No tengo una receta infalible para curar el fastidio.
Cuando era niña asmática y me "fastidiaba" literalmente algún ataque, juntaba los dos sillones individuales de la sala, me hacía una camita, me llevaba todas mis muñecas y mis chunches favoritos para jugar y hacerme pendeja, hasta que mi abuela me descubría y se daba cuenta de que teníamos que ir al hospital.
En el hospital no funcionaban las muñecas. Doña Luz tenía que buscarme revistas, libros, cómics o cualquier cosa con letras. Hasta la tarea funcionaba. Cuando no había nada que leer, los residentes me prestaban el libro teórico que traían para repasar en su turno. Así me chuté un tratado de dermatología. Así supe que un destripado o un cadáver pútrido no es lo peor que puedes ver en la vida. Guiu.
En la adolescencia, las emperador de chocolate y la caricatura favorita en turno. Por un tiempo Los caballeros del zodiaco. Tardé un rato en darme cuenta de que no valían madre, pero el rato que me gustaron los disfruté mucho.
En la facultad, los libros para las materias de literatura. No hubo uno solo que no disfrutara de alguna manera. Ya luego me especialicé: medievales, de caballerías, folletinescos, policiacos, ciencia ficción y horror. Por ese orden. Los clásicos quedaron en mi adolescencia. Al sr. Sagaz le daba risa que hubiera empezado en mi infancia y mi adolescencia con los clásicos y hubiera terminado en lo que muchos consideraban literatura menor. Así pasa.
Y ahora. Batman. Hellboy. Constantine. Sin City. V. The League of Extraordinary Gentlemen. No me siento culpable. Merecía llegar a este remanso.
Pero más me merezco el remanso que les receto arriba: la Hurona, dormida, berreando, jodiendo, botada de risa, como sea. Ella es mi remedio para el fastidio. Y también mi fastidio número uno.
Lo demás: Esquilo, Bradbury, Faulkner, el rey Arturo, Spencer, Yul, las Eddas, Humphrey, Ende, la Overtura 1812, Athos y Artagnan, no son remedio para el fastidio. Son quienes me tienen de pie y hecha lo que soy. Es bueno recordarlos en día tan fastidioso como hoy.
Pásenla chido y cuídense de los taxistas mierda. ¡Atiza, pero que digo! ¿Es que hay otro tipo de taxistas?
No me hagan caso. Ando bitchy.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
No jodas...y yo que creía que los taxistas chocones habían pasado de moda...
Mira, esos taxistas siempre se han "destacado" por ser los peores conductores. Un primo me dijo que tenían la preferencia para manejar del nabo; claro, que fue un sarcasmo.
Por lo general, los taxistas tienden a ser una mierda, aunque hay uno que otro que se salva.
No les pasó nada, verdad? Eso espero. Lo chido que el daño fue unicaménte material. Ah, y el susto...
Fuera de eso, todo salió bien???
Cuidense mucho. Estamos en contacto.
No pasó nada. Sólo hicimos berrinche y ya pasamos por la experiencia de la aseguradora, la valuación, el taller y la cita próxima para la reparación. Óscar anda como si nada. Nosotros también. Al taxista le han de pillar los oídos tres veces cada hora, pero se lo merece el pendejo :)
Su Mustélida Magnanimidad tiene razón. Cuál susto, si lo que queríamos era que corriera sangre... La del taxista, obvio.
¿Que qué? Yas, qué pedo... bueno, tenían que pasar tarde o temprano por la experiencia... de verdad lo siento mucho. Aunque haya sido sólo el susto, da un coraje de la ultrachingada.
Te llamo esta noche, para que nos platiques el pedo completo al G, al H y a mí, ¿ok?
Besos a la huroncilla.
Hoy me dio gusto recordar con esta entrada el camino que a veces hemos corrido juntas por los librillos... ¡cuántas cosas no les debemos! Espero que nuestras nenas compartan el gusto por la lectura, aunque no se quieran especializar en ello.
¡Besos y apapachos!
Publicar un comentario