viernes, noviembre 10, 2006

De suicidios y niños lacras...


No hay un club de los suicidas

por Yasmín Santiago

Suicide Club

(Jisatsu Circle)

Shion Sono

Japón, 2002


Mayo 26. Una tarde común en la estación Shinjuku de Tokio. La gente espera con mayor o menor grado de impaciencia el tren que la llevará a destino. Un grupo de estudiantes, todas ellas chicas, llega a la estación alrededor de las 7:30. Conversan, ríen, reciben llamadas en su celular. El altavoz anuncia la llegada del tren y pide a los usuarios que permanezcan tras la línea de seguridad. Las chicas forman una fila a lo largo del andén, se toman de las manos y, como si no fuera nada más que un juego, cuentan hasta tres y saltan a las vías.


No es necesario describir el escenario resultante de la combinación del salto y el paso del tren. En Suicide Club, una ola de suicidios, individuales y masivos, se desata luego del incidente de la estación de trenes. La policía no tiene una hipótesis clara para solucionar el caso. Kuroda, el oficial a cargo, no cuenta con evidencia suficiente para ligar a las víctimas entre sí, pero tampoco para formular la teoría de una secta o una asociación que tenga como fin el suicidio.


Diversos elementos de fondo son los que proporcionan las pistas -que no son muchas- para resolver el misterio de los suicidios. El grupo pop Dessart, con su canción Mail me parece ser la conexión inmediata que permite el acceso al Club de los suicidas. Un sitio de Internet también permite el vínculo. Kuroda, luego de inscribirse en el sitio, recibe la llamada de unos niños que conducen al contactado a través de una sesión de preguntas y respuestas que obligan a la reflexión de la persona sobre sí misma. Por otro lado, Génesis, un misterioso personaje que parece una mezcla del Dr. Frankenfurter y David Bowie en su etapa de Ziggy Stardust, maneja su propio Club de los "suicidas", donde éstos son secuestrados y asesinados con el mayor sadismo posible.


En medio de una atmósfera caótica, los policías buscan -sin encontrar- las claves que les permitan detener la ola de suicidios. Sin embargo, conforme avanza la película, el espectador puede comprobar por sí mismo que no es nada fácil resolver la cuestión. Aunque muchas personas, la mayoría jóvenes, reciben el mensaje del Club de los suicidas, no todas cometen el suicidio.


Hay una secuencia clave de la película que muestra lo que podría ser el móvil de los suicidios. Kuroda, luego de las pesquisas iniciales, toma el tren que lo llevará a casa. Está cansado y desanimado. Apenas unas horas antes, el guardia de la estación de trenes le mostró una maleta deportiva que alguien había olvidado. Dentro estaba enrollada una larga cadena formada por secciones de la piel de doscientas personas. Doscientos suicidas potenciales. Al mirar a su alrededor, Kuroda se da cuenta de la profunda tristeza de la gente que, como él, va camino a casa. Cualquiera de ellos podría haber contribuido con su piel a la cadena. Incluso él mismo.
Es inútil que el espectador busque una razón exacta para los suicidios. Aunque es cierto que los niños de las sesiones de preguntas y respuestas orquestan al Club de los suicidas, y aunque el grupo Dessart es un punto de contacto para acceder a él, no existe lo que en primera instancia consideraríamos un aleccionamiento. Los niños no obligan a nadie a suicidarse. Ellos sólo hacen llegar un mensaje. Facilitan un careo de la persona consigo misma. Es evidente que cualquiera puede vivir motivado por alguien más, pero ¿puede vivir únicamente por amor a sí mismo? La respuesta a esta pregunta es la que en verdad motiva los suicidios. Por eso no todos los contactados se suicidan, porque se aman lo suficiente para continuar viviendo.


Suicide Club es una película escrita y dirigida por Shion Sono en el año 2002. Se trata de una mixtura de géneros, como el thriller, el misterio, el gore e incluso el musical. El resultado es una película muy efectiva y bien lograda, donde lo mismo tienen cabida escenas de una emoción conmovedora que secuencias de lo más espeluznantes y violentas. Suicide Club trata en primera instancia el tema del suicidio, y en niveles más profundos, cuestiones existenciales en las que todos, en algún momento, hemos pensado y todos hemos vivido.


Director: Shion Sono // Actores: Ryo Ishibashi, Masatoshi Nagase, Saya Hagiwara, Yoko Kamon, Rolly // Japón, 2002.


*Publicado en Sonitus Noctis 3, Julio de 2004 www.sonitusnoctis.com

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