Y de nueva cuenta, ¡llego tres cuartos de hora antes de mi entrada!
Supongo que no está mal, pero veo que de repe la raza se me queda viendo con mirada suspicaz, como diciendo: "¿de qué privilegios goza esta mona para llegar tarde?". Me imagino que se les olvida que entro a las 9.
Sigo atorada con López Velarde. Me acordé al volverlo a leer que el tipo me gustaba, cuando era estudiante. Es chido redescubrir que, después de todo, la poesía no me es tan inaccesible como creía recordar. Claro que aún no leo a los otros monos. Y lo que está de pánico es que el último poeta es Paz con un fragmentote de Piedra de sol. Que Dios agarre confesados o mínimo pirados a los niños, para que no les pesen tanto no las lecturas, sino los ejercicios :)
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2 comentarios:
Usté no desespere, que ese tipo de cosas son chidas.
¿Recuerdas cuando yo llegaba a la Emilio cinco o seis horas antes de mi hora de entrada?
Claro que así estaban las cosas por allá.
Suerte con las lecturas y lo que derive de ellas. "Piedra de sol"... ¡ah, raza! el poema por el que casi me corren de la Facultad.
Cuídate mucho, racilla.
Cierto, no importa que tan temprano llegaras a la Emilio la D ya estaba ahí en su cubículo :P
"Oh piedra del soooool, suspiro por veeerte..." Ah, no, esa es otra :P
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