viernes, noviembre 10, 2006

Aranmanoth


El corazón es como un lobo hambriento
por Yasmín Santiago

Aranmanoth

Ana María Matute

Espasa
España, 2001


"Durante los primeros años de su vida, cuando aún no le habían apartado de su madre, Orso creyó oír voces".


El último señor de Lines es tocado desde muy niño por las voces de las criaturas del bosque. También, desde muy niño, es educado severamente para afrontar las adversidades de la vida. En el punto inicial de su edad adulta, es llamado por la más pequeña de las hadas del manantial y engendra un hijo en ella. Este niño, sagrado entre los humanos y los seres mágicos, será llamado Aranmanoth, mes de las espigas.


Atado a una naturaleza ambigua, Aranmanoth vive sus días entre la búsqueda y el descubrimiento. Así no duda en huir de Lines con Windumanoth, su joven madrastra y a la postre su amante, en pos del recuerdo del perdido y lejano Sur, la tierra que la vio nacer. En el camino, descubren los desmanes que el Conde, señor a quien sirve Orso, ha cometido en innumerables pueblos en su ansia guerrera. La desdicha humana, el sino de la desesperación y la muerte, quedan así a la vista de ambos jóvenes.


No hay un solo personaje que no esté en búsqueda de algo, recóndito y olvidado, con qué completar su existencia. Acaso la búsqueda de Aranmanoth sea la más dramática, ya que se escinde entre dos mundos diametralmente distintos: el mundo de la magia y la pureza, del misterio y la evocación al que pertenecen su madre y las criaturas del bosque, y el mundo humano, colorido y hermoso, apasionado y acechante al que pertenecen Orso y Windumanoth.
Aranmanoth es una novela llena de simbolismos y alegorías. Los principales caracteres humanos se hallan representados con toda sencillez -casi al estilo del auto sacramental. En este contexto, Aranmanoth representa el anhelo, Windumanoth la pureza, Orso el deber y el Conde el mundo corrupto. Estos caracteres forjan interrelaciones: el anhelo se vale de la pureza para alcanzar sus objetivos, el deber está obligado a servir al mundo corrupto. Los caminos se entrecruzan y se deslindan, pero todos llevan a la misma dirección: el encuentro descarnado e inevitable con la naturaleza de los hombres, con el corazón humano y su ímpetu devorador.


"El corazón es el gran depredador", le revela un hermano de condición a Aranmanoth una cierta noche. Y desde ese momento, la humanidad se convierte en el objeto de la búsqueda de Aranmanoth. La incomprensión de su naturaleza, su incapacidad para reconocer al mundo humano como propio se convierten en el motor de sus angustias. Sólo que la angustia no finaliza con el encuentro. Cuando mucho, se convierte en aceptación, en amor a la dualidad, luminosa y oscura, del género humano.


Con Aranmanoth, Ana María Matute completa -voluntaria o involuntariamente- el ciclo de novelas fantásticas iniciado con La torre vigía y continuado con Olvidado Rey Gudú. Aranmanoth es, aparentemente, la menos ambiciosa -en extensión y estilo- de las tres, pero no por ello la menos afortunada. En poco menos de doscientas páginas, Ana María Matute nos entrega una metáfora de los temores y los deseos de la humanidad. Sin intenciones moralizantes o aleccionadoras, Matute nos guía por un viaje al corazón humano, a sus esplendores y tinieblas y al encuentro de los que íntimamente somos: un depredador en búsqueda de sí mismo.
*Publicado en Sonitus Noctis 3, Julio de 2004 www.sonitusnoctis.com

No hay comentarios.: