viernes, diciembre 15, 2006

Uno de la Highsmith

De crímenes y bestias
por Yasmín Santiago


Crímenes bestiales

Patricia Highsmith

Anagrama, Compactos

Barcelona, 2002.



¿Qué hace que el crimen sea crimen? La intención de quien lo comete. La conciencia de la transgresión a la ley. El deseo de causar daño a otro ser, ya sea en su persona o en su propiedad. ¿Puede el hombre ser un criminal? ¿Puede el hombre robar, agredir, herir, matar, a sabiendas de que hace daño, de que hace mal? Evidentemente sí. Puesto que el hombre razona, puesto que discierne conceptos como el bien y el mal, puesto que puede refrenar sus impulsos destructivos, puede ser un criminal. Para el hombre, el crimen es una cuestión de elección, de decidir entre lo aceptable y lo inaceptable. Ahora bien, ¿puede un animal ser un criminal? ¿Puede cometer una transgresión a las leyes, tomar conciencia de ello, ejecutar la más cruel de las agresiones y no ser un criminal?


The Animal-Lover's Book of Beastly Murder (traducido al español bajo el simplista título de Crímenes bestiales) reúne una colección de trece relatos protagonizados por animales que, debido a las circunstancias, son orillados a cometer graves atentados contra las vidas de aquellos a cuyo cargo se encuentran. Mascotas recelosas, animales de carga, pequeñas bestias salvajes o semisalvajes atacando a humanos potencialmente peligrosos, son los singulares "criminales" que desfilan por las páginas de estas breves historias matizadas de humor negro e ironías.



A diferencia del criminal, es decir, del ser humano que se convierte por decisión propia o por motivos lejanos a su control en un delincuente, los protagonistas de Crímenes bestiales no están sujetos a una conducta ética que les obligue a refrenar sus actos. Se trata de seres que simplemente son traicionados por los humanos que deberían protegerlos y reaccionan en consecuencia. Las agresiones cometidas (mortales con excepción de un par de casos) más parecen una cuestión de justicia que de barbarie. Los animales no atacan a seres humanos inocentes, sino a personas de dudosa calidad moral. De esta manera, amos abusivos, guardianes insensibles, granjeros patanes, sirvientes molestos son las víctimas de estos episodios de furor animalesco.


El cuento más conmovedor, entre otros motivos porque concede al lector la oportunidad de percibir el mundo desde el punto de vista del animal, se titula "La absolutamente última actuación de 'Corista'". Este es uno de los dos cuentos (el otro se titula "Notas de una cucaracha respetable") donde es el propio animal quien cuenta su historia. Corista es un elefante hembra que ha vivido en cautiverio casi toda su vida. Su experiencia con el ser humano ha estado plagada de asperezas y decepciones. Todas las carencias que sufre o ha sufrido las debe a los hombres. Lo único bueno que le ha deparado el mundo humano ha sido Steve, su primer cuidador en el zoológico. Steve jamás intentó dominarla, la trató siempre con dulzura y cuidó de ella con la generosidad de un ser que traba conocimiento con otro. Pero Steve, al igual que Corista, envejeció y fue retirado del servicio. En su lugar llegó Cliff, un joven ríspido ansioso de demostrar que puede domeñar a Corista a base de órdenes y castigos. Corista ha llegado con los años a percibir a los humanos como seres mezquinos que se han propuesto dificultarle la vida. "Recuerdo que en aquellos tiempos, yo tenía mejor carácter que ahora, y sin que Steve me lo dijera, evitaba pasar por debajo de ramas bajas, para que éstas no derribaran a los niños que llevaba en el lomo. Pero si ahora tuviera las oportunidades de aquellos tiempos, dudo mucho que me comportara tal como lo hacía antes." Las oportunidades a las que alude Corista son pocas, pero no por eso dejan de presentarse, y aunque no es ella quien las provoca, aunque sólo se limita a defenderse de las agresiones humanas, las consecuencias de su conducta son desafortunadas para ella.


Otros cuentos memorables narran las peripecias de un hurón semidomesticado adicto a la sangre y la carne cruda, un cerdo trufero ansioso de probar trufas a cualquier precio, un camello en busca de venganza, un gato celoso y un hato de pollos dementes carnívoros. Tales son los personajes de estas historias donde el débil toma la revancha de las injusticias cometidas por el fuerte. Lejos queda del lector el impulso de sentirse horrorizado por la monstruosidad de la reacción instintiva de defenderse a toda costa, de curar el orgullo herido, de borrar de la faz de la tierra al humano agresor. Simpatía, y la sensación de que se ha hecho justicia, es lo que despierta en el lector la sangre derramada por cada animal.


*Publicado en Sonitus Noctis Núm. 6, Noviembre de 2004. www.sonitusnoctis.com

2 comentarios:

Nicolás Díaz dijo...

¡Michote!

Yo voto por el lunes para comer pavoroso pavo.

Oriam Aocho dijo...

Yo tambor quiero pavo, raza!!!

Nico, si le caes, avísame.