jueves, febrero 22, 2007

Twilight zone... fraudulenta

Estás en el trabajo, haciendo el jale correspondiente al día, ese que no tenías contemplado para nada el día anterior y que por la mañana te dicen que hay que llevar a cabo YA de manera impostergable. Como puedes te lo echas (la verdad es que ni batallas, nomás es laborioso), y todo es paz y tranquilidad hasta que tu aparato de teléfono se empieza a mover solo...

"Puta madre", piensas. "Nomás esto me faltaba, pinches fantasmas ociosos en el trabajo".

Y así como que con el trauma, le sigues en lo que estabas. Todo es paz y tranquilidad hasta que, otra vez, el teléfono se desliza sobre el escritorio. Esta vez lo miras con ansiedad, con la orden perentoria "No te muevas, cabrón" en la punta de la lengua y en la anchura de tu mirada. Pero la chingada chimistreta sigue moviéndose, deslizándose como si nada por el escritorio. Entonces te paras como si te estuvieran pellizcando las nalgas, emputadísima y con el Jesús en la boca. Y cuando te levantas, tu precioso pie de modelo de revista (lo único que podrías modelar en una revista, por cierto) suelta el cable de telefonía que tenía atrapado.

Adiós espíritus chocarreros.

Adiós misterio.

Mi fe en la dimensión desconocida, los fantasmas y lo paranormal decae cada vez más. No porque los fantasmas no existan, estoy convencida de que sí. Cada vez se manifiestan menos o con más güeva.

3 comentarios:

Diana dijo...

No es que hayan dejado de andar por aquí: de acuerdo con los últimos thrillers, andan rondando en la red.

Renato dijo...

Se me hace que tú eres de esas personas cuyos pies salen a pasear por la noche.

Ahora sabemos quién pisó los lirios.

Nicolás Díaz dijo...

Ju-ju... me dicen Roger, Hurón Roger :P