casi música de ascensor. Lo interesante es que casi ninguno de los asistentes se dio cuenta en un principio de que Dylan estaba cantando esta pieza. La melodía era irreconocible y las palabras incomprensibles. Sólo cuando llegó el coro y farfulló "The answer my friend..." ("La respuesta, mi amigo...") rompió el público en aplausos.
Un cantautor famoso corre siempre el riesgo de caer en el tópico con alguna obra temprana muy repetida. Esto le pasa a Joan Manuel Serrat con "Cantares" o a Luis Eduardo Aute con "Rosas en el mar". Sólo con mucha creatividad pueden éstos interpretar esas piezas reclamadas por el público con algún dejo de novedad. Muchos músicos mediocres, de hecho, han quedado encasillados y han dado conciertos toda su vida sólo para concluir con "esa canción" que los hizo famosos originalmente.
Dylan no corre ese riesgo: no sólo porque sus obras son demasiado brillantes, sino porque él mismo se niega a seguir el cartabón. Quizá por eso sus piezas populares las transforma hasta volverlas irreconocibles. Dylan no quiere ser un simple producto para los vendedores de nostalgia.
La mayor parte del concierto Dylan interpretó melodías virtualmente desconocidas para el público. Incluso "Things Have Changed" ("Las cosas han cambiado"), que escribió para la película "Wonder Boys" y con la que ganó el Óscar, no fue reconocida por la mayoría de los asistentes al Auditorio.
Desde un punto de vista musical, empero, las mejores interpretaciones de la noche fueron esas canciones poco conocidas, muchas de su nuevo disco "Modern Times", en que mezcló ritmos de rock'n roll, blues y country respaldado por un magnífico trabajo de Tony Garnier en el bajo y de un grupo pequeño y sencillo, pero sólido. Dylan sólo usó la guitarra, su tradicional instrumento, en las primeras piezas del concierto. El resto del tiempo empleó un teclado electrónico.
Al contrario de otros músicos, a Dylan le gustan las giras. La actual se llama "The Never Ending Tour", la Gira sin Fin. A pesar de su rechazo al público de la nostalgia, el contacto con las multitudes que lo idolatran le proporciona una inyección de adrenalina.
Dylan puede darse el lujo de hacer lo que quiera. Poco importa si canta bien o mal, para el público o para sí mismo: los auditorios del mundo se seguirán llenando a su paso porque es una leyenda. Su Gira sin Fin no tiene por qué terminar mientras el cuerpo aguante.
martes, febrero 12, 2008
lunes, febrero 11, 2008
Bueno, doña Mathilde tiene un bisnieto más
Hola, chicos y chicas.
Aquí hay un cuate que se está adjudicando El hidromiel de Odín, aquel texto que publiqué en Sonitus Noctis y que también está en este blog. Si lo conocen, escúpanle de mi parte. Si no, pasen a dejarle un comentario.
http://jmoondera.wordpress.com/2006/12/03/cisnes-de-guerra/
¡Besos!
Aquí hay un cuate que se está adjudicando El hidromiel de Odín, aquel texto que publiqué en Sonitus Noctis y que también está en este blog. Si lo conocen, escúpanle de mi parte. Si no, pasen a dejarle un comentario.
http://jmoondera.wordpress.com/2006/12/03/cisnes-de-guerra/
¡Besos!
viernes, enero 25, 2008
Hay árboles de cigarros, no te tienes que cambiar los calcetines, hay lagos de whiskey...
En conmemoración de la próxima visita de Bob Dylan a Monterrey, y en ocasión de que es fin de semana, y a propósito de que los fines de semana ideales deben ser paradisiacos, aquí les dejo esta joya del folk. ¿O no entra como folk?
Pásenlo bien.
Big Rock Candy Mountain
One evening as the sun went down and the jungle fire was burning
Down the track came a hobo hiking and he said boys I'm not turning
I'm headin for a land that's far away beside the crystal fountains
So come with me we'll go and see the Big Rock Candy Mountains
In the Big Rock Candy Mountains there's a land that's fair and bright
Where the handouts grow on bushes and you sleep out every night
Where the boxcars are all empty and the sun shines every day
On the birds and the bees and the cigarette trees
Where the lemonade springs where the bluebird sings
In the Big Rock Candy Mountains
In the Big Rock Candy Mountains all the cops have wooden legs
And the bulldogs all have rubber teeth and the hens lay soft boiled eggs
The farmer's trees are full of fruit and the barns are full of hay
Oh, I'm bound to go where there ain't no snow
Where the rain don't fall and the wind don't blow
In the Big Rock Candy Mountains
In the Big Rock Candy Mountains you never change your socks
And the little streams of alcohol come a-trickling down the rocks
The brakemen have to tip their hats and the railroad bulls are blind
There's a lake of stew and of whiskey too
You can paddle all around 'em in a big canoe
In the Big Rock Candy Mountains
In the Big Rock Candy Mountains the jails are made of tin
And you can walk right out again as soon as you are in
There ain't no short handled shovels, no axes saws or picks
I'm a goin to stay where you sleep all day
Where they hung the jerk that invented work
In the Big Rock Candy Mountains
I'll see you all this coming fall in the Big Rock Candy Mountains
Pásenlo bien.
Big Rock Candy Mountain
One evening as the sun went down and the jungle fire was burning
Down the track came a hobo hiking and he said boys I'm not turning
I'm headin for a land that's far away beside the crystal fountains
So come with me we'll go and see the Big Rock Candy Mountains
In the Big Rock Candy Mountains there's a land that's fair and bright
Where the handouts grow on bushes and you sleep out every night
Where the boxcars are all empty and the sun shines every day
On the birds and the bees and the cigarette trees
Where the lemonade springs where the bluebird sings
In the Big Rock Candy Mountains
In the Big Rock Candy Mountains all the cops have wooden legs
And the bulldogs all have rubber teeth and the hens lay soft boiled eggs
The farmer's trees are full of fruit and the barns are full of hay
Oh, I'm bound to go where there ain't no snow
Where the rain don't fall and the wind don't blow
In the Big Rock Candy Mountains
In the Big Rock Candy Mountains you never change your socks
And the little streams of alcohol come a-trickling down the rocks
The brakemen have to tip their hats and the railroad bulls are blind
There's a lake of stew and of whiskey too
You can paddle all around 'em in a big canoe
In the Big Rock Candy Mountains
In the Big Rock Candy Mountains the jails are made of tin
And you can walk right out again as soon as you are in
There ain't no short handled shovels, no axes saws or picks
I'm a goin to stay where you sleep all day
Where they hung the jerk that invented work
In the Big Rock Candy Mountains
I'll see you all this coming fall in the Big Rock Candy Mountains
miércoles, enero 23, 2008
Joker
Traducción muy hechiza de algunos diálogos del trailer de The Dark Knight, realizada por el Hurón.
Joker: Das pelea. Eso me gusta.
Batman: Entonces, me vas a adorar.
Heath Ledger fue encontrado muerto ayer en su depa. Se especula que se puso un pasón o se suicidó, porque encontraron pastillas tiradas a su alrededor. El último papel por el que será recordado es, al parecer, el Joker.
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